sábado, 17 de diciembre de 2011

¡Aquellos Diciembres que nunca volverán!


¡Campanitas que vais repicando,
Navidad vais alegre cantando,
y a mi llegan los dulces recuerdos
del hogar bendito donde me crié!

¡De aquella viejita que tanto adoré.
Mi madre del alma que no olvidaré!

¡Oh, que triste es andar en la vida,
por senda perdida lejos del hogar.
Sin oír una voz cariñosa
que diga amorosa: Llegó Navidad!

¡Ah...la Navidad. La época más feliz del año. Tiempo de regalos, reuniones familiares, fiestas, posadas, despedidas de año en los lugares de trabajo, abrazos, besos, bolos fondiados en las calles, incendios, uno que otro cipote quemado por los cohetes, harta comida y ríos de vino y licor.

¡Como extraño las navidades en El Salvador! La nostalgia y la melancolía me embarga cuando recuerdo las navidades de mi niñez. Mi mente se remonta a esos días tan hermosos cuando mis padres me llevaban al centro de San Salvador a ver en las vitrinas los juguetes que Santa Claus o el Niño Dios me traería si me portaba bien. Recuerdo que empezábamos nuestro recorrido nocturno de las “Noches de Compra” por los almacenes París Volcán, Schwartz, Kismet, Siman, el Punto Rojo, Bigit Hnos., Sears y muchos otros que ya no recuerdo los nombres. En todos ellos se oía música navideña, como “Blanca Navidad”, en la voz del Crooner Bing Crosby.

I’m dreaming of a white Christmas,
Just like the one I used to know.
May your day be marry and bright.
And may all your Christmasses be white


O la de Rudolph, el Reno de la nariz roja.

¡Rudolph, the red nore reindeer
had a very shiny nose.
And if you ever saw it,
you would ever see it glow!

Luego pasábamos comprando la canasta navideña a la Abarrotería “El Cochinito”, llena de toda clase de abarrotes importados , uvas y manzanas, y sin faltar-por supuesto- un par de botellas de licor para el brindis navideño. También pasábamos a los puestos de adornos navideños que ponían frente al Hula-Hula para comprar aserrín de colores, pellejo y musgo de árbol, cabello de ángel, y alguno que otro pastorcito o viejito de barro con la cabeza de algodón para adornar el nacimiento que ponía mi abuelita todos los años en el patio de la casa debajo del palo de guayabas.

Le quedaba bien bonito, pues le ponía toda clase de adornitos. Hacía una ciudad de Belén completa. Con su laguito hecho con un espejo de pared, sus casitas de cartón pegadas con engrudo, sus soldaditos romanos, sus ovejitas, sus Reyes Magos con sus camellos-medio tembeleques de las patas, que ya solo eran los puros clavos-, el burrito y su buey con un solo cacho, San José y la Virgen María, y su Nino Dios que se lo habían traído bendito desde Tierra Santa.



¡Con mi burrito sabanero voy camino de Belén.
Si me ven, si me ven, voy camino de Belén.
Tuqui, tuqui, tuqui, tuqui.
Tuqui, tuqui, tuqui, ta.
Apurate mi burrito
que ya vamos a llegar!

Mi papá se encargaba de comprarme los cohetes en el Parque Libertad. Me traía morteros, ametralladoras, platillos voladores, chispas del diablo, estrellitas, papalotas y bombas que tronaban bien duro; fulminantes, silbadores, buscaniguas, volcancitos, candelas romanas; y un mortero bien grandote para reventarlo a las meras doce de la noche. También era época de estrenar ropa. Un estreno completo, pantalón, camisa y zapatos para la Navidad y el otro para recibir el Año Nuevo.

¡Se acerca la noche buena.
Ya el cielo se ve de gris.
Anunciando que el mes de Diciembre
con su nieve blanca Tráe la Navidad

Todo el mes de Diciembre era de preparativos para la cena de navidad y año nuevo. Pasábamos engordando el chompipe desde en Octubre con maicillo, arroz y orillas de tortilla. Me acuerdo que le silbábamos al guajolote para que hiciera ruido ¡Goble, goble, goble!. Antes de matarlo mi abuelita le metía un trago de Muñeco en el pico, porque decía que así la carne quedaría más blandita. Se ponía bien a pichinga; se encrespaba todo, inflaba el pecho, se le caía el moco, y el güegüecho se le ponía de todos colores
Mi hermano y yo nos peleábamos todos los años para ver a quién le tocaba el chunchucuyo.

