lunes, 7 de diciembre de 2009

Un par de canciones de navidad.

Para empezar a entrar en el ambiente navideño les traigo un par de canciones de navidad. La primera es "A holly Jolly Chistmas" con Burl Ives, y la segunda es "Blue Christmas" con Elvis Presley.





miércoles, 2 de diciembre de 2009

El ciego.


El tren había corrido lento y perezoso durante más de seis horas para llegar a la ciudad, la nueva ciudad, donde proseguiría la búsqueda. Ayudado por su bastón de ciego y llevado de la mano por un transeúnte que lo amparó, se aproximó a la ventanilla de información para hacer la misma pregunta. Imaginaba el asombro de la empleada, quien, conturbada, le daba la dirección aproximada, puesto que ese tipo de pesquisa no era usual.

Comenzó a caminar para buscar la zona, lo cual era fácil, ya que la misma consulta tenía que repetirla, esperando que las gentes caritativas lo orientaran. Apenas llegado al lugar buscaba una banca donde descansar, alguna sombra frondosa, y se sentaba en la grama para comer algo tratando de vencer el cansancio del viaje. Después se acercaba a una de las habitaciones y hablaba con la mujer.

Por la noche, en la acera donde le tocaba dormir, o en el dormitorio público, volvía a rememorar lo miserable de su vida, su orfandad a los cinco años y recluido en un asilo de menores desde entonces, habiendo entregado su niñez y adolescencia a una organización religiosa, entre cuyos claustros reinaba una disciplina de hierro, cuartelaria, con monjas y sacerdotes de las casernas con bóvedas fortificadas. Allí germinó su tristeza y su desolación y en la soledad de su cama desvencijada, lloraba como perro hambriento lleno de sarna.

Unos meses después de su encierro, llegó la enfermedad que lo condujo a la ceguera total, la encefalitis intratable que lo sumió en la negrura de la noche eterna y le llenó los pocos huecos de esperanza con desmoralización e impotencia. Ahora era un niño huérfano, prisionero y ciego.

Doce años en el orfanato lúgubre en que le enseñaron el abecedario Braille y aprendió a enjuncar sillas y mecedoras como oficio para ganarse la vida. Después lo tiraron a la calle, ya era un hombre productivo y debía agenciárselas solo.

En esos años de encierro se propuso encontrarla, recorrería el mundo entero si fuera necesario. Contaba con un tesoro invaluable, su olor pegado en el hueco de la mano y prendido para siempre en sus fosas nasales. Olor perverso, nunca lo olvidaría.

Tenía apenas cuatro años y dormía con ella en la misma cama estropeada de aquella miserable habitación donde reinaba la desdicha y el infortunio, cuando despertó sobresaltado sin saber lo que estaba ocurriendo.

Su manita, guiada por una más experta, sobaba unos genitales húmedos y viscosos que hacían que ella se estremeciera y se agitara, sintiendo dolor en sus deditos después de tanto masajear aquello. Y luego el olor, indesprendible, arraigado para siempre en los poros de la piel y en las membranas olfatorias, hasta que se fue acostumbrando a llevarlo consigo como un recuerdo, como lo único que le había dejado de herencia y entonces volvió a sentir la necesidad de alguien familiar a su lado, sin importarle la emanación impregnada como costra maligna en sus dedos y en sus fosas nasales.

Poco tiempo después vino la muerte de su madre y la separación de su hermana, de quien no ha vuelto a saber desde entonces. Su hermana, lo supo después, rechazó la oferta de la casa de beneficencia y fue al encuentro de la vida. Contaba, para entonces, catorce años. Buscó la perdición, se tiró por la calle de inmediato, se volvió de ésas, las mujeres de las oscuranas y los callejones de mugre y por eso quería encontrarla, sacarla de esos sitios; había aprendido un oficio y esperaba ganarse el sustento con humildad pero con decencia.

Ahora lleva recorridas muchas ciudades, muchos pueblos, villas y caseríos, no se escapa localidad sin visitar; escudriña en todos los rincones, en los tugurios lóbregos, en los sitios de lujo.

En la habitación de la prostituta, al contar su historia, la hembra se conmovía y se dejaba tocar. Comparaba su olor con el viejo efluvio y entonces exclamaba. ¡Hermana!.
Y ella, llena de compasión contestaba: yo no soy tu hermana. Y el ciego, desilusionado, tenía que seguir buscando.

En algunas metrópolis se vuelve más fácil la faena ya que las tías están concentradas en un solo territorio, las conocidas zonas rojas, rodeadas de alambradas infranqueables, como en los campos de concentración, pero hasta ahora todo a sido en vano.

A veces, con algún lazarillo que le proporcionaban gentes generosas, ha entrado a esos lugares y el compañero se las describe sin perder detalle, aunque en verdad no recuerda su rostro. Hay de todo desde chiquillas adolescentes que comienzan a internarse en la selva de la desdicha, con su carita de afligimiento y mesticia, mostrando la congoja de su vida en unas teticas recién alborotadas, un cuerpo encanijado y raquítico y unas piernas de garza marina, hasta mujeres gordas entradas en lo recio de la vida, enseñando su tristeza en unos senos caídos como viejas lástimas. Las hay de todas las razas, los colores de la piel las distinguen y si bien es cierto que se compadecen de él y le regalan monedas, alguna que otra vez es tratado con desprecio, como la vez aquella en que una hembra maciza, rellena de carnes, y piel más negra que sus propias tinieblas, lo conminó a retirarse:
-Para miserias, las mías-dijo la negra-. Andá a traficar tu lástima a otra parte que nosotras tenemos suficiente. Esta es una zona para venir a coger, no para pedir limosna. Llamó al guardia de seguridad y le ordenó que lo sacara.

En esos recorridos por zonas de alcahuetería, se ha encontrado con un hombre de túnica blanca, generoso y sabio, consejero, que platica con ellas a través de las rejas donde se encuentran encerradas o en lo oscuro de sus habitaciones empuercadas.

Las prostitutas le cuentan de él, lo describen, le dicen que no es cura, no lleva sotana negra, ni tampoco carmelita como los franciscanos, no parece capellán del ejército, ya que su indumentaria no es verde oliva, el color de la guerra y de la muerte. Nadie conoce su nombre, no saben quién es, aunque sospechan que es el Redentor; algunos piensan que anda, como todos, en busca de placeres en la calle.

Le sugieren que lo aborde, que le pida consejos, que se cubra bajo el manto de su generosidad. Muchas, generosas, no le cobran por la tocada. Otras lloran con él, se acuestan con él y le dan dinero. Algunas, más dadivosas, conmovidas ante su tristeza, lo llaman, ven pobrecito ciego, entra, yo te haré cositas ricas para mitigar tu dolor.
Y se lo hacían. El ciego, complacido, agradecía lleno de ternura y con sus pasos lentos e inseguros, se marchaba para seguir buscando. Los olores eran todos iguales, se lo decían.

El huérfano continuaba su andar por aquella ruta desconocida e incierta. Ellas mismas, después de verlo recorrer los cuartuchos durante muchos días, le pedían que siguiera su camino, cuando todas habían pasado por sus dedos. El ciego, comprensivo, seguía su ruar.

En la soledad de sus tristezas, llevaba la mano misteriosa a las narices y comprobaba que ahí estaba el olor, ya no tan fuerte, es cierto, pero siempre presente. Le parecía único, que a pesar de los miles de olores extraños que llevaba encontrados en sus años de investigador.

Sus dedos, maravillosos, recogieron el misterio de aquella hembra en floración, perfume que se prendió para siempre. Olor a mar, a embarcadero, a pescadores de perlas. Inolvidable.

Cuando el hombre de la túnica blanca había pasado antes que él, se llenaba de confusión con cada una de aquellas hembras, quienes después del acto de la tocada, exclamaban: ¡Hermano! El hombre de la túnica blanca las había transformado y todos, para ellas se volvían hermanos. Falsa alegría.

Recogía sus pocos bártulos y continuaba la marcha solitaria esculcando tugurios, burdeles, mancebías, lupanares, serrallos, leoneras o cualquier sitio donde se cometen desórdenes obscenos.

En uno de tantos encuentros con el hombre de la sotana blanca, sintió que alguien puso las manos en su cabeza y pronunció unas frases en hebreo. Al siguiente día, había recuperado la visión, la luz de sus ojos era intensa, la imposición de manos lo había curado y la felicidad que inundó su alma fue inconmensurable.

Era un hombre normal, tenía los ojos llenos de luminosidad, volvió a su tierna infancia, reconoció las caras, los árboles, las flores, los volcanes inmensos, los lagos, miró a los colibríes, las abejas, los perros, pero le faltaba su hermana. Buscó al hombre sabio, el de la sotana blanca, para besar sus pies y pedir ayuda que lo condujera a ella, pero el hombre había desaparecido. Preguntó en las iglesias, en los templos, en casas de oración y no pudo encontrarlo. Meditó con la efigie del hombre de la sotana blanca y se sintió feliz, liberado.

Con sus ojos buenos y la vista hermosa, su primer impulso fue abandonar la rebusca y comenzar a ejercer su oficio de enjuncador. El hombre de la sotana blanca lo había curado restaurándole la belleza de la luz para que encontrara paz en su espíritu inquieto, para que no sufriera en su pesquisa ingrata, tratando de decirle que el trabajo redime y que encontrar a su hermana, entre tantos olores dispersos, era más que imposible.

Llevó su mano olisca a la nariz y al aspirar pudo más el olor a tiburón que los consejos divinos.
Continuó su cacheo, su persecución, su rastreo, ahora, haciéndose pasar por ciego.

Dr. Melitón Barba.
De su libro: “En un pequeño motel”.





viernes, 27 de noviembre de 2009

Recordando al inmortal Nat "King" Cole.



