lunes, 26 de julio de 2010

Más anuncios antiguos de los diarios.





























Colaboración de Verónica de Guzmán.

miércoles, 21 de julio de 2010

Recordando a Los Supersónicos.









Los Supersónicos en una grabación del Circuito YSR, canal 2.







Una de las primeras fotografías del grupo.






Luís López, el "monseñor del Rock".

jueves, 15 de julio de 2010

Poemas de José Roberto Céa.

Crónica salvadoreña


Nosotros aquí, en El Salvador,
Hemos perdido el aire
Y a punto de estallar estamos.
Sucede que en un pedazo de tierra
Vivimos hasta mil.
¡Es fabuloso!
Este panal sin miel, es fabuloso…
Hay que vivirlo para saber que es cierto.
Para saber su historia
Hay que sacarle sangre a un gusano.
Hay que llorar al pie de una ecuestre figura.
Ignorar tanto texto vacío
Escrito con mentiras y tinta y con las patas.


Aquí, en El Salvador, hay que decir las cosas
A corazón partido y con cojones.
Tantos han extraviado la palabra
Que a muchos nos rompe la nostalgia.

Aquí, en El Salvador,
siempre estamos peleando entre vecinos.
Y del prójimo hablamos, por detrás,
Cuando ha dado la vuelta.

Algo nos pasa siempre, algo romántico, dulce,
Cosa que la dejamos para el sueño…


Es una mierda, este San Salvador, pero divino.
Aquí, ¡hasta las piedras hablan, sufren, y se tiran abrazos!
Aquí, en El Salvador, la cosa es para tanto,
Que tenemos que hacer las pequeñeces,

Rodearlas de clamor y esperar
Para que el mundo sepa dónde estamos situados,
A dónde fuimos capaces de llegar,
Se tiene que morir podrido en pisto,
Pero no vales nada; aunque hayas sido presidente,
O ministro o diputado, no vales nada.


Pero no vales nada, también, si vales mucho. ¡
Si vales de verdad!
No me deja mentir Chico Gaviria.)
Jodida está la cosa.

Pero ahí vamos, con ganas de ser grandes.
Diciendo que somos lo mejor, el paraíso.
¡Qué, carajo! Somos un espejito reflejando lo de los otros.
Nada nos pertenece de verdad.

Todo es prestado, ¡hasta la muerte!
Así es que tenemos que sufrir hallándonos.
Saber nuestra verdad, luego decirla.
Propagarla en ojos o palabras o sonidos, pero decirla.
Sólo así nos tendrán que existimos…


El Salvador me duele.
Tanto me duele, que lo quiero tanto.
Y deseo vivirlo más, darle vuelta,
Transformarlo de veras, ¡porque sí!
porque se debe transformar.

Como está Ya no sirve…
No ha servido jamás… ¡Perdón!,
Ha servido para algo: Es doloroso.

Aquí en El Salvador, en esta semillita,
Tenemos que llorar
Para que brote el canto, para que salga pleno,
Para que sirva de algo.

Aquí, en El Salvador, tenemos que sacar a relucir lo cierto
O seguimos perdidos…

A El Salvador, ¡Por Dios!, yo no niego.
Pese al padrastro que es!
No podría negarlo. Él me tiene y lo tengo.
Cuanta vida me gasto, es por él.
¡Por su forma tan rara de ser en este mundo!...


Yo, el brujo

Yo soy Quirino Vega,
Tengo hierbas de pájaros malignos
Para falsear candados y memorias.
Tengo, además, oraciones que alejan la maldad
Y hacen retroceder al enemigo.

Yo, Quirino Vega,
Sé matar la cal viva, pero sufro.
Hace años que he muerto para el ángel,
Pero me sobreviven, la Chagua Théspan, mi mujer,
Y los diez hijos.
Seis hembras ya cazadas y casarse,
Y el resto, unos muchachos locos,
Alegres como pascuas.


Lo que sé, lo heredo de mi padre.
Él sabía sus cosas. ¡Tantas sabía!
Que me alcanzó a dejar mucho que vale.
Por ejemplo, su corazón de codorniz salvaje.
Y ese afán tan limpio,
De agua que no cede en el pantano,
Que todo lo del mundo se encuentra en su lugar.


El nombre que me puso,
Según dicen las piedras del coral,
Fue para que yo no perdiese el camino.
Y las espinas no dejaran su huella en mi memoria.
Y las hormigas me trajeran gusanos moribundos,
muertos y cogollos de plantas misteriosas
Que harán perder el agua de las pilas…

Yo, Quirino vega,
Siempre anduve en camisa de once varas
Por decir la verdad a quema ropa
Y no hacer uso de platos de lentejas.
No di palos de ciego, me cayeron.