¡Acaba de una vez de un solo golpe,
por que quieres matarme poco a poco.
Si llegará el día en que abandones,
prefiero corazón que sea esta noche.

Diciembre me gustó pa´que te vayas.
Que sea tu cruel adiós mi Navidad.
No quiero comenzar el Año Nuevo
con este mismo amor que me hace tanto mal!

La víspera de Navidad ya estaban listos los tamales, el ponche, el arroz a la valenciana, el hielo para los tragos, las Cocacolonas, las botellas de Vermouth Cinzano para los cipotes, el Rompope para la abuelita, el pan de caja Pullman de la Lido, la ensalada rusa, y por supuesto, un enorme bote de curtido y de escabeche para los panes con chumpe. Mi mamá y todas las mujeres se iban al salón de belleza desde temprano por la mañana, para hacerse un peinado estilo “Bomba”. Al regreso del salón ellas pasaban recogiendo el chompipe de la panadería a la que lo habían mandado a hornear.

¡Navidad que vuelve, tradición del Año.
Unos van alegres, otros van llorando
Hay unos que tienen todo lo que quieren,
y sus navidades siempre son alegres.
Hay otros muy pobres, que no tienen nada,
son los que prefieren que nunca llegaran!

Ya como a las siete de la noche del veinticuatro empezaban a llegar todos mis familiares a mi casa. Todos bien bañaditos y luciendo sus estrenos. Las mujeres, olorosas a perfume francés y el pelo tieso de tanta laca que les habían echado. Y los hombres bien rasurados y el cabello bien envaselinado con Glostora o Brylcreem.

El portón de la casa se abría de par en par para que entrara el que lo quisiera hacer, conocidos o desconocidos, pues era época de compartir con todo el mundo. Todos era bienvenidos, y cada quien se comía, por lo menos, su tamalito acompañado con su trago de Tick Tack, su Pílsener o su vasito de horchata.

Llegaba el maistro mecánico de la esquina, la señora de las tortillas con su marimba de bichos, el vecino de enfrente, los bolitos de la cantina , los lustrabotas del parque, los peluqueros de la barbería de al lado, los repartidores del diario, etc.
Los recogedores de la basura y el sereno también pasaban pidiendo “su navidad”.

¡Tu que estás lejos de tus amigos,
de tu tierra y de tu hogar.
Y tienes pena, pena en el alma,
porque no dejas de pensar.

Tu que esta noche,
no puedes dejar de recordar.
Quiero que sepas que aquí en mi mesa,
para ti tengo un lugar.
Por eso y muchas cosas más.
Ven a mi casa esta Navidad!

Yo empezaba a reventar mis cohetes desde temprano con un tizón de leña de la cocina. Mi papá estaba muy atento a que no fuera a encender los cohetes con algún cigarro, o que fuera a agarrar un trago, o cerveza a escondidas. Ya a la hora de la cena de Navidad todo era risas y alegría.
-¡Y que más comida para el compadre!. ¡Y que le sirvo otro traguito tío Luís!. ¡Y que vamos a seguir bailando!. ¡Y que andá decile a tu tata que se quemó un foquito de la guía del chirivisco. Que lo venga a cambiar!.Y que poné el disco de la ensalada a la Paquito Palaviccini de la Orquesta Internacional Polío!-

¡Que vuelan las mariposas
sobre su propio jardín.
Primera parte....
¡Vaya niñito...!

-¡Y que el chucho está metido debajo de la cama porque le tiene miedo a los cohetes!. ¡Y que ya no le den más guaro a Don Toño porque ya se fondeó!. ¡Y que todavía no pongan el Niño Dios en el nacimiento porque todavía no ha nacido. Hasta las doce!. ¡Y que hay que llevar a la abuelita a Catedral para la Misa del Gallo!.¡Y que no le vayás a dar fuego a la casa del vecino con los silbadores, muchachito!. ¡Y tené cuidado con los carros porque hoy todos andan manejando bolos.! ¡Y que mañana nos vamos al puerto a quitarnos la goma! ¡Y que no le vayás a quemar las trenzas a tu prima con las estrellitas!. ¡Y que poné la radio para saber que horas son!.... ¡Faltan cinco pa´las doce!.