Nathaniel Adams Coles era el verdadero nombre de Nat “King” Cole, pianista y cantante de jazz y swing cuya voz suave y aterciopelada cautivó a los amantes de la música de los años 40s y 50s.

Nat “King” Cole empezó su carrera musical como pianista de jazz y nunca se consideró a si mismo como cantante. Pero, por azares del destino, decidió cantar algunos temas que tocaban y fue entonces que su popularidad se elevó hasta tal grado de que la compañía disquera Capitol records lo contrató como artista exclusivo, y dicen que fue gracias a la venta de sus discos que Capitol records se salvó de la bancarrota.

Fue el primer artista de color en tener su propio show en radio y también en la televisión. Nat “King” Cole sufrió mucho por la discriminación que existía entonces en los Estados Unidos, a tal grado que un grupo supremacista blanco lo quiso secuestrar en una de sus giras por el sur del país, y también fue mal visto por sus vecinos de la lujosa ciudad de Beberly Hills, los cuales querían que se mudara fuera de allí solamente por el hecho de ser de la raza negra.

La primera memoria que tengo de la música de Nat King Cole fue cuando yo tenía unos cinco o seis años para una navidad, en la que escuché en la radio su canción navideña “The Merry Chistmas song” y después escuché algunos temas en español como Cachita, Ansiedad, Yo vendo unos ojos negros, Aquellos ojos verdes, Perfidia, etc. Todas estas canciones las grabó sin saber una sola palabra de español. Fue tanto su éxito que grabó nuevamente un disco más en español con temas latinoamericanos.


Su música todavía se escucha en las radios que tocan música de antaño y muchas de sus canciones han sido usadas en varias películas como sus canciones “Monna Lisa” , "Too young", y “Unforgettable”.

Mi canción favorita es "Smile" de la película "City lights" cuya música es del genio de la cinematografía Charles Chaplin, quien no solamente actuaba, sino que producía, dirigía, y componía los temas musicales de sus películas.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El Ángel de la Guardia, por Luís Echegoyen.


¡Qui`ubo, Cherada!

Fìjese que no le habiya escrito, porque me metieron preso otra vez y ayì nuabiya tinta, ni menos papel...¡Viera, oye!...el papel, si se conseguiya, no lo usabamos para cartas, sino que parotra cosa, porque fìjese que aquì en el tambo, como si juera maldiciòn, se harta uno menos, pero se obra el doble...y siuno no se harta del todo, se obra el triple!
Asies queso de usar el papel parescribir aquì en la de choto, es màs que pecado, porque enqueseya en pedacitos los va ucupando uno pa`ligiene de la salù y dispuès, cuando siacaba, se va uno pedaceando los trapos que trài, hasta quiuno se queda en las puras garras, como que fuera Tarzàn.
Por eso es que el papel y los chirajos valen màs que el pisto aquiadentro y uno los esconde como puede. Aquì la buena cherada se demuestra pasandole enqueseya una tirita de papel o de trapito a un camarada..¡Si viera còmo se lo agradecen! Sòlo con una projunda mirada triste de reconocimiento involuntario que les llega de la ispiraciòn de su alma sòla y atormentada por todos sus pensamientos carcelarios!

¡Jum...èso de comer poquito y descomer a lo grande, son inventos dèsos cuiliones gringos que vinieron a entrenar a los cuilios de aquì, adispuès que disolvieron la benemèrita, la diacienda y la policiya nacional y zamparon tambièn en la misma olla a un cachimbo`e guerrilleros bien tramados que veniyan de las montañas de Honduras...¡Imagìnense cherada, los ratones los gatos y los chuchos, revolvidos en el mismo costal, a cargo de la justicia del paìs!...¡Pero de què me quejo...si injusticia, siempre ha habido!...y si nò, mire lo que pasò en mi pueblo, hace muchos años...



.-.Las llamitas de la fè.-.
Fìjesese que allà en mi pueblo El Ocote, apesar de que nuay luz elèctrica, su gente es "bien alumbrada"...Mire, viera como esperan con grandes ansias la llegada de Diciembre, para salir en las pastorelas....Si hasta se peleyan por ver quien va a dentrar en ellas y quien no . Entonces, cada año, para que no haigan èsos relajos, el Cofrade Mayor, les va agregando pastores, soldados romanos, o cinturiones,(asi les dicen porquiandan todos yenos de correyas de cuero) y otro montòn de majes que van vestidos de abejas que caminan en cuatro patas, porque las van pastoriando.

Fìjense quiun año hasta queriyan poner seis reyes magos, inventando que los otros tres yegaron tarde porque se habiyan perdido en el mar oceano del oriente màs lejano que Jocoro.
Y es que toda la galguitud por salir en lo que seya, nues tanto por los tamales, ni el pan dulce, ni por cafè ni por el chaparro que les dan en cada casa que visitan, sino por las candelas quiocupan para hacer la projesiòn que va de casa en casa, alumbrando las calles del pueblito, con sus llamitas de fè...Y viera que son bien tramados, porque las candelas nuevas sòlo las yevan los que van enfrente de toda la mara...los demàs, sòlo yevan un cabito y asì se van cambiando de lìnea, hasta que todos tienen un cachimbo`e candelas nuevas que se esconden entre los mantos y las desarmaduras de los tales cinturiones, los que ya a riata, agarran de verdà su papel de guardias y andan empujando juerte a la gente, que se cayen con porrazo...pero ya para la madrugada cuando casi todos estàn bien bolos de tànto chaparro y chicha de tanatillo, la gente se caye sòla de la gran juma qui`anda, pior cuando los zamaqueyan otros que ni han salido en la pastorela, y eso luacen para que les caygan las candelas y guebiàrselas...¡Mire!... Y asì, en esta zamotana. desde el primero de diciembre hasta el siete de enero, ¡todos los santos diyas! Otros màs alumbrados, que son los mañosos, venden las candelas nuevas cuando hay plaza`e mercado. ¡Pùchica, si yo a veces digo que un diya dèstos, èste pueblo El Ocote, se và aderretir de tànta esperma de candela, porque se siente el tufo a iglesia yena, dende cinco cuadras antes de dentrar al pueblo!
Como èste pueblo es tàn pobre, la gente no và a la iglesia, sòlo por no dar limosna, porque no tiene pisto...Pero fìjese que la fè es tàn grande, que hasta los hombres, cuando van, se tapan la cara con algùn paño viejo, para que no los arriconozcan y adispuès anden diciendo quièn diò y quien no diò...por èso es que don Mateyo, el sacristàn, un viejito bien viejo, cuida el santo templo y lo va a limpiar cada semana...siesque don Mateyo es un màrtir, ya que por ser èl mismo, el Cofrade Mayor, es el que viene ensayando las pastorelas, "dende que el mundo es mundo". Y èsta iglesia, no tiene cura fijo, porque no tiene limosnas. Cada mes, cuando hay misa, yega uno nuevo...vè el panorama y ya no regresa..Y es que cuando dentran al pueblo, se enganchan y dicen, "Uy, que gente màs piadosa, como guele a cera derretida...asaber cuàntos altares habrà" !Pero adispuès de la misa, a l`ora de pasar el cuchumbo, ven que la realidà rial es otra, ya que ni en el templo hay candelas, ni en el cuchumbo limosnas!...¡y ya no regresan!

Por èso es que la jente de El Ocote, ucupa las pastorelas como un acto relijioso de arrefexiòn ispiritual que los acerque enqueseya una vez al año, a la inmensidà de los cielos. Otros pueblos y cantones vecinos, se burlan de lojotros, diciendo que El Ocote "no tiene cura"...¡Seguro que no tenemos cura...pero diotra cosa! ...Y aquì les pongo dos ejemplos...Miren, hacen muchos años, una de las cipotas màs chulas del pueblo, qu`es una chelita que se trajo su mama, la niña Lola, bien tiernita, como un ricuerdo de cuando se juè a servir a la capital, pues èsta bichita, que se yama Blanca, ya a los 16 años y criada en èstas tierras, como teniya la carita bien linda. como diartista, dèsas que cantan y se chuloneyan todas y como se manejaba un cuerpecito bien desarroyadito y sobre todo un cabeyo asi, largo, como achelado, como de màiz, juè nombrada por don Mateyo para que eya hiciera de Angel Mayor en la pastorela dèse año....Y la nana, la niña Lola, como haciya de Pastora Mayor, no se le despegaba, como no se despegaba de la botella de chaparro, ende que regresò de la capital toda tristosa y arrastrando a la Blanquita...¡pero el diablo es el diablo y le incuentra salida a todo...y todo lo enrrieda tambièn! Habiya uno que le habiya echado el ojo a la chelita y se habiya jurado entre ceja y ceja, "¡A èsta mazorquita tierna, la desgrano yo!"...Este pìcaro de siete suelas, era Gumero. el chichero.el que les vendiya el chaparro a los que teniyan pastorelas en sus casas y que por èso ya se lo habiyan yevado preso varias veces, los diacienda y hasta los de la guardia de San Juàn Tepezontes, con todo y sus chilindrujos qui`ucupaba pa`la estilaciòn, pero al salir, golviya a lo mismo.


Esta vez consiguiò que don Mateyo le diera el papel del Diablo, en la pastorela...y asì juè...ay iban, de casa en casa y el diablo del Gumero le dijo a la nana de la Blanquita, que se echara un traguito para el friyo...diuno que nuera del corriente que èl vendiya, sino diuno bien refinado que èl tràiba escondido en uno de los cachos y que luaciya de vez en cuando,sòlo cuando se sabiya quiba a yegar cura al pueblo. Porque el ùltimo que estuvo, como le gustaban los triquis, le juè a bendecir todas las ollas hasta el jondo de la quebrada onde teniya el alambique y dende entonces, no lo habiyan apresado los de la chichera.
La niña Lola, al prencipio se opuso a acectarle un trago al diablo del Gumero, pero pudo mas el yelo de la madrugada y la ganita que nunca le faltaba y al fìn se convenciò quiuna lijita no liba a ser daño, pero que liba cortar el friyo.
Y asì, de casa en casa, la Pastora Mayor siempre andaba buscando al Diablo para que diera màs del bendito refinado.

