jueves, 15 de julio de 2010

Poemas de José Roberto Céa.

Crónica salvadoreña


Nosotros aquí, en El Salvador,
Hemos perdido el aire
Y a punto de estallar estamos.
Sucede que en un pedazo de tierra
Vivimos hasta mil.
¡Es fabuloso!
Este panal sin miel, es fabuloso…
Hay que vivirlo para saber que es cierto.
Para saber su historia
Hay que sacarle sangre a un gusano.
Hay que llorar al pie de una ecuestre figura.
Ignorar tanto texto vacío
Escrito con mentiras y tinta y con las patas.


Aquí, en El Salvador, hay que decir las cosas
A corazón partido y con cojones.
Tantos han extraviado la palabra
Que a muchos nos rompe la nostalgia.

Aquí, en El Salvador,
siempre estamos peleando entre vecinos.
Y del prójimo hablamos, por detrás,
Cuando ha dado la vuelta.

Algo nos pasa siempre, algo romántico, dulce,
Cosa que la dejamos para el sueño…


Es una mierda, este San Salvador, pero divino.
Aquí, ¡hasta las piedras hablan, sufren, y se tiran abrazos!
Aquí, en El Salvador, la cosa es para tanto,
Que tenemos que hacer las pequeñeces,

Rodearlas de clamor y esperar
Para que el mundo sepa dónde estamos situados,
A dónde fuimos capaces de llegar,
Se tiene que morir podrido en pisto,
Pero no vales nada; aunque hayas sido presidente,
O ministro o diputado, no vales nada.


Pero no vales nada, también, si vales mucho. ¡
Si vales de verdad!
No me deja mentir Chico Gaviria.)
Jodida está la cosa.

Pero ahí vamos, con ganas de ser grandes.
Diciendo que somos lo mejor, el paraíso.
¡Qué, carajo! Somos un espejito reflejando lo de los otros.
Nada nos pertenece de verdad.

Todo es prestado, ¡hasta la muerte!
Así es que tenemos que sufrir hallándonos.
Saber nuestra verdad, luego decirla.
Propagarla en ojos o palabras o sonidos, pero decirla.
Sólo así nos tendrán que existimos…


El Salvador me duele.
Tanto me duele, que lo quiero tanto.
Y deseo vivirlo más, darle vuelta,
Transformarlo de veras, ¡porque sí!
porque se debe transformar.

Como está Ya no sirve…
No ha servido jamás… ¡Perdón!,
Ha servido para algo: Es doloroso.

Aquí en El Salvador, en esta semillita,
Tenemos que llorar
Para que brote el canto, para que salga pleno,
Para que sirva de algo.

Aquí, en El Salvador, tenemos que sacar a relucir lo cierto
O seguimos perdidos…

A El Salvador, ¡Por Dios!, yo no niego.
Pese al padrastro que es!
No podría negarlo. Él me tiene y lo tengo.
Cuanta vida me gasto, es por él.
¡Por su forma tan rara de ser en este mundo!...


Yo, el brujo

Yo soy Quirino Vega,
Tengo hierbas de pájaros malignos
Para falsear candados y memorias.
Tengo, además, oraciones que alejan la maldad
Y hacen retroceder al enemigo.

Yo, Quirino Vega,
Sé matar la cal viva, pero sufro.
Hace años que he muerto para el ángel,
Pero me sobreviven, la Chagua Théspan, mi mujer,
Y los diez hijos.
Seis hembras ya cazadas y casarse,
Y el resto, unos muchachos locos,
Alegres como pascuas.


Lo que sé, lo heredo de mi padre.
Él sabía sus cosas. ¡Tantas sabía!
Que me alcanzó a dejar mucho que vale.
Por ejemplo, su corazón de codorniz salvaje.
Y ese afán tan limpio,
De agua que no cede en el pantano,
Que todo lo del mundo se encuentra en su lugar.


El nombre que me puso,
Según dicen las piedras del coral,
Fue para que yo no perdiese el camino.
Y las espinas no dejaran su huella en mi memoria.
Y las hormigas me trajeran gusanos moribundos,
muertos y cogollos de plantas misteriosas
Que harán perder el agua de las pilas…

Yo, Quirino vega,
Siempre anduve en camisa de once varas
Por decir la verdad a quema ropa
Y no hacer uso de platos de lentejas.
No di palos de ciego, me cayeron.