¡Me perdonan que me vaya de la fiesta
pero hay algo que jamás podré dejar;
una linda viejecita que me espera
en la noche de una eterna Navidad!

¡Faltan cinco pa´las doce,
el año va a terminar,
me voy corriendo a mi casa
a abrazar a mi mamá!

¡La campanas de todas las iglesias empiezan a sonar. ¡Talán, talán,...talán! Son las Doce en punto de la noche ...¡FELIZ NAVIDAD! Y empiezan los abrazos, los besos,... las lágrimas...

¡Yo no olvido el Año Viejo,
porque me ha dejáo cosa muy buena.
Me dejó una chiva, una burra negra,
una yegua blanca y una buena suegra!

¡Eh, eh, eh, eh,...hay que bueno pa´bailar
Mira mulata, hay que rico pa´cantar!

Y empieza la tronazón de los cohetes por todos lados: ¡Ratata..tán, pén pén. Pún. Psssttt. Ratata..pún
pén, retetetetpénpénpén... pún . Y uno que otro saca su pistola para disparar al aire ¡Pón, pón...pón!
Todos nos abrazamos haciendo un solo cuerpo. ¡El país entero está unido en un solo abrazo!

Se oye el ¡Ring ! del teléfono. Es mi hermano desde Los Ángeles que nos llama para darnos el “Feliz Navidad”. Mi madre corre apresuradamente al teléfono para saludar al hijo ausente y darle su bendición.

De repente, la música deja de sonar y en la radio se escucha... “El Brindis del Bohemio”

¡En torno de una mesa de cantina
una noche de invierno,
regocijadamente celebraban
seis alegres bohemios...!

...¡Dejad que llore,
Y en lágrimas desflore
Esta pena letal que me asesina...!

...¡Dejad que brinde,
por mi madre ausente.
Por la que sufre y siente que mi ausencia
Es un fuego que calcina...!

...¡Por mi madre, bohemios,
Que es dulzura vertida en la amargura,
Y de mis negras noches, es mi estrella
...!

La risa se ha vuelto llanto. Las lágrimas empiezan a rodar sobre mis mejillas, y se me hace un nudo en la garganta que no me deja hablar. La mujeres lloran a moco tendido, y los hombres tratan de disimular sus emociones, pero tienen los ojos rojizos y húmedos.
-¡El poema ha llegado hasta lo más recóndito de nuestro ser!

Ya solo queda el olor a pólvora. Por todos lados se ven volcancitos de de papel periódico regado. Se ve gente en las calles caminando a paso acelerado que van a dar el abrazo navideño a parientes y amigos. A lo lejos se oye el ruido de una ambulancia que lleva algún quemado a la Cruz Roja. Los carros van pitando y corriendo a toda prisa.
Un par de chichipates en la esquina cantan desentonados.

¡Año nuevo, vida nueva.
Más alegres los días serán.
Año nuevo, vida nueva,
con salud y con prosperidad
!

Y vuelve la música a la radio. Y empiezan de nuevo las cumbias, y el Rock and Roll. Regresa la alegría al rostro de todos, y sigue el baile hasta el amanecer.

Y que deme otro pancito con pavo Niña Alicia. Me le echa bastante recaudo, por favor!. ¡Y sírvame otro trago de Bacardí, Don Neto, pero échemele menos porque el primero me lo dio bien fuerte!. ¡Y que el treinta y uno hacemos la cena en mi casa!. ¡Y vamos a abrir los regalos que están debajo del arbolito!
¿A ver, que te trajo el Niño Dios?
Y empiezan a aparecer juguetes, muñecas, ropa, y demás regalos. Las caritas de todos los niños se iluminan.
¡Mirá mamá. El carrito de bomberos que le pedí al Niño Dios me lo trajo! ¡Si mi hijito, pero no lo vayás a destruir muy luego, porque a tu tata, digo, a Santa Claus, le costó bien caro!



¡Aquellos diciembres ,
aquellos diciembres.
Aquellos diciembres
que nunca volverán!