.-.Los cachos del Diablo.-.
Cuando la niña Lola buscò al Gumero, este no apareciya por ningùn lado...¡ni su hija!
¡Pero ya enguelta en los vapores atontadores del chaparro,en realidà, l`importaba màs encontrar al chichero con su lijita, que a l`ijita de ella!
Y no juè sino que como a las cuatro`e la madrugada, cuando hicieron la ùltima cantada, bailada y rezada, que todos los feligreses se dieron cuenta de la desapariciòn del Diablo y del Angel Mayor...y màs, cuando un cipote yegò corriendo bien asustado y gritando a todo lo que daba..."¡¡Vengan...vengan, quiàllà por el chilamatal del riyo, el Diablo tiene bien despatarrado al Angel Mayor y bieran todas las picardiyas que le està haciendo con un gran cacho!!...¡¡vengan...vengan!!"...
...y al riyo corrieron todos y en la carrera que yebaban, se les cayeron todas las candelas. Y es que a veces, la curiosidà puede màs que la necesidà.
Y en el riyo los encontraron...gueno la hayaron sòlo a ella, tirada en la grama, toda desmechada y con las alas todas desplumadas y el aro di`angel que yebaba en la cabeza, lo teniya enganchado en el galiyo...pero lo pior de todo juè que estaba enseñando todas sus verguenzas, porque estaba como que le habiya dado vàgido, asina, como dormida, pero con los ojos abiertos y con una sonrisa istupida en su cara del rostro.
Del diablo del Gumero, sòlo encontraron la capa, la cola y uno de los cachos. La niña Lola siagachò y agarrò el cacho y dijo; "¡Vè que diablo màs irfeliz, se yevò el cacho del refinado!" y lo tirò lejos.

Ante tàl escàndalo, el pueblo todo, de El Ocote, se sintiò burlado de su fè y necesidà.
Y asì, vestidos de pastorela,se jueron todos a pura pata hasta el pueblo grande, a poner la queja a la guardia. En el puesto de la Benemèrita, estaban los cuatro agentes, el cabo y el sargento mayor.
este tomò la declaraciòn despuès de haber tomado el canutero y inmediatamente, dispuès de haber hecho un montòn de circulos y letras invisibles en el papel, como pa`coger inviòn, escribiò, con trazos bonitos y firmes, asi, pues, "con letra`e guardia", la declaraciòn.

"A los quince dias del presente mes de diciembre del año mil novecientos sesentidòs,ante mì, Sargento Patrocinio Chàvez, encargado, jefe y responsable del puesto de avanzada rural de la siempre Benemèrita Guardia Nacional de la Repùblica de El Salvador, en la Amèrica Central, puesto que se localiza en la ciudad de San Juàn de los Tomates, departamento de La Paz, de la misma y susodicha repùblica, ante mì, repito, se presentaron varios honorables residentes del pueblito El Ocote,vecino de èsta jurisdicciòn. Para mayores señas, anoto que El Ocote, es màs conocido por èstos rumbos, como Las Candelas, (que para alumbrar, es lo mismo). Dicho pueblo e`stà a tres leguas de aquì. Los susodichos ciudadanos declaran, que mientras cantaban las pastorelas en dicha poblaciòn, el individuo, Gumaro "El Chichero",(porque se desconece el apelativo del interfecto), violò a mansalva y contra su voluntad, a una menor de 16 años, aquì presente, de la cual, todos los vecinos se negaron a proporcionar su susodicho nombre,por haber sido, como expresaron, de mucha verguenza para su comunidad, en su mayorìa indìgena, menos la susodicha vìctima, que se vè de aspecto ladina, ya que es bien blanca, bien proporcionada y de facciones agradables y quien en vez de estar triste, apesadumbrada y adolorida por lo que le sucediò, muestra en su rostro una gran placidez.

Instruimos pues, a los acongojados vecinos, que se regresaran tranquilos a su pueblo y que atendieran despuès a la vìctima en todo lo que fuera posible, ya que todas las seis parejas de guardias de èsta jurisdicciòn, buscarìamos intensamente al culpable, en todas las covachas de la montaña y en las barrancas de la sierra, hasta dar con el interfecto y capturarlo vivo o muerto, para que pague con sus huesos en la càrcel, èsta terrible afrenta a la sociedad. Dicho y hecho, los vecinos de Las Candelas, firmaron todos dicha acta y se fueron esperanzados en que el brazo largo de la ley, darà con el culpable, como sin duda ocurrirà, porque no hay Diablo que pueda con la Guardia" Al firmar la acta, los que no podiyan escrebir, pusieron una cruz y otros pusieron hasta tres, para sentirse màs importantes.

Pero la cosa en rialidà no juè asina...porque lo que sì pasò, juè que dispuès que todos se jueron, sòlo se quedò la niña Lola..y la Blanquita.
A la vieja, el zorro del sargento, veterano de tànta chicherìa, le sintiò la gran resaca del refinado y se dijo; "¡Vaya...a una la han violado y a la otra la han embolado!"... y yevandose a la vieja a un cuartito que hacìa las veces de comedor y de salita, con el tìn tìn de que la mañana ya habiya yegado y para que mezclada con los nervios de la ocasiòn, no le juera a entrar una goma bàrbara, d`esas de garabatiyo, la convenciò que se atravesra dos soberbios tamalguaishtazos y le dijo que se quedara ahi, que ya iba a regresar èl, porque iba a eisaminar el cuerpo del delito.

¡Y vaya que si lo eisaminò!...la cipota, que estaba como lela, casi ni sintiò cuando le quitaron el camisòn arrugado y yeno de hojarascas, ni las alas, ni nada...el sargento la dejò chuloncita, como cuando la niña Lola la trajo de la capital, nada màs que agora estaba màs desarrolladita, un poco eisageradita, talvez.
El pìcaro del sargento, le dijo a su tropa que se juera al patio y que ya los irìa llamando, en òrden, dependiendo de su rango..o seya, de segundo el cabo y dispuès los agentes,
asigùn los años que tuvieran de alta.

Como a la una de la tarde, los vecinos que se habiyan quedado a la entrada del pueblo, vieron llegar a las dos mujeres...una bien de goma, toda mocosa, con los ojos todos colorados y la otra, toda arrugada, con el camisòn al revès, arrastrando el aro que debiera de tener puesto en la cabeza.
Ante las indagaciones de los vecinos, la niña Lola les dijo, que el sargento Chàvez les habiya dicho que para hacer la cactura mas ràpido, habiyan tenido que eisaminar varias veces y bièn bièn, el cuerpo del delito.
La gente, con respeto a la pena y al dolor ajenos, comprendiò la gran injusticia impuesta por la justicia...y en silencio, cadicual se juè para su casa.

Cabal, a los nueve meses, la Blanquita, a la que le cambiaron el nombre por el de Toyita, dende cuando el aicidente y ya les guà decir porquè. Pues èsta tuvo un cipotiyo igualito a ella, bien bonito...pareciya un angelito, nada màs que morenito...Y discurriendo que habiyan sido màs los guardias que el diablo sòlo los que se la atoyaron, despusieron bautizarlo como Angel...Angel de la Guardia y a su mama, la atoyada, "Toyita". ¡Por èso es que dicen que la Guardia, puede màs que el mismo diablo!
________________________________________________________________Miren cherada, ya se miso oscuro y no quiero seguir gastando màs candelas.
¡Como no sè cuando guà salir, diun vez les deseyo a todos una buena navidà, pero sin pastorelas!...pero èso sì..¡CON MUCHO CHAPARRO!
Su chero, Gumaro.
Luis Echegoyen.

sábado, 14 de noviembre de 2009

La chica más bella del mundo



(¿Serán las dos la misma persona?. No, la foto de la izquierda es de la actriz norteamericana Marilin Monroe, y la chica de la derecha es Maribel Arrieta Gálvez, salvadoreña) .






María Isabel Arrieta Gálvez, simplemente llamada Maribel, una joven notable, y, como varias personas me comentaron, sin duda, "la chica más hermosa en El Salvador." No hay pruebas que respalden eso. En 1953 fue elegida "Miss América Latina" de entre 43 concursantes montada en una carroza en Pasadena Rose Parade.
Luego, en 1955, Maribel representó a su país como "Miss El Salvador" en el concurso "Miss Universo" en Long Beach, California. Ella quedó en segundo lugar detrás de la representante de Suecia, Hillevi Rombin.1 Maribel era una celebridad nacional cuando regresó a El Salvador después de la competencia, y una muchedumbre considerable, entre ellos Enrique Álvarez y su hermano Ernesto, fue el encargado de recibirla en el aeropuerto.

De hecho, los amigos de Maribel habían esperado que ella ganara el primer lugar en el concurso. Uno de sus compañeros de Los Angeles todavía tiene una opinión firme:

Ella no era la segunda chica más hermosa en el mundo. Ella era la más bella (por dentro y por fuera). Todos estábamos seguros de que ella iba a ser Miss Universo. ¿Por qué no? Ella hizo algo muy estúpido. El día antes del gran juicio, salió a la playa y se quemó de sol !!!!! Su piel era de color rosada, rosada, rosada en ese traje de baño! De hecho, uno de los jueces le contó que había perdido puntos por eso, y eso es lo que le costó el concurso.2

Una historia del concurso (que se encuentra en el Internet) confirma que en1955 se produjo una inusual "escándalo", porque "un grupo"cuestionó el juicio final, insistiendo en que Maribel, descrito como "la más exacta doble de Marilyn Monroe", debería haber ganado. En cualquier caso, Maribel tuvo un par de consuelos, además de su segundo puesto. En primer lugar, fue votada como "Miss Congeniality" por los demás concursantes, su propia elección para la persona más amable entre ellos. También obtuvo un contrato a corto plazo y clases de interpretación de Universal Studios de Hollywood, y en noviembre de ese año, actuó en la comedia del cine mexicano "Nos veremos en el cielo", que fue proyectada en 1956. Por desgracia, la película fue menos memorable que la apariencia Miss Universo de Maribel, y parece haber sido el único que ha hecho.3

Maribel también fue una buena artista, y estudió en el Colegio de Arte de Los Ángeles durante la década de 1950. En 1953 recibió un premio por una de sus litografías y fue aceptada como miembro de la Sociedad de la Acuarela de Los Ángeles. Décadas más tarde sus pinturas aparecieron en las exposiciones internacionales en Francia, España, Bélgica, Estados Unidos e Italia. En 1983 uno de sus cuadros ganó el primer premio en la Exposición Internacional de Mónaco.