Pero ahí voy, de memoria en memoria,
Más querido que el aire y que el dinero.
Repartiéndome azul, a manos llenas.
Dándome de verdad, completamente nuevo en cada entrega.
Sin sudar tinta, sí, pero soberbio.

Así somos los brujos en Izalco.


Conjuro entre hierbas sin nombre
Está bien por la Juana,
La Juana Torres;
La que hacía crecer la ruda y el misterio.
La enemiga de Dios ydel Infierno.
Ella tuvo la flor de los amantes.
El castillo en el aire.
Y le importaba un rábano la muerte, su ropaje de angustia.

Esta es mi Juana Torres, de punta a punta;
Con su sartén de barro nuevecito
Para quemar seis chiles en la noche del viernes
Mientras cae su voz agria a tabaco,
Diciendo un Padre Nuestro al revés y otro al derecho.
Mientras cae su voz de ángel perdido
Con cuatro Avemarías al derecho y un Credo al revés…

Salve, Juana, tu espacio sin medida y lleno de ojos,
Tus alfileres penetrados de orégano y tempate.
Tu voz, Saliendo a gritos por viejos tecomates aromados de incienso,
Llamando la querida del vecino.
Tus manos colocando en gastadas fotografías de muchachas silvestres
Los alfileres mágicos
Que antes vivieron en puros milagrosos…

Nada de otro mundo hacías, nada del otro mundo
Pero bien que salvaste corazones,
Reputaciones y muchachas burladas.

Juana Torres. ¡Qué nombre para decirlo en ángeles!
¡Cómo ha de estar Izalco sin tu nombre!
Sin tu nombre corriendo de boca en boca
Como un raro amuleto de presagios.
¡Cómo se ha de vivir allá en Izalco, tu muerte que no vive!

Tu silencio sin fondo, las cosas que tú hiciste,
El vacío que dejas.
¡Tu gran cordialidad con el misterio!
Tu andar por esas calles pedregosas
Con el deseo de hacer feliz al mundo.

Juana Torres, cómo vivo tu muerte que no vive.
Aquí, donde yo existo, me preguntan por ti, Juana querida,
Que si son ciertas las cosas que se dicen de vos, de nuestra tierra…
Dudan de tu lucha por encontrarle rumbo al corazón,
No creen que hayas hecho arder verdes hierbas y chiles colorados…

Pero desean saber
Cómo es eso del puro y del conjuro,
la oración para el pacto Con el diablo Y otras cosas
Como encontrar novia, que no falle el marido,
Que la mujer no se acueste con otro en ausencia del hombre,
Conseguir dinero o sacarse la lotería.
Juana, preguntan
Y no puedo decir muchas cuestiones, no las debo decir…
¿Cómo puedo explicar que mirabas la ruda y el augurio
Y crecía la paz y el mal de ojo quitabas?
¿Cómo puedo decir que tu aceite de iguana lo ungías al aire
Y el amargo brebaje de la vida se olvidaba?

La Juana, no tiraba las cartas por tirarlas.
Ella, no construía muñecos por construirlos.
Ella, al usar alfileres y tabaco y culantrillo y santos boca abajo
Era porque los novios se encontrasen.
Era por ese afán de hacer feliz al mundo…

Esta es mi Juana Torres, de punta a punta.
Y jamás entregó gato por liebre.
Y le importaba un pito los decires.
Y lloraba como una Magdalena.

Parcela tercera

Con una ideología donde poner los pies.
Rodeado de carteles luminosos, de anuncios comerciales
De slogans
(compre donde Bigit a precios de me lo llevo)
y a ritmo de cronch cronch y de watusi)
estoy muriendo un crepúsculo Sherwin Williams
las pinturas que pintan al mundo color de Coca-Cola,
anegan los veintidós mil kilómetros cuadrados de mi país
y se disputan con otras compañías extrajeras
os centavos que producimos los tres millones quinientos mil paisanos.
¡Es una sardinita de país!
Pero más es potrero

Y en él los que viven mejor son los gorilas

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