“¡Dios mío, como extraño las navidades en mi país!”. Quién me iba a decir que esos días serían los más felices de mi vida. Y que hoy, lejos de mi querida patria, los recuerdo con tristeza y melancolía

Mis padres ya no está en este mundo para celebrar junto a ellos las navidades, pero yo se que desde el cielo me mandan sus bendiciones, y que me cuidan junto a Papá Chús.
Ojalá algún día pueda celebrar otra navidad como las de mi infancia, allá en mi querido “Pulgarcito”. Pero por ahora, solo puedo recordar como fueron “Aquellos Diciembres que nunca volverán”.

Así como “El niño del Tambor” no pudo darle otro regalo al Niño Dios más que su ¡Ratatán, tán...
Ratatán, tán...de su tamborcillo, por ser muy pobre. De igual manera, este relato es mi regalo de Navidad para todos mis hermanos salvadoreños regados por todo el mundo, para que se acuerden de como fueron las navidades en El Salvador.

Y que no olvidemos del verdadero significado de la Navidad, que es el nacimiento del hijo de Dios hecho hombre. Aquel que nació humildemente en un pesebre junto a bestias de carga, y que fue adorado por reyes que viajaron desde muy lejos guiados por la estrella de Belén. Aquel al que llevaron Oro, Incienso y Mirra.
Aquel que nos trajo un nuevo mandamiento: “Amaos los unos a los otros...”

Que la dicha, la paz y la felicidad reinen en sus hogares. Y que el Divino creador del Universo los colme de prosperidad, salud y sabiduría.

¡Hosanna, hosanna en las alturas.
Bendito es el que viene en nombre del Señor.
A nacido el Rey de Reyes.
A nacido el Niño Dios!







sábado, 10 de diciembre de 2011

¡Si todo el año fuera Navidad!


Cada vez que se acerca la navidad
Algo maravilloso ocurre en el ambiente
Es que cambia su actitud toda la gente
¡Ah…Si todo el año fuera navidad!

Se demuestra verdadera amistad,
Atrás se deja ira, odio y rencor,
Florece en el prójimo filial amor
Todo es alegría, risa y felicidad.

En los hogares surge gran actividad
Se adornan árboles con vivos colores,
De las cocinas salen ricos olores
Preparando la cena de navidad.

Se expresan deseos de prosperidad,
De paz, de amor y de virtud
Al año nuevo se brinda con ¡salud!
Por todos los seres de la humanidad.

La mentira da paso a la sinceridad,
Por doquier se escuchan villancicos
Que alegran a grandes y chicos.
Todo es quietud, paz y tranquilidad.

No existe codicia, celos, ni maldad
Pues en todos los hogares se comparte
El vino, y el pan para todos se parte,
Hasta en la más humilde vecindad.

No existe difamación ni enemistad
Todos se abrazan y se dan la mano,
Al vecino se trata como real hermano.
Existe gentileza y cordialidad.

La gente comparte sin mezquindad
Pues, en la víspera de la noche buena,
Se convida al extraño de su humilde cena,
Para que olvide su tristeza y su soledad.

Los niños adoran la navidad
Para ellos es la época más hermosa,
Es que ven el mundo color de rosa
Y esperan sus juguetes con ansiedad.

El rico, deja a un lado su vanidad
El pobre, su miseria y salud precaria,
Por la paz en la tierra rezan una plegaria
Para los hombres de buena voluntad.

El juez no hace uso de su autoridad,
Pues no existe el robo ni la injusticia,
El crimen deja de ser diaria noticia,
Pues existe respeto y honestidad.

El asesinato pierde notoriedad,
La lujuria pierde su atracción carnal,
La envidia, pierde su veneno mortal,
Los pecados desaparecen en navidad.

¡Ah, si todo el año fuera navidad
Todo el mundo se amaría!
¡El mundo entero distinto sería,
No habría guerras entre la humanidad!

Jesús, tú que naciste en humildad
Entre pastores, ovejas, burros y bueyes;
Que fuiste adorado por sabios reyes,
Hoy celebramos con júbilo tu natividad.

Yo quiero que para esta navidad
Exista paz entre todos nosotros.
Tu deseo de “amaos los unos a los otros”.
Lo convirtamos en grata realidad.