Un testimonio más interesante para Maribel es que sin saberlo, jugó el papel de Beatriz de un joven poeta nicaragüense en el exilio:

El poeta nicaragüense Rigoberto López Pérez, que en 1956 asesinó al dictador Anastasio Somoza García y perdió su propia vida en el acto. Para muchos (pero por supuesto no es todo) los nicaragüenses es un héroe nacional amada. El destino de los álbumes de poemas escritos a Maribel, por desgracia, desconocido


Allí, en San Salvador, Rigoberto se enamoró, con el amor platónico más apasionado que he visto, con una hermosa joven salvadoreña llamada Maribel Arrieta, la única centroamericana en ganar el segundo lugar en el concurso internacional "Miss Universo".


Un día me mostró un álbum completo del manuscrito de poemas dedicados a Maribel. Creo que ella nunca llegó a conocer personalmente a Rigoberto, ya que todo esto ocurrió por medio de nosotros.4



Durante varios años, Maribel Arrieta y Enrique Álvarez anduvieron juntos frecuentemente, y amigos esperaban a la boda. Enrique era de una rica familia cafetera, también era un atleta de alto nivel en varios deportes y fue descrito como "un bailarín divino". Ciertamente, él fue uno de los solteros más codiciados de El Salvador.5 Maribel, a su vez era algo más que una linda chica, "era una persona hermosa por dentro y por fuera", dice el amigo Antonio Cabrales:

Era hermosa, rubia, se parecía a Marilyn Monroe, de ese tipo, pero mucho más hermosa. Marilyn era más sexy, esta chica era muy humilde, muy agradable - una chica hermosa. Ella solía venir a los juegos, y que fue [] Enrique amiga. Yo solía ir con él para darle serenata, tocar la guitarra y canciones de amor, y él cantar y todo ... Me acuerdo de todos esos años.
Realmente le gustaba esta chica. Por alguna razón, algo que sucedió no continuó con ella. De lo contrario creo que su vida podría haber cambiado, casado ... Nunca se casó.6

Otro amigo y colega, Lino Osegueda, tenía esto a decir de Enrique y Maribel: "Ellos estaban realmente enamorados y planeaban casarse. Sin embargo, su meta en Miss Universo abrió para ella un año de modelar y de turismo en Europa, y esto llevó a su ruptura. Un poco más tarde, Enrique se puso muy molesto al leer de ella se que iba a casar con un noble. "7

Y así lo hizo. En diciembre de 1956 Maribel fue nombrada canciller del consulado de El Salvador en Amberes, Bélgica, donde se desempeñó hasta 1963. Allí conoció a Jacques Thuret. Cuando los dos se casaron en abril de 1961, Maribel misma se unió a la nobleza belga como la Baronesa de Thuret. Pero después de la muerte de Enrique Alvarez, 20 años más tarde, Lino recibió un sobre de Maribel con una foto de la década de 1950 que muestra su baile con Enrique. Ella no podía seguir más, explicó, ya que ya le hacía demasiado triste. Lino especula que la historia de amor frustrado con Maribel podría ser la razón nunca se casó Enrique, pero no es seguro, y tampoco lo es nadie.

El matrimonio de Maribel con Jacques Thuret produjo tres hijos, pero su relación no era muy feliz, "Jacques no era un buen hombre", según uno de sus amigos. Afortunadamente Maribel tenía otros intereses. Mantiene el trabajo diplomático en varias posiciones, y en 1977 se convirtió como agregada cultural de la misión de El Salvador a la Comunidad Europea. Vivir en Europa también le permitió seguir estudiando y trabajar como una artista con un éxito considerable, logrando su primer show internacional en 1974 en Francia.


Maribel expresó sus sentimientos religiosos y de compasión por el cuidado de personas gravemente enfermas al hacer la peregrinación a Lourdes en busca de ayuda. Incluso estudió enfermería (en Bruselas), a fin de hacer este trabajo, y realizó muchos viajes con su propio dinero. Le fue otorgada La Orden de Malta en El Salvador el honor de su devoción con la "Medalla de plata de Melitense mérito" en 1981, y con el título de "Dama de Gracia Magistral" en 1985. Maribel murió en 1989 a la edad de 55 años.



Notas
1) New York Times, 24 de julio de 1955.
2) Este comentario, incluido todo el énfasis, es de un correo electrónico enviado por Los Angeles compañero de clase de Maribel Joy Bartula Wyse.
3) Esto no fue culpa de Maribel, para que el guión era bastante tonto. La película se describe en Emilio García Riera, Historia Documental del Cine Mexicano (Universidad de Guadalajara, México, 1993), volumen 8, páginas 138-140, incluyendo una foto de Maribel en su papel.
4) De "Pensando en Nicaragua", por Ignacio Briones Torres, 9/23/99, que se encuentra en el Internet (en español).
5) A pesar de su posición social, Enrique Alvarez dedicó su vida adulta a trabajar por la reforma agraria en beneficio de la población campesina de El Salvador. En 1980 se convirtió en presidente del Frente Revolucionario Democrático, de centro-izquierda de la coalición de la oposición política al gobierno existente. Fue asesinado por elementos del ejército ese mismo año. (Véase el artículo biográfico sobre Alvarez y la cronología en otras partes de este sitio web.)
6) Entrevista a Antonio Cabrales, San Salvador, noviembre de 1997.
7) Entrevista con Lino Osegueda, San Salvador, noviembre de 1997.

sábado, 7 de noviembre de 2009

MEMOrias de los loquitos de San Salvador.

A mediados de la década de los 60s era muy frecuente encontrarse en la calle con varias personas enfermas mentales que caminaban libremente por todo San Salvador sin molestar a nadie, ni que nadie los molestara, pues todo el mundo sabía que eran “loquitos”.

Entre estos “lorenzos” famosos de San Salvador estaba un señor de unos 60 años más o menos, vestido con harapos, descalzo, barbudo y hediondo a miados, que siempre andaba una piedra en la mano y andaba gritando: “Campos, (su apellido). Pero todo el mundo lo conocía como “Chico andá bañate”. A todo aquel que le decía su apodo, este le amenazada con tirarle la piedra.

Este personaje fue tan conocido y popular en la capital que hasta el grupo de música Fiebre Amarilla bautizó una canción con su nombre. También su apodo era tan popular que muchas veces era mencionado en las pláticas y conversaciones del pueblo.
Era muy común que las personas dijeran frases como. “Andás más chuco que Chico andá bañate”, o decirle a alguien solamente “Andá bañate”, por no decirle “andate a la quinta…”

Otro loquito famoso de entonces era un señor de unos 50 años, ojos verdes, que siempre andaba vestido con una camiseta color verde tipo Banlon, con un garrote en la mano y un bote de basura en la otra, que llevaba a botar desde San Jacinto hasta el puente sobre el Acelhuate de la colonia El Bosque.

Nadie le sabía su nombre, pero todo el mundo lo conocía como “Te pica”. Dicen que su apodo provenía desde niño porque una culebra lo mordió y quedó traumado por el incidente, y desde entonces la gente lo molestaba diciéndole “te pica”, por decirle “te pica la culebra”.

Otra característica peculiar de "Te Pica" era que tenía la cabeza completamente calva (en esos años solo los locos o los ladrones andaban pelones, y nadie que estuviera cuerdo o fuera gente honrada y trabajadora andaba pelón, no como en estas épocas que se ha vuelto común y está de moda entre los jóvenes y pandilleros).

Una anécdota que recuerdo de “Te pica” es que en todas las procesiones del Santo Entierro en Semana Santa, él iba al frente de la procesión vestido como siempre, pero ésta vez de corbata. Ni el arzobispo, ni el alcalde, ni nadie iban delante de él. Nadie le decía nada porque todo mundo lo conocía y sabía que era turulato.

"Te pica" también frecuentaba los velorios y cementerios, y se ofrecía a cargar los ataúdes de los muertos o a cargar las coronas para que le dieran su propina.
La Fiebre Amarilla también le hizo su canción a “Te pica”.

Otro loquito famoso de entonces era el loco “Carrito”. Era un hombre de unos 40 años, regordete, chuña, y era conocido porque andaba corriendo por todo el centro de San Salvador en medio de las calles pues se creia que era carro, por ese le decían "Carrito". Imitaba el sonido del motor con la boca y con las manos hacía como que agarraba la palanca de velocidades de un carro de verdad y metía los cambios de velocidad. También metía reversa y se parqueaba en medio de los carros. Dicen que murió atropellado por un bus de la ruta 2 al cual quiso sobrepasar sin sacar la mano y sin tocar el pito.

Otros locos famosos fueron una pareja de pordioseros chichipates conocidos como “el Pellejo y la Pelleja”. Otra loquita muy conocida fue la “loca Amparo”, de la cual decían que se robaba a los niños.
Las madres les decían a sus hijos que no se fueran a perder porque la Loca Amparo se los podía robar.