Pero ahí voy, de memoria en memoria,
Más querido que el aire y que el dinero.
Repartiéndome azul, a manos llenas.
Dándome de verdad, completamente nuevo en cada entrega.
Sin sudar tinta, sí, pero soberbio.

Así somos los brujos en Izalco.


Conjuro entre hierbas sin nombre
Está bien por la Juana,
La Juana Torres;
La que hacía crecer la ruda y el misterio.
La enemiga de Dios ydel Infierno.
Ella tuvo la flor de los amantes.
El castillo en el aire.
Y le importaba un rábano la muerte, su ropaje de angustia.

Esta es mi Juana Torres, de punta a punta;
Con su sartén de barro nuevecito
Para quemar seis chiles en la noche del viernes
Mientras cae su voz agria a tabaco,
Diciendo un Padre Nuestro al revés y otro al derecho.
Mientras cae su voz de ángel perdido
Con cuatro Avemarías al derecho y un Credo al revés…

Salve, Juana, tu espacio sin medida y lleno de ojos,
Tus alfileres penetrados de orégano y tempate.
Tu voz, Saliendo a gritos por viejos tecomates aromados de incienso,
Llamando la querida del vecino.
Tus manos colocando en gastadas fotografías de muchachas silvestres
Los alfileres mágicos
Que antes vivieron en puros milagrosos…

Nada de otro mundo hacías, nada del otro mundo
Pero bien que salvaste corazones,
Reputaciones y muchachas burladas.

Juana Torres. ¡Qué nombre para decirlo en ángeles!
¡Cómo ha de estar Izalco sin tu nombre!
Sin tu nombre corriendo de boca en boca
Como un raro amuleto de presagios.
¡Cómo se ha de vivir allá en Izalco, tu muerte que no vive!

Tu silencio sin fondo, las cosas que tú hiciste,
El vacío que dejas.
¡Tu gran cordialidad con el misterio!
Tu andar por esas calles pedregosas
Con el deseo de hacer feliz al mundo.

Juana Torres, cómo vivo tu muerte que no vive.
Aquí, donde yo existo, me preguntan por ti, Juana querida,
Que si son ciertas las cosas que se dicen de vos, de nuestra tierra…
Dudan de tu lucha por encontrarle rumbo al corazón,
No creen que hayas hecho arder verdes hierbas y chiles colorados…

Pero desean saber
Cómo es eso del puro y del conjuro,
la oración para el pacto Con el diablo Y otras cosas
Como encontrar novia, que no falle el marido,
Que la mujer no se acueste con otro en ausencia del hombre,
Conseguir dinero o sacarse la lotería.
Juana, preguntan
Y no puedo decir muchas cuestiones, no las debo decir…
¿Cómo puedo explicar que mirabas la ruda y el augurio
Y crecía la paz y el mal de ojo quitabas?
¿Cómo puedo decir que tu aceite de iguana lo ungías al aire
Y el amargo brebaje de la vida se olvidaba?

La Juana, no tiraba las cartas por tirarlas.
Ella, no construía muñecos por construirlos.
Ella, al usar alfileres y tabaco y culantrillo y santos boca abajo
Era porque los novios se encontrasen.
Era por ese afán de hacer feliz al mundo…

Esta es mi Juana Torres, de punta a punta.
Y jamás entregó gato por liebre.
Y le importaba un pito los decires.
Y lloraba como una Magdalena.

Parcela tercera

Con una ideología donde poner los pies.
Rodeado de carteles luminosos, de anuncios comerciales
De slogans
(compre donde Bigit a precios de me lo llevo)
y a ritmo de cronch cronch y de watusi)
estoy muriendo un crepúsculo Sherwin Williams
las pinturas que pintan al mundo color de Coca-Cola,
anegan los veintidós mil kilómetros cuadrados de mi país
y se disputan con otras compañías extrajeras
os centavos que producimos los tres millones quinientos mil paisanos.
¡Es una sardinita de país!
Pero más es potrero

Y en él los que viven mejor son los gorilas

viernes, 9 de julio de 2010

MEMOrias de los cines nacionales.


Una de las formas de entretenimiento que más he disfrutado desde que era niño es la de ir al cine a ver una buena película. El cine- o séptimo arte como también se le conoce-me ha dado infinidad de momentos felices y tristes; pues he reído como loco con sus comedias, he soltado una que otra lágrima con sus tragedias, y también -tengo que admitirlo-, me he “cagado” del miedo viendo películas de terror.