Querido Niñito Dios, en ésta navidad,
Yo, que no me considero hombre malo,
Te pido por favor un tan solo regalo:
¡QUE TODO EL AÑO SEA NAVIDAD!


Memo R. Díaz
Diciembre/2007

domingo, 4 de diciembre de 2011

MEMOrias del payaso "Chocolate".

(Don Eladio Velásquez, "Chocolate" alegrando una piñata en los años 50s)




Hace algunos días en uno de los grupos de Yahoo, donde se reúnen varios compatriotas nuestros, un miembro preguntó si habíamos oído el rumor o si sabíamos algo que Eladio Velásquez, mejor conocido en todo El Salvador como el payaso Chocolate, había sido “oreja” o "pone dedo" de los militares en nuestro país.

Honestamente yo nunca escuché ese rumor, y no se si fue cierto o solamente un chambre que le levantaron al payaso Chocolate. Pero como ya Don Eladio Velásquez falleció y han pasado casi veinte años que finalizó la guerra civil en nuestro país, realmente creo que eso ya no importa.

Lo que sí me acuerdo es que Chocolate, en su tiempo, fue el payaso más conocido, divertido y popular en todo El Salvador, y su circo “México”, no podía faltar en las ferias de las principales ciudades de nuestro país cuando celebraban sus fiestas patronales.

Chocolate fue el precursor y maestro de muchos payasos que aparecieron después, como Chirajito, Prontito, Rojito, Cañonazo, Firuliche y muchos otros que trabajaron en su circo. Era conocido porque era jayán y chabacán en sus presentaciones. Debido a ello era mal visto por aquellos que se la llevaban de “fufurufos”.


Parte de su repertorio era hacer parodias musicales, como aquella que decía así mas o menos: “Por esta pringa, ay, ay ay/ Suspira la Dominga, ay, ay, ay./ Por éste clavo, ay, ay, ay/ Suspira la Rosario, ay, ay, ay…. O aquella otra que decía: “Una mosca en la pared, en la pared, en la pared…”.


Algunas veces se disfrazaba de cura, se ponía una sotana, y era cuando más jayanadas decía. También hacía algunos trucos de magia, tenía un número de títeres, hacía fono mímica y tenía una calavera con la que hacía un acto de ventriloquía. Muchos de sus actos fueron copiados de los circos mexicanos como el del famoso ventrílocuo Paco Miller y sus muñecos Don Roque y Doña Marraqueta.


Chocolate, aunque todos lo conocían como payaso para adultos, también amenizaba piñatas para los niños, y allí no decía malas palabras. Que yo recuerde, era el único payaso salvadoreño dueño de un circo que tenía carro particular propio. Los demás payasos eran muy pobres y andaban “a pata”. Creo haber leído en alguna parte que Eladio Velásquez era primo o familiar de Salvador Salazar Arrué (Salarrué). No se si era cierto o no.

Recuerdo también que en una ocasión llegó a nuestro país el famoso circo mexicano “Ataide” y había instalado su enorme carpa en el predio baldío donde había estado la Penitenciería Nacional, sobre la calle Rubén Darío de San Salvador; y contrató a Chocolate para darle la bienvenida al público a la entrada del circo, quizás como una forma de ganarse la aceptación del pueblo salvadoreño. Fue también el abanderando del desfile del circo por las principales calles de la Capital.


Por su carpa México también desfilaron muchos artistas, como por ejemplo el enano Margarito Esparza, que había actuado en varias películas de la época del cine de oro mexicano, al lado de reconocidos artistas como Pedro Infante, Tin Tán y Cantinflas, entre otros.

No sé que fin tuvo Chocolate y su circo México, o si sea cierto el rumor que era “oreja”. Lo que sí creo es que Eladio Velásquez “Chocolate”, se merece un lugar en la historia cultural de nuestro país como pionero del arte y espectáculo circense; y maestro precursor de los payasos nacionales actuales.


Y sería una injusticia a su memoria y a su legado que lo recordemos por diferencias políticas, y no por la infinidad de horas de diversión y de risa que nos regaló a todos los salvadoreños, chicos y grandes, o que su nombre sea enterrado bajo el polvo ingrato del olvido.