Otros eran “Chiva Vieja”, “Chumbulúm”, (que ambulaba por el mercado La Tiendona), “Trucutú”, y otros que se me han olvidado con el paso de los años, pero que también fueron personajes folclóricos del San Salvador de los 60s y 70s.

martes, 3 de noviembre de 2009

Recordando a Gerry and the Pacemakers.

Uno de los grandes grupos de Rock and Roll de los años 60s, cuya música llegó también hasta nuestro país y que fue parte de lo que se denominó como "la invasión Británica", fue el grupo de Gerry and the Pacemakers, cuyos éxitos solo fueron superados por los Beatles.

Entre sus éxitos más sobresalientes estaban I´ll be there, Ferry cross the Mersey, I´ll wait for you, Don´t let the sun catch you crying, How do you do it y muchos otros.






sábado, 31 de octubre de 2009

MEMOrias del día de los muertos.


(Tumba de Enrico Massi, piloto italiano, pionero de la aviación en El Salvador, muerto en 1938).

El día de los difuntos era un día muy especial para mí, porque era el único día en todo el año que veía a toda mi familia, tanto del lado de mi padre como por el lado de mi madre. Era el único día en todo el año que nos veíamos todos juntos. Ni en navidad, ni año nuevo, ni en el cumpleaños de alguno de nosotros nos reuníamos todos. Solo en el día de los muertos.

Esto se debía porque mi abuela materna estaba enterrada casi enfrente a la tumba de mi abuelo paterno en el cementerio general de San Salvador, conocido comúnmente como cementerio de los Ilustres.

Cada primero de noviembre -o día de todos los santos-, mi madre nos llevaba a mi y a mi hermano al cementerio a limpiar la tumba de mi abuela. Llevábamos una cuma para chapodar la maleza, un balde con jabón y agua, un pincel pequeño y un botecito con pintura dorada para pintar los nombres de nuestros difuntos que se habían borrados por las inclemencias de la lluvia y el sol. Luego le colocábamos dos ramos de azucenas blancas y claveles rosados y una corona de ciprés con flores de mirto, cartuchos y azahares que la comprábamos en el extinto mercado Emporium, en el centro de San Salvador.

Después de limpiar la tumba nos íbamos a recorrer el cementerio para ver las demás tumbas y a admirar como las personas las habían arreglado y adornado.

El día de los muertos en San Salvador, al igual que todos los cementerios en el interior del país, eran muy alegres y animados. Por todos lados se veían vendedores de coronas y flores, de comida, de golosinas, de gaseosas y agua helada, habían mariachis y tríos que iban a cantarle su canción favorita a algún difunto; cipotes gritando "le limpiamos la sepultura", niños corriendo por todos lados, gente riendo o llorando por sus muertos, parientes acordandose de como eran sus allegados cuando estaban en vida, o contando chistes y anécdotas de los fallecidos, y más de alguno llevaba su pacha de guaro para echarse un trago a la memoria del fallecido.

Ese día el cementerio tomaba viva, se volvía un lugar alegre aunque fuera por solo un día al año.

(Tumba del Capitán Gerardo Barrios).

Al día siguiente dos de noviembre, el propio día de los muertos por la tarde, regresábamos junto con mis tías y todos mis primos para rezarle el rosario a nuestra abuela. Una de mis tías se encargaba de llevar el párroco de la iglesia del Calvario.

Después del rezo todos los primos nos dedicábamos a jugar escondedero en medio de las tumbas. Nuestros padres nos regañaban porque algunos de nosotros nos parábamos en las tumbas ajenas o nos escondíamos en los mausoleos y después se perdían y no los encontraban, y decían que teníamos que respetar a los difuntos o éstos nos iban a ir a jalar la cobija en la noche porque ese día los muertos revivían y salían a asustar a los vivos.

Mi padre, que era buen conocedor de la historia nacional, nos llevaba a visitar las tumbas de muchos personajes famosos de nuestro país, y nos daba una pequeña reseña de cada una de esas personalidades. Fue así como conocí por primera vez la historia del Capitán Gerardo Barrios, la muerte de Manuel Enrique Araujo, la vida de Francisco Morazán, la obra de Masferrer y la historia de muchas otras personas enterradas en el cementerio de Los Ilustres.

Ya casi a la hora de cerrar el cementerio, toda mi familia entera se iba a la casa de una de mis tías, que estaba cerca del parque Bolívar, a tres cuadras del cementerio, a comer torrejas en miel y cafecito caliente.

Con el correr de los años, y debido a los azares del destino, mis familiares dejaron de reunirse en el cementerio a enflorar a los abuelos. Casi todos mis tíos también fallecieron al igual que mis padres y fueron sepultados en diferentes lugares. Muchos de mis primos, al igual que yo, emigramos a los Estados Unidos, y los pocos que todavía viven en El Salvador no les inculcaron a sus hijos la tradición de ir a enflorar a nuestros antepasados. Otros se cambiaron de religión y dejaron de visitar el cementerio y enflorar a nuestros parientes occisos.

La última vez que fui al Cementerio General fue hace como cinco años en uno de mis viajes a nuestro país pues nos llegó la notificación de la alcaldía de San Salvador que si no pagábamos los impuestos atrasados de las tumbas se corría el peligro que sacaran a los abuelos del cementerio por falta de pago, porque ya no hay espacio para los nuevos muertos. Y el que no paga, lo sacan.

Y como casi siempre pasa, que nadie tiene pisto en El Salvador para esas cosas, mucho menos para muertos, me tocó pagar a mi la deuda, para que no sacaran los huesitos de la abuelita a la calle.

La tumba de mi abuela estaba semi destruida, sucia, descuidada y abandonada. La de mi abuelo no pude encontrarla. Se habían robado su cruz.



(Mausoleo de Francisco Morazán).

Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.


La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho,
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.

Despertaba el día
y a su albor primero
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.

Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:

"¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!"

De la casa, en hombros,
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.

Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.

Al dar de las ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron
y el santo recinto
quedóse desierto.

De un reloj se oía
compasado el péndulo
y de algunos cirios
el chisporroteo.

Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:
"¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!"

De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.

El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila,
formando el cortejo.

Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo;
allí la acostaron,
tapiáronla luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.

La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.

La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
"¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!"

En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan los huesos...!

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es, sin espíritu,
podredumbre y cieno?

¡No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
que al par nos infunde
repugnancia y duelo,
a dejar tan tristes,
tan solos los muertos.

Gustavo Adolfo Becker.
(Mausoleo del Dr. Manuel Enrique Araujo).

miércoles, 28 de octubre de 2009

Puta vieja.