El cine también ha sido fuente inagotable de conocimientos, cultura y aprendizaje para mí, pues fue por medio de las películas donde comencé a aprender mis primeras palabras en Ingles cuando veía los cortometrajes de los dibujos animados que ponían antes de la película. Además, fue por medio del cine donde por primera vez conocí las historias épicas de las guerras helénicas griegas y sus héroes; las historias de las mil y una noches y los viajes fantásticos de Simbad el Marino, etc. También disfruté las películas de vaqueros de John Wayne, las de aventuras de Errol Flint, las películas musicales de la MGM; las películas de guerra de la FOX, las de terror de los estudios Universal, los dramas de la Paramount, las cómicas de la Warner Bros.; así como también toda clase de películas mexicanas como las de Pedro Infante- que me hacían chillar a moco tendido-, las del El Santo, el enmascarado de Plata; y las cómicas de Cantinflas, Tín Tán y las de Viruta Y Capulina.

También la pantalla de plata me sirvió para viajar otros países sin salir de la sala de cine y de conocer otras culturas, pues por medio de sus imágenes viajé a las arenas del desierto del Kalahari, a la Patagonia Argentina, a la Rusia zarina, a la Alemania nazi y a la España del Quijote.

Desde que era niño, mi papá me llevaba a ver las películas cómicas del cine mudo, cuyos artistas principales eran Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, y Laurel and Hardy. Muchas de ellas las vi en el antiguo Cine Popular al que el populacho le había puesto el mote de “El Pulgoso”, que luego sería renovado y rebautizado como Cine Libertad, y que hoy ya se encuentra en abandono y desuso .En sus paredes laterales estaban las “galerías”, así que había que ver la película “de lado”; abajo se encontraban las butacas de “palco” y “platea”, que eran sillas individuales. También recuerdo que en esos días se permitía la entrada de los vendedores ambulantes que vendían adentro del cine toda clase de golosinas, refrescos y gaseosas, fruta, cigarros, agua, etc.

Cuando ya estuve más grandecito, ya me daban permiso para ir solo al Follies, al Apolo. al Paris, al Central, al Capitol, el Teatro Nacional, al Cinelandia y al cine México que eran los cines que estaban cerca del centro de la capital. A los que tenía que ir acompañado era al Roxy, al Modelo, al Fausto, al cine Avenida, al Iberia, al América y al Darío, pues me quedaban un poco más retirados y tenía que tomar bus.

Mis cines preferidos en esos años eran El Regis, El Central y el Darío, pues sus butacas eran muy cómodas, semi-reclinables y aterciopeladas. En esos tiempos todavía existían los “acomodadores”, que eran empleados que con una lamparita lo acompañaban a uno a buscar asiento cuando ya la sala estaba a oscuras.

Muchos cines ofrecían lo que se llamaba “permanencia voluntaria”, o sea que uno podía entrar y salir a cualquier hora. Los días domingos ofrecían los “matinees”, los “dobles” y los”triples”. También se pusieron de moda las películas “prohibidas para menores de 14, 18, 21 y 25 años, que no eran películas porno, pero en esos tiempos, el solo hecho de verle las pantorrillas torneadas a la actriz y ver que le daban un besito en la nuca, era motivo suficiente para que a cualquiera se le parara…el corazón.

La primera vez que fui a ver una película prohibida para menores de 18 años casi me da un infarto al verle las chichotas a la escultural actriz argentina Isabel Sarli.
Comparado con las películas porno de la actualidad, esas películas de entonces son como ver las de Mickey Mouse en la actualidad.

Los cines más lujosos y costosos de San Salvador en los años sesentas y principios de los setentas eran el Deluxe y el Caribe, que quedaban en la colonia Escalón. No recuerdo haber ido nunca a ellos porque allí exhibían las películas en estreno y el precio de admisión de entonces (un colon con veinticinco centavos), era demasiado elevado para un cipote de catorce años, hijo de dominio, como yo.

En época de vacaciones lo primero que hacía era ir a comprar el periódico y empezaba a leerlo en la sección de cines para ver cual película daban en cada cine y a ver qué película iba a ir a ver. Los precios de las entradas oscilaban entre veinticinco y sesenta centavos de Colón. Con un peso se veía la película, se compraba una gaseosa, un hot dog y diez de Delta… y todavía le sobraba a uno los diez centavos para el bus de regreso a la casa. Hoy, se necesitan más de veinte dólares para ir al cine.

Algunas salas de cine también sirvieron como salas para conciertos de música clásica como los fueron El cine Darío, el cine Libertad, que albergó el primer festival de música clásica en nuestro país a mediados de los sesentas al cual asistieron músicos consagrados a nivel mundial como el chellista español Pablo Casals.

Debido a la gran afluencia de espectadores a los cines, se fueron abriendo nuevas salas como el cine Terraza, el Vieytez, el Universal, el Metro, el Izalco, El Majestic, el Paseo, y muchos otros que se me han olvidado los nombres.