A continuación agrego tres relatos de otros compatriotas con relación al tema.

Memo.
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CHOCOLATE

Fue en Cuscatancingo, 1966, cuando lo vi por primera vez.

Cuscatancingo entonces era un caserío enorme con muchas colonias de calles
empolvadas esparcidas en colinas. El Bus de la Ruta 24 era el único que llegaba
al pueblo y sólo llegaba a la entrada, enfrente del cine. Ni una sola calle era
pavimentada y las noches eran oscuras. Las proclamas municipales se daban de
colonia en colonia con un cipote tocando el tambor y un vocero leyendo la
proclama escrita en rollo como si fuese acta de independencia. Pero fue de esta
forma como se anunció la llegada del payaso Chocolate y su Circo México en la
populosa Cuscatancingo.

El circo México ya tenía años de existir, y ya era famoso en El Salvador, su
dueño y estrella del show era el payaso Chocolate, don Eladio Velásquez.
Chocolate entonces ponía el humor a la tristeza y desamparo de las analfabetas
mayorías pobres en El Salvador que lo sentíamos nuestro…, pero también Pachuco y
el hombre orquesta que amenizaba la función tenían todo el derecho al crédito.

Volví a verlo en las Fiestas Agostinas en La Campana, la Finca Guadalupe, y el
predio del Don Rúa. Entonces dejé de ser el cipotillo chaquetero y remendado que
siempre se metía de choto.

Chocolate era el payaso del pueblo, con su circo nómada México entreteniendo a
la mayoría pobretaria de los abandonados y míseros barrios del San Salvador de
los 60s. ¿Cómo iba a asistir un clase alta, u oligarca a ver ese chuco circo, o
ese bayunco payaso? Chocolate no era de su alcurnia, sino para la chifurnia que
honrosamente yo llamo mi raíz.

Pero sin TV, sin chance de entrar de choto ni al "pulgoso" a ver un triple por
la falta de cinco centavos, ver a Chocolate era un disfrute que no olvido.

Anécdota, cuento, o chambre, mi padre me aseguraba haber presenciado en los años
50s el espectáculo "más grande" que Chocolate alguna vez presentó y que le llamó
"lo nunca visto".

Mi padre me contó que lo pregonó en el barrio Candelaria a bomba y platillo por
dos semanas. El día señalado en su circo ubicado en el Mercado Belloso no cabía
ni una mosca... y llegó el momento ansiado que todos habían llegado a ver... "lo
nunca visto"... el hombre orquesta comienza a redoblar el tambor... sale
Chocolate... saluda a la multitud... les da la espalda... se agacha... se
levanta el traje de payaso y les enseña las nalgas peladas al gentío...
uyuyuyuyuy...

Chocolate era como decía mi abuela, a quien no le gustaba, "un bochinchero" por
eso terminó en problemas cachimbiando al enanito mexicano Margarito Sparza.

Tamen


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¡Ah, Chocolate, el payaso más payaso de todos!.


Vivía ahí en la 10 de septiembre, por la Venezuela, cerca de la 3 de mayo, y tenía un rotulito pequeño en la entrada de su casa: “Eladio Velásquez, Chocolate”. A veces salía en las tardes a ver pasar los carros.


La Dreyfus era una colonia todavía con calle de tierra; la Cucumacayán era de gente medio creída; el gimnasio nacional se llenaba de estudiantes; el parque Cuscatlán era para irse a “cueviar”; la ruta 8, valía 10 centavos; las gaseosas 15; y el cine, en doblazo, apenas costaba 30 centavos de Colón. Los dólares eran una rareza. Los cipotes se agrupaban en pandillas de hondilleros, las bichas no salían de su casa sin permiso.


Chocolate tenía el Circo México, Cañonazo era su ayudante y la feria se llenaba solo por ir a ver a Chocolate y sus patanadas, “una vieja y un viejo, se fueron a jugar futbol, la vieja que se desliza y el viejo que le mete el gol”. Y Chas, se daba vuelta y se ponía de culumbrón.
Chocolate, jodiendo a todo el mundo. Chocolate riéndose de los demás, Chocolate con dos funciones, una para niño, tierna y dulce, y otra para adultos, chabacana y jodarria.
Chocolate, el payaso de los pobres, su circo México era baratieri, pequeño y con asientos de madera.
El hombre Orquesta de su circo era no me acuerdo y con el andaba Pachuco.
Los bichos buscaban como meterse al Circo de Chocolate, cipotes con el culo roto o remendado,
chorriados, y Chocolate los dejaba pasar.