Así era mi cuerpo, como el de la Margot, la cipota que está acusada de guerrillera. Claro, han pasado tantísimos años que ahora con mi cara cruzada de arrugas, la boca sin dientes y los pilguajos de chiches que me quedan, nadie podría reconocerme. Pero era bonita, aunque se rían.
Cuando lo conocí acababa de llegar al “Over de Top”, un burdel que quedaba en Soyapango y donde había otras quince muchachas, todas lindas, porque el Over era de lujo, sólo lo frecuentaban señores de carro y por la salida de una había que pagar quince colones. En ninguna parte cobraban tanto.
El vivía en una de las casitas de madera que quedaban a la orilla de la cuestona que sube para Soyapango. Lo veía con su uniforme del Instituto Nacional, siempre bien limpio, con los cuadernos apretados debajo del sobaco y su quepis de lado, con la hebilla del cincho bien lustrada; caminaba la cuestona del Agua Caliente para tomar el bus en la Garita, aunque muchas veces se iba a pie, porque no tenía ni cinco para la camioneta.
Al principio me miraba con desconfianza porque yo iba bien pintarrajeada, las cejas recortadas y los montones de rouge en la cara. Quizás por eso decían que a las que se pintan así la cara les rebota de putas. Yo estaba bien cipota, de unos diecisiete. Él era menor. Apenas llevaba una estrellita negra en la manga de la guerrera cuando me dijo que iba a cumplir los trece.
No me miraba, me tragaba con los ojos, y yo que ya era un tigre que caza echado, me burlaba y a propósito usaba unos vestiditos cortitos, o me bajaba a comprar la leche, sin sostenes, caminando la cuestona a la par suya y lo miraba al pobre, todo rojo de vergüenza tratando de cubrirse la bragueta con los libros, porque ya se le había endurado la cuestión. Hasta que comenzamos a hacernos amigos.
Al poco tiempo me regaló una foto y es por esa foto que estoy presa. Era mi chulo. Pero no de esos que le pegan a una y dicen que la protegen. No. Él nunca me pegó. Era mi chulo porque era mi marido, aunque no vivíamos juntos en la misma casa, pues yo siempre anduve en los burdeles, hasta que puse mi propia pieza a orilla de calle, allá por La Tiendona, y aunque se quedaba a dormir conmigo toda la noche, pero sólo los viernes, porque estaba estudiando.
Yo, para qué voy a negarlo, siempre estuve engazada de él. Hasta ahora.
Cuando recién comenzamos nuestro idilio no me quería agarrar los centavos, entonces yo le compraba ropa, buenas camisas italianas de donde Hugo Tona, y las mejores zapatillas que habían en La Marzenit. Me gustaba que anduviera bien guapo y, aunque salíamos poco, me sentía orgullosa de vestirlo bien tipería. Así fue que se acostumbró a la buena ropa. Hasta la de uniforme se la compraba de la mejor tela, no la rascuache que la vendían en Martinez y Saprisa. Ninguno del Instituto Nacional se vestía tan bien como yo lo vestía a él.
Los viernes me ponía lo mejorcito que tenía, pura angelita parecía, sin pintarme para que no me viera la cara de lo que era, y lo llevaba a comer. Íbamos a comer al restaurante Francés, uno bien elegante que quedaba esquina opuesta a donde Ambrogi y nos íbamos en taxi para que no lo vieran sus amigos. Nunca lo llevé a los restaurantes adonde lo llevan a una los clientes, ¡como van a creer! Ni al Claros de Luna, ni al Mercedes, ni siquiera a El Migueleño. Íbamos al Francés porque además allí había reservados y no me importaba gastar lo que fuera.
Para su bachillerato le regalé un traje entero, de allí mismo, donde Tona, un casimir inglés gris oscuro, que se lo hizo el maestro Huguet de la Sastrería Anatómica. Se miraba elegantísimo con su corbata roja pringada de blanco, y esa noche del título nos fuimos al restaurante y lo hice que se bebiera como seis jaiboles. Cuando llegamos a la pieza iba bien atarantado y pasamos una velada deliciosa haciendo planes para su futuro. Por esa época yo sentía que me quería. Esa noche me regaló otra foto de uniforme, donde estaba en grupo, pero se me perdió. La otra sí, la conservé toda mi vida.
En la universidad se cuidaba más de que no lo vieran conmigo, y yo lo comprendía, claro, porque iba a ser abogado y no era conveniente. A mí no me importaba, yo era feliz con que llegara una vez por semana a traer los centavos para los gastos y para sus libros. Porque era buen estudiante. No le gustaba tener que prestar libros, por lo que yo hacía el sacrificio para que no le faltaran. Me acuerdo cuando le compré el Código Penal. Me dijo que donde el Choco Albino se encontraban usados, pero yo no permitía eso. Para mi rey siempre debía ser lo mejor y se lo compré nuevo, no importaba si me machucaban más veces la babosada. Al fin y al cabo ya estaba acostumbrada.
Así seguimos hasta que terminó la carrera y lo mandaron a hacer su servicio social a un pueblo, pero nunca me dio el nombre del lugar. Eran tres años que iba a pasar de juez y yo presentía que era la despedida, porque ya no llegaba tan seguido, aunque siempre le tenía su ropita nueva, calcetines de seda, sus buenos zapatos y, en fin, todos sus libros. Porque aquí donde me ven, toda arruinada, me siento orgullosa de haberle comprado todos sus libros.
A su doctoramiento no me invitó, pero es que para entonces yo ya no servía. Ni señas de aquel culito bonito del Over. Llevaba como quince años de vida miserable, con tantos desvelos, y los clientes que obligan a tomar, y si una no cede, no salen. Era borracha entonces, pero delante de él lo disimulaba. No tomaba nada, aunque a veces me sentía olor a trago y se molestaba.
Se perdía por temporadas sólo llegaba por necesidad de los centavos. Pobrecito.
En esos tres años lo perdí. No lo volví a ver nunca, por más que hice para buscarlo. Como no permitía que conociera a sus amigos, no tenía a quién preguntarle. Después supe que se casó con una rica de aquel pueblo. ¡A saber!.
Entonces, de decepción, comencé a tomar más seguido y fui perdiendo mi clientela. De aquella puta que cobraba cinco pesos en mi pieza, fui bajando hasta llegar a tostones. Estaba marchita. Me había adelgazado y tomaba a diario. El único consuelo era su fotografía, que había mandado a ampliar y tenía en un marquito con vidrio y todo. Pensaba que algún día volvería, pero así fueron pasando como veinte años o más.
Después ya ni de puta servía, por vieja, flaca y fea. Así puse una mi ventecita de frutas allí mismo, en el mesón, ¡pero que iba a ganar! Además estaba podrida de la sangre, porque en la Sanidad me habían puesto la novecientos catorce varias veces, pero siempre estaba toda llena de chiras.
Entonces vino el pleito, porque la pieza la compartía con la Tencha, una puta no tan vieja que todavía trabajaba con el cuerpo pero era más borracha que el mismo guaro. Estaba necia desde hacía meses queriéndome quebrar la foto y burlándose de mi abogado. Eso a mi no me importaba, pero que no me fuera a tocar la foto, porque se iba a arrepentir. Hasta una noche, en que las dos estábamos pasadas de borrachas, agarró la foto y la tiró contra el suelo, y después la rompió en mil pedacitos. Yo no le dije nada porque tenía miedo, pero cuando estaba dormida le metí a saber cuantas puñaladas y me acosté. Al día siguiente la hallaron bien muerta. Y no me arrepiento, si me volviera a romper la foto, la volvería a coser a puros trabones.
A él, después de veinticinco años, lo volví a ver en el juicio. Estaba lindo, bien vestido, con un traje gris oscuro como el primero que le regalé. Se veía elegante, como cuando yo lo vestía. Era el fiscal. Es decir, no era él propio, sino su hijo. Eran igualitos. La misma mirada seria, el mismo bigote, su misma boca que tantas veces me comí, ¡y como sabía el muchacho! Hizo pedazos al defensor que me habían puesto, y yo, mientras él me insultaba, me decía puta vieja y otras cosas, lo miraba, embelezada, no le apartaba la vista, pensaba que era él, mi estudiante, el único amor de mi vida. A veces me turbaba y yo le obsequiaba una sonrisa. Era lindo, tenía la misma voz, y los mismos gestos. Cogía el cigarrillo igualito que él, y de malicia echaba bocanadas de coronitas como el papá.
Cuando terminó el juicio llegó a la banca donde yo estaba y me preguntó que por qué lo veía con tanta ternura, si él estaba pidiendo mi condena. Porque sí, le dije. Porque usted es bien lindo, como hubiera querido que fuera mi hijo, y le besé la mano.
Aquí en la cárcel me enseñaron el diario y recorté la foto. Se miraban bien lindos. Él, ya viejón, pero guapo, y él, jovencito, en primera plana. Resonante triunfo de padre e hijo, decía. Magistrado asciende a presidente de la Corte Suprema el mismo día que su hijo obtiene la condena de una asesina. ¡Se miraban bien lindos!¡Bien lindos!.


Melitón Barba.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El leperario nacional.

“¡Andá trabajá, vieja güevona. Lavá ropa; o embrocá la babosada, que todavía aguantás tus revolcones!”, gritó un fulano. “¡¡Coma mierda, viejo cerote. Metido!!”, respondió la aludida. Y los dos contendientes se trenzaron en un sartal de procacidades.
Ella era una pordiosera exitosa: “Hoy me ha ido mal, solo me han caído veinticinco dólares”, confesaba a veces a un lustrabotas. “¡Puta, y todavía te quejás!” Es que, cuando el día estaba bueno, recaudaba, de cora en cora, por lo menos cuarenta morlacos.
Él, en cambio, era un mercader que lograba amasar una ganancia diaria de unos diez o quince billetes de a uno. En la mañana expendía pan; en la tarde, atoles: que shuco, piñuela, de semilla de marañón, que de maíz tostado. Así que, al ver a la afortunada pedigüeña, se había alzado en codicias, había montado en cólera y le había dejado ir la andanada de denuestos. “¡Vieja cabrona, torroploca!”, había rubricado.
“¡Ah, mi pueblo –pensó don Sofonías, mientras ascendía a la acera y tomaba dirección hacia el mercado–, no ha subido el sol y ya está intratándose. Y si aquí la gente es shuca de la boca, allá en la capital ya dice quitá diay. El otro día, a tomar el bus iba yo, cuando un fulano le silbó ‘la vieja’ a otro. ‘La mía ya está muerta y necesita de una misa. La tuya, que está viva, necesita una gran pija’, le contestó el otro. ¡Ay, Dios. Se agarraron a trompadas, que si no me aparto, saco terminación!”
El bocinazo del recolector de basura sacó al anciano de su ensimismamiento. Los contendientes se habían quedado atrás. Los primeros carabancheles del mercado se veían a lo lejos. Don Sofonías apuró paso.
“Dicen que somos el país más lépero de Centroamérica –retomó el anciano–. ¿Será porque vivimos amontonados, como ratas en jaula, y más el agobio de la situación económica y la inseguridad, nos hace agresivos y la agresividad la sacamos insultándonos? A saber. Lo cierto es que, para léperos, nosotros: ¡ricos y pobres! Pero hay excepciones: la Teba. Yo digo mis zanganadas de vez en cuando; ella, no. A veces, el gato la saca de onda con su miagadera, pero no pasa de ‘gato baboso’”.
Y es que la niña Teba era así: sencilla, trabajadora, creyente, orante, nada afecta a la coprolalia propia de la más amplia salvadoreñidad. A veces, el dolor de los riñones la sacaba de marca, pero aún en estas ocasiones afrontaba con dignidad las incomodidades. “No hay que maldecir. Hay que bendecir a Dios y a la vida. Todo lo que llega, bueno o malo, es la compensación por algo”. Así creía, y así iba viviendo.
“¡¡Y si no va a comprar nada, para qué me hizo que soltara todas estas mierdas??” El reclamo que una vendedora acababa de soltar a un cliente volvió a don Sofonías al aquí y al hoy. “¿Y para qué la quiere más grande? ¿Que noventa culos va a poner?” Y, arrabiada, la mujer enhebraba con un lazo las orejas de una colección de bacinicas de plástico.
“Ah, mi pueblo”, volvió a decirse don Sofonías, mientras caminaba en busca de verduras para los pasteles de su Teba, y preparaba los ánimos por si aparecía otra muestra inesperada de aquellas antologías andantes del leperario nacional.

Francisco Andrés Escobar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Recordando las buenas épocas, segunda parte.



El "rock n´ roll", de los años 60 podría haber pasado como una moda más... Un "boom", juvenil sin precedentes en un pequeño país de Centroamérica. La realidad de El Salvador aparentaba estar lejos de toda relación con lo que pasaba en las naciones del mundo anglosajón, que vieron nacer a este importante género musical.

El movimiento hippie se fue tan rápido como vino. Aquí en el país, el movimiento juvenil se vivió de una manera muy propia, muy a lo latino. El movimiento hippie salvadoreño no logró cimentar una filosofía permanente en la juventud, en muchos casos "lo hippie", no pasaba de la ya inmortalizada moda de cabellos largos, camisa de colores encendidos, pantalones de campana, zapatos de plataformas, lentes muy grandes, minifaldas y alguna que otra experimentación con la Marihuana.