Pero ahora, desde que se popularizaron las películas en formatos caseros como el Betamax, el VHS, el DVD, y ahora últimamente el Blue Ray, los cines han disminuido considerablemente su popularidad y han visto disminuir sus ingresos y muchos han optado por cerrar y han quedado en abandono. Es por eso que hoy algunos de los edificios que antes se veían llenos de luz y colorido y repletos de personas ansiosas por entrar a ver la última película de moda; hoy sirven como salas de oración para iglesias protestantes, o como bodegas.

Muchos fueron destruidos con los terremotos que han afectado a nuestro país y de otros solo han quedado solo la fachada y la oxidada marquesina como mudos testigos donde alguna vez se anunciaron a grandes estrellas como Clark Gable, Marlon Brando, Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor; y grandes peículas como “El Padrino”, “Lo que el Viento se llevó”, “Citizen Cain”; así como también películas populares como “Nosotros los pobres” de Pedro Infante.

Yo sigo con mi afición al cine, pero ya no asisto tan a menudo como cuando lo hacía en mi infancia y juventud, pues es más barato y conveniente rentar una película que ir al cine, pero no es el mismo ambiente ni se siente la misma emoción verla en la casa, que verla en la gran pantalla plateada, como cuando lo hacía cuando iba al cine con mi papá a ver las películas mudas del inmortal cómico Charles Chaplin.



sábado, 3 de julio de 2010

Leyendas de nuesta tierra. El Cadejo.


El Cadejo

Es un nahual, o lo que queda de los nahuales, el animal mito que cuida a las personas. En otras culturas se les llama “ángel de la guarda”; la gente de nuestro pueblo tiene sus propios protectores espirituales. “Lo he visto varias veces cuando me sigue, aunque no le gusta que uno lo vea para atrás”. Habla con naturalidad mientras nosotros nos morimos de miedo. “Claro no se ve bien por la oscuridad pero a veces la luz de las estrellas alumbran fuerte o puede ser en una noche de luna”. Nos lo describe: Se trata de una especie de perrito, pero que en lugar de pezuñas tiene casquitos como los venados, se siente el taconeo, eso es lo que permite identificarlo y no confundirlo con un perro. Sus ojos brillan como si fueran carbones encendidos, si una se detiene cuando viene detrás, él también se detiene. Si una corre, él también corre.

La cosa es no dejarlo sola a una para defendernos de los peligros”. Chela se siente orgullosa de ser protegida del Cadejo, habla de él como si fuera su mascota, mientras los niños que la escuchamos nos morimos de miedo con solo pensar que nos pueda salir un animal de esos.

“Existe un Cadejo Blanco y uno Negro, a mí me sale mas el Negro, pero cuando hay luna llena ya me ha salido el Blanco”. Le preguntamos cual es el malo y ella me responde que los dos son buenos. “Hay que llevarse bien con ellos, no asustarse”. Pienso que Chela se la mujer mas valiente del mundo.

No teníamos por qué dudar de la amistad e Chela con el Cadejo. Si a ella le salía casi todas las noches, la descripción que nos da es exacta. Salía tarde de la casa y debía caminar una cuadra por la Calle Colón y luego dos por la Calle de las Angustias, que eran peligrosas y oscuras.

Recuerda dos ocasiones en que la salvó del peligro: una cuando salía de la casa y el Cadejo Negro se le puso adelante. Ella le dijo que se hiciera a un lado, pero no le hizo caso. Y como no iba a dejar que jugara, empezó a empujarlo. “Cadejito lindo, apartate, dejame pasar”. Y de pronto vio que el nanual comenzó a crecer delante de ella. Y según se iba haciendo gigante escuchó al momento un grito de un hombre que estaba agazapado en la oscuridad para asaltarla. “El hombre corrió espantado cuando vio la gran sombra del Cadejo que se hacía enorme”.

La otra vez, el Cadejo Negro se le puso adelante y ella, por mas que quería seguir caminando, el Cadejo no la dejaba, tampoco podía desviarse porque la oscuridad no le permitía caminar excepto por el sendero que sabía de memoria. “Insistió tanto que me dije por algo debe de ser, pues la otra vez me había salvado del ladrón”. No hay que tenerle miedo sino confianza-afirma-. “Esta vez me tiré hacia un lado para evadir su cuerpo".

Al momento sintió el primer acialazo que casi le pega en el cuello. Era una chinchintora que estaba colgada de una rama de tihuilote, exactamente por donde ella iba a pasar. “Segura muerte de la que me salvé”, dice, mientras los niños sentimos ligeros escalofríos de pensar en el Cadejo, no digamos si nos sale una culebra en el camino.

Con estos dos casos nos convenció que no sólo era buena cantante de tangos y contadora de cuentos, sino una mujer valiente. Porque no cualquiera puede enfrentarse a estas criaturas que son mas del otro mundo que del nuestro.


Fragmento del libro “Siglo de O(g)ro.
De Manlio Argueta.