Mientras tener televisión era una burguesada, ir al circo de Don Eladio era una obligación, en la tele daban Chucho el Roto, un novelón tristísimo, la carpa del circo estaba rota, pero alegre.
Los lugares preferidos de Chocolate para montar la Carpa del Circo México eran la barriada de Santa Anita, la feria de Santa Ana, la feria de Agosto en San Salvador y la Feria de Mejicanos. Candelaria y San Jacinto también eran sitios populosos para tener temporada.
En el circo de Chocolate había de todo, bailarinas, trapecistas, domadores, cantantes, y hasta enanos... ah y trajo a un mexicanito que de vez en cuando veo en la tele, un tal Margarito que andaba despues de las funciones en la Praviana con su guitarrita y cantando.

También me han contado que Chocolate no solo contaba chistes sino que daba información a ... mejor no, no sigo. Vamos a perder la idea de rescatarle a la historia a un payaso a quien la Asamblea le nombró hijo meritísimo y a mí, me hizo cagarme de la risa.
De ahí viene la estirpe de los payasos de ahora. Claro, como ahora debe estar montando carpa y se va a contratar a Chirajito.


Julio Martínez.
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Eladio González, alias "Chocolate" ha sido quizás uno de los mejores payasos
profesionales que hayan vivido en El Salvador, al punto de haber sido
condecorado por la Asamblea Legislativa por su trayectoria. Un personaje
inolvidable que nos hizo reír haciendo uso de lo más perspicaz del sentir
pueblerino.

Siempre fue Don Eladio un payaso compenetrado con el sentir de los pobres, con
aquel humor que despunta de sufrimiento, ese círculo filosófico que a partir de
pobreza transmite amor. Cosa muy difícil de comandar, especialmente en un país
como El Salvador, que en esos años de actividad profesional bajo dictaduras
militares que hasta una "mala mirada" le costaba a cualquiera la vida, o sino al
menos tortura y vejámenes. Los días cuando el Partido de Conciliación Nacional
(PCN) era el partido oficial y los abusos de poder eran la norma para muchos,
especialmente aquellos que eran el tema de ese gran payaso.

Yo recuerdo cuando el circo Chocolate llegó a mi vecindario, se armó una batalla
entre los de "arriba" y los de "abajo". La admisión al circo era mínima, unos
que apenas podían pagar su entrada, pero que desde galería, disfrutaban de
espectáculos como "La Tromba Marina", "La Marimba de Mi Pueblo" y un trapecista
de tercera edad que nunca hizo mas que subirse al trapecio a llamar a todos por
su apodo en la comunidad, cantando rancheras de "mala muerte", todo desentonado
mientras todos le pedíamos que hiciera alguna pirueta: "Haz algo viejito, haz
muecas viejito…".

Recuerdo a Chocolate en sus presentaciones gráficas simulando hacer el amor con
los dedos en su gabán gritando con voz de tenor: "Raspando minuta, raspando
minuta, muchachitos…". Claro todo este populismo histriónico hizo que el
sacerdote de turno, que sustituyendo a uno mucho más liberal, organizara una
protesta formal ante el alcalde de San Salvador, en ese tiempo nuestro vecino el
Dr. Ricardo Joaquín Peralta, quien autorizó el desmantelamiento del espectáculo.

Todo aquello fue una maravillosa experiencia, Chocolate vive en mi memoria como
un personaje populista que amedrentó la amargura de gobiernos opresivos,
economías desmanteladas y corruptas y la poca ilusión de un cambio verdadero que
favoreciese a las clases sociales menos privilegiadas.

Chocolate, ese gran payaso Chocolate será un recuerdo extravagante para la
patria. Por favor, dejemos su memoria intacta, lo peor que podemos hacerle es
asociarlo con esos apasionamientos de "temor al Comunismo" que siguen
apareciendo en el horizonte luego de un derroche de arrogancia política sin
rumbo.

Marco Centeno