Había grupos de rock en casi todo departamento del país, en cada ciudad, en cada barrio. Sin embargo, sólo algunos lograron sobrevivir en el recuerdo. Ya se han mencionado los dos grandes grupos de la primera generación "Los Super twister" y "Los satélites del Twist"; grupos de la segunda generación como "Los Kiriaps" de Tony Delgado, "Los Supersónicos", de Luis López" y "Los Intocables" de Oscar Olano.


La lucha del rock por sobrevivir.
El rock no murió en los 70´s pero este si sufrió algunas transformaciones. Otros quizá llamen a este periodo "la crisis del rock salvadoreño". Los espacios cedidos por las compañías disqueras estaban reservados para las formas más "comerciales" de rock. Las bandas que tocaban estilos más pesados de rock eran discriminados por estas compañías que privilegiaban más la moda y lo comercial que el arte en sí.


En ese entonces, el mercado musical norteamericano descubre un nuevo estilo derivado de la mezcla del rock con los ritmos latinos y africanos más movidos. Era una mezcla de lo afro - tropical y el rock. La estrella del momento tenía un nombre: Carlos Santana. Su primera presentación fue en un teatro de San Francisco, California en el año 1968; pero su gloría llegaría en 1969 cuando aparecería en el festival de Woodstock.




También se pone de moda el estilo llamado "Chicano" (mexicano – norteamericano) que privilegia el uso de percusiones y otros instrumentos "no tradicionales", dentro del rock.
Sin embargo el rock seguía siendo rock. Algunas bandas experimentaron con su lado más duro y agresivo: bandas como "Cream" – de Inglaterra en los tardíos 60-; "Deep Purple" (1968) y los padres de lo oscuro "Black Sabath" (1969), que definirían entonces una escuela determinada. Algunos grupos nacionales como "Macho", de Juan Ramón Crespo buscarían ese estilo, lo cual les costaría la marginación por parte de las casas disqueras y radios.

Lo Tropical...

Algunos le llamarán una contaminación, otros: una etapa de experimentación y de la expansión de las fronteras musicales del rock.
Efectivamente, las modas no sólo venían del mundo anglosajón. En los años 70´s llegan al país ritmos muy bailables, fáciles de escuchar, fáciles de entender y de letras divertidas que hablaba de amores, despechos, sexo y parecidos. La cumbia y lo tropical dominarían la moda, los espacios radiofónicos estarían colmados de estos géneros. El rock se fusiona con lo tropical para sobrevivir.


En 1971 muere Tito Carias, primer y gran impulsador del rock en el país. Termina así la "época de oro del rock salvadoreño". Atrás queda una historia y otros luchan por escribirla. La tercera generación de rockeros, la de los 70´s, gravarían dignamente algunos nombres importantísimos en ella.


"La Fiebre Amarilla", (creada en 1971) es quizá el nombre que más resuena. En ese entonces su manager era Willie Maldonado – actual conductor televisivo -. Uno de los fundadores de La Fiebre, Tony Delgado, era un ex "Kiriap".
Citando a "La historia del rock", escrita por el periodista musical Orus Villacorta (publicada en la revista Planeta Alternativo – EDH) : "La fiebre vio las cosas de una manera más comercial. En aquel entonces, el movimiento musical en nuestro país estaba compuesto por dos corrientes comerciales: Las orquestas que tocaban música tropical y los grupos de la nueva ola (rock)... Dado que todos se cotizaban muy bien, si alguien organizaba un evento, el dinero no alcanzaba para contratar a un grupo tropical, como a uno de rock. "Fiebre Amarilla" fue uno de los primeros que fusionó ambos estilos musicales y todo el mundo quería tenerlos en sus fiestas".

(Artículo tomado de El faro)


domingo, 11 de octubre de 2009

Adiós al Mundial


Perdimos. Si perdimos el partido de fútbol contra México, pero jugando fútbol como debía de ser. Ellos fueron mejores, sin duda, y nos anotaron cuatro veces. Nosotros anotamos solo una vez. En el papel queda como goleada. Y lo fue.
Los números son fríos y categóricos: México 4, El Salvador 1.
México gana el pase al mundial y nosotros no logramos ni siquiera el repechaje.

Lo que no dirán los números es que El Salvador jugó sin complejos, con garra y corazón, y que en algunos parajes del partido se vio mejor que el local, pero esto no se transformo en goles y los partidos se gana con goles y México los hizo.

El primero, un autogol, el segundo un golazo de Cuauhtemoc Blanco que a pesar de sus años sigue siendo el alma, cerebro y corazón del equipo azteca. El tercero, otra jugada de Blanco, culminada por Palencia, otro veterano; y el cuarto, error de nuestra defensa, regalo para Carlos Vela que se la llevó con el brazo para fusilar a Montes.
Este último tanto debió haber sido anulado, pero el árbitro Batres lo dio como legítimo.

El único gol de El Salvador fue un soberbio golazo de tiro libre desde casi 35 metros de Julio Martinez, que se le metió en la esquina que cubría Memo Ochoa, que nunca pensó que se lo iba a comer. ¡Golazo!.

Al final, triste por la derrota, pero satisfecho por la labor de nuestros jugadores.
El miércoles vamos contra Honduras en el Cuscatlán. Lo único que nos queda es terminar nuestra participación en ésta clasificación con la frente en alto y tratar de ganarles a los hondureños para enviarlos al repechaje.

Ahora, a pensar en el futuro.

Si seguimos por éste camino, es muy posible que para la próxima logremos obtener mejores resultados, puesto que tenemos muchos jugadores jóvenes que han ganado mucha experiencia en éste proceso y que les va a servir en el futuro.

En cambio Honduras, Costa Rica y el mismo México tuvieron que recurrir a la experiencia de muchos veteranos y algunos hasta ya retirados para salvarlos de la debacle total porque sus jóvenes no respondieron como deberían.

Ojalá se le renueve el contrato a de los Cobos, y si no, quien sea el nuevo entrenador, que se le respete su proceso, porque ya vimos que cuando los objetivos se piensan a largo plazo, y se le dan las facilidades, se obtienen sus frutos. Pero cuando las cosas se hacen a la carrera, sin recursos e improvisadas, los resultados son negativos.

¡Arriba con la selección!

Memo.

sábado, 3 de octubre de 2009

MEMOrias de Raúl "Araña" Magaña"



(Raúl Magaña en el mundial de 1970 en México) .

Esta semana supimos del fallecimiento de Raúl Alfredo Magaña, gloria del deporte salvadoreño, y sin lugar a dudas, el mejor arquero de fútbol que nuestro país a producido.

“La araña”, como era conocido, tenía una elasticidad increíble y buen atajador. Fue miembro del quizás, mejor equipo salvadoreño de todos los tiempos, el Alianza F.C. de finales de los 60s.

Como un pequeño homenaje para Raúl Magaña, quisiera contarles una jugada suya que la presencié en un partido, que a ningún portero se la he visto jamás, para que los que nunca lo vieron jugar aprecien la calidad que tuvo, y para los que lo vieron, se recuerden de su técnica y su agilidad debajo de los tres palos.

En un partido entre el Alianza F.C. de San Salvador y el Águila de San Miguel-que eran los dos mejores equipos en los finales de los años 60s-, se iba lanzar un tiro libre por el lado izquierdo muy cerca del área grande a favor de Águila y lo iba a ejecutar Ramón (Mon) Martínez, uno de los cañoneros y goleadores más temidos entonces en nuestro país.

(Equipo Alianza de 1967, el mejor de todos los tiempos) .


“La Araña”, en lugar de colocar la barrera de hombres enfrente del tirador, se colocó él solo enfrente en el sitio donde supuestamente se debía colocar la barrera de protección y mandó a casi todos los demás jugadores a ponerse debajo de la portería.

Todo mundo se extrañó, los jugadores contrarios, el árbitro, la banca, el mismo Mon, y toda la tribuna. Sus mismos jugadores no sabían qué hacer, pero la Araña les gritó que le hicieran caso.
El árbitro pitó para ejecutar el tiro, Mon tomó carrera, disparó con muchísima potencia directo a la portería…y la Araña le paró el disparo y se quedó con la pelota.

Todo mundo se paró para aplaudirle y gritar de alegría por la jugada.
Y Mon se llevó las manos a la cara, de la vergüenza.

Ese fue Raúl “Araña”Magaña, el mejor portero de todos los tiempos en nuestro país.

Ojalá nuestras autoridades le pongan su nombre a algún estadio, en reconocimiento a su trayectoria futbolística y su legado deportivo a nuestra patria.

¡Que despanse en paz!


(En el encuentro entre el Santos de Brasil de Pelé y el Alianza, en el que el equipo salvadoreño ganó por 2 a 1) .


martes, 29 de septiembre de 2009

¿Te acuerdas de...?

El relato a continuación me lo mandaron en un e-mail como cadena, de esas que hay que hacer copia y mandarsela a todos sus amigos.

Yo no soy partidario de servir de eslabón de ninguna de ellas, pero ésta me gustó su mensaje.
Así que decidí compartirla con ustedes, y si quieren, pues la pueden copiar.

Memo.


¿Te acuerdas de... aquel tiempo, cuando las decisiones importantes se tomaban mediante un práctico... 'Tin Marin de Dos Pingüe... Cucara macara, titere fue... "Piedra,papel o tijera", o "par y non"?.
-Se podí­an detener las cosas cuando se complicaban con un simple...'No sevale' "pido tai".
-Los errores se arreglaban diciendo Simplemente... 'Empezamos otra vez.
-El peor castigo y condena era que te hicieran escribir 100 veces... 'No debo...
-Para salvar a todos los amigos... bastaba con un grito de..."Un, Dos, Tres para mi y por todos mis amigos....
- Siempre descubrí­as tus más ocultas habilidades, a causa de un....¿A que no haces esto?.
- No habí­a nada más prohibido que jugar con fuego... SOBRE TODO EN DICIEMBRE.
-Y lo único que nos hací­a correr como locos...EL ÚLTIMO ES UN...
-El 'ladrón y el policia' era solo un juego para el recreo, y por supuesto era mucho más divertido ser ladrón que policí­a...
-Las bombas de agua eran la más modernas, poderosas y eficientes armas que jamás se habían inventado...
-Nunca faltaba el dinero que nos dejaba el ratoncito bajo la almohada... por los dientes.
- El grito "GUERRA" solo significaba arrojarse bolas de papel o pedacitos de yeso en la escuela.
-El pan con crema o miel, y la leche con pan constituí­an el grupo de los alimentos básicos y esenciales... y Los bolis, minutas, charamuscas y chocolates gallito las mejores golosinas.
- Quitarle las ruedas pequeñas a la bicicleta significaba un gran paso en tu vida....
- Y un gran salto fue...tu primer gol.
- El mayor negocio del siglo era conseguir cambiar la tarjeta que a todos les faltaba del "album del saber" que nadie tenía.
-Todos te admiraban si lograbas cruzar la cuerda mientras saltabas, o saltabas bien el hule, la hacias con las chibolas o le pegabas al trompo o le ganabas al capirucho a los demás en una güimba.
-Era un gran tesoro si encontrabas 'algo' mientras abrias un gran agujero en la tierra.
-Sentarse frente al televisor a las 5 en punto con los ojos bien atentos aver Mazzinger, El chavo del ocho, Titanes en el ring o Kimba.. o...ejem, Candy…


Todas estas simples cosas nos hací­an felices, ¿verdad?. No necesitábamos nada más.
Un balón, una cuerda, un hule, jacks y dos amigos(as) con los que pasarlo bien durante todo el día...

SI PUEDES RECORDAR LA MAYORÍA DE ESTAS COSAS
Y HE CONSEGUIDO QUE SONRIAS...
ENTONCES SIGNIFICA QUE HAS TENIDO
UNA INFANCIA FELIZ
Y QUE TODAVÍA TE QUEDA DENTRO ALGO
EL NIÑO QUE FUIMOS HACE ALGUN TIEMPO.


ASÍ QUE ENVÍA ESTO AL QUE NECESITE UN PEQUEÑO DESCANSO
EN SU APRETADA Y AGITADA VIDA DE ADULTO,
O QUE ESTA ENTRANDO EN ELLA Y SE AGOBIA.


NUNCA PIERDAS AL NIÑO O NIÑA QUE LLEVAMOS DENTRO
PORQUE DA SENTIDO A NUESTRA VIDA!.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Los Cruzados... Por Luís Echegoyen.

Cuento, de la novela “Río Revuelto”.

El cura Francisco Campos se adelantó un poquito cuando llegó el Obispo Auxiliar…Este llegaba desde el Arzobispado de San Salvador, capital de la República de El Salvador, en la América Central…¡Nada menos!

Todas las fuerzas de católico fino y piadoso que formaban la base espiritual del Cura Campos, se le arremolinaron en la frente, como su "muy personal corona de espinas", como él reconocía siempre, y que tenía que sufrir mientras usara sotana, provocados esos cardos por las irregularidades e injusticias de su iglesia, cuando, por ejemplo, mandaban a "viejos de espíritu tullido", como este Auxiliar, a no auxiliar a las gentes pobres que habitaban y ahora rellenaban cantones como "El Ducado", cerca de Santiago Apóstol, Departamento de Usulután.
El Obispo Auxiliar Alfaro, era de la "clase pudiente", de la gente con pisto, de los adinerados.

Después de fracasar como estudiante de Economía, en la Universidad de Berkeley, en California, Bernardo Alfaro, o "El Faro", como le apodaron sus compañeros latinos, haciendo mofa de su mirada fija, sin vida, calculadora y fina, que escudaba tras dos lentes "culo’e botella" que le medio neutralizaban su miopía, "El Faro" regresó a El Salvador, y gracias a manipulaciones familiares, logró ingresar, un poco mayorcito de lo acostumbrado, al seminario "San José de la Montaña" y después de ordenarse, lo nombraron ayudante del viejo cura de una parroquia de caja breve pero caudalosa.

Hizo algunos cambios y modernizó un poco la comunicación secular con la grey, y después... pues, ¿qué viene después…? Pues, ¡Roma!, con estudios en la Universidad Pontificia, con especialización en lenguas y Política Eclesiástica, y de regreso al país, derechito al Palacio Arzobispal, en donde era pieza clave e infaltable en reuniones con ministros y facciosos del gobierno, embajadores extranjeros y toda la pompa y el boato propios del poder.

La luz de "El Faro" se volvió más directa y más fría, porque hasta con las facciones de izquierda conseguía siempre lo que quería.
Por eso, el cura Campos sólo se dignó a medio besar el anillo que el prelado le tendió en un ademán de mando y subyugación... pero una de sus "espinas" le dictó al cura rural, que no le diera el ósculo episcopal exigido con fuerza, sino que una escupida "para adentro"... Cuando se la tragó, sintió una punzada aliviadora en la mitad de la frente, que le bajó rápidamente por la nuca y se le alojó en el costado. "¡Misión cumplida!", le gritó otro garfio.

Monseñor Alfaro, enviado especial del Arzobispo para aliviar los dolores de aquella pobre gente, a la que, después de una gran sequía, le cayó un gran temporal con su consiguiente inundación y había quedado con hambre, con diarrea y en una situación completamente lamentable, desesperante e inhumana, le esperaba con todos sus dolores y sus moscas, abigarrada toda debajo de un gran árbol de amate, amarrada en puño por la cadena de su esperanza, esperando la bendición que venía de la capital, con la venia del Arzobispo.

"El Faro", situó su chaparrita humanidad entre dos guitarristas campesinos, y después de cantarles "De colores", entregó a aquellos fieles incondicionales, con los ojos esperando los frijoles y las tortillas, un mensaje de paz y de esperanza, pero nada de “conqué”…nada alimenticio.

"Sé por cuenta propia por los sacrificios que están pasando...considérense dichosos, porque Nuestro Señor los ha escogido como sus santos mártires de este momento histórico por el que atraviesa nuestra patria... La miseria es bendición de muchos, pero pocos la saben aceptar como compromiso divino.
Ustedes serán el ejemplo de gallardía cristiana y de aceptación sin quejas... Cruzados modernos que emularán a aquellos, que felices, se lanzaban, pecho abierto, contra las huestes mahometanas para reconquistar Jerusalén... Ustedes con su cruz, son los Cruzados de hoy, el espejo cándido de aquellos mártires cristianos que recibían como hostia sagrada, el zarpazo artero de los leones en el coso romano… Vuestro alimento debe ser espiritual, vuestro abrigo, al calor de nuestra Santa Iglesia que no se cansa de rezar por vosotros... y, vuestro consuelo, el de saber que son los santos escogidos de este siglo, en este lugar, ya sagrado por la sal de vuestras lágrimas… Y así, entonces, los dejo con Dios, mis sufridos cruzados”.

Después rezó un Padrenuestro, un Avemaría y cantó nuevamente "De colores", para sellar así, aquella cuasi canonización masiva... Toda la grey campesina se quedó pasmada, extática y más hambrienta… sólo tres viejas beatas, acompañaron al Auxiliar a abordar su "Cherokee" que lo llevaría de nuevo a su palacio.
(Rufina Amaya, única sobreviviente de la masacre del Mozote junto al sacerdote belga Rogelio Ponseele).

Debo decir que, antes de que éste terminara su tremenda perorata, el cura Campos se había escabullido, y poquito a poco se encaramó en una de las más frondosas ramas del gran amate, y cuando el Auxiliar terminó su homilía campirana, al ponerse el sombrero de paja con el que medio se disfrazaba de campesino cuando visitaba esos lugares, el cura Campos, desde arriba, le lanzó el escupitajo guardado en su pecho, bautizando al prelado en la corona del sombrero.

Saliendo de su estupor, los campesinos todos, toda aquella hambrienta indiada que se dio cuenta de la movida de Campos, aplaudió a rabiar la gran escupida con la que se fue galardonado "El Faro"... La rabia de los aplausos continuaba y parecía que la rabia de todo un pueblo se le venia encima al Auxiliar.

Este, en su miopía, pensó que su homilía, ya dicha y redicha en otros cantones y aldeas, había sido todo un éxito. El cura Campos, subido en la rama, comprendió al fin, que él no era de esa iglesia, y en vez de hacer dos cruces con los dedos de cada mano, revirtió la señal sagrada en un populachero gesto insultativo de "¡Má…!", y apretando los dos puños, hizo un doble gesto, mitad amenaza, mitad desconfianza; se bajó del amate, y subiéndose a un palo de cutuco más bajito, pero más flexible y duradero, dijo a sus hambrientos y harapientos feligreses:

"Bueno, mis sufridos cruzados... ahora a cabalgar... ahora a luchar, porque de ahora en adelante, de seguro que vamos a ser cruzados… pero no de brazos…"

Cuando el "Cherokee" entornaba ya la ultima curva de la calle de polvo que lo llevaría a la carretera pavimentada, el Auxiliar alcanzó a escuchar un "¡Viva…!" a saber a quién, y varias detonaciones... y con una sonrisa de satisfacción que alumbró su mirada calculadora, dijo a su chofer: "Nunca falla... siempre tiran cohetes para despedirme...!" El pobre no supo distinguir la diferencia entre las explosiones de los cohetes festivos y las de las escopetas.

42 hombres y el cura Campos, desaparecieron de "El Ducado", llevando los pechos cruzados de cananas.
La montaña los conoció después, como “Solís y sus Cruzados…”
(Sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres Restrepo, precursor de la filosofía de la"Teolología de la liberación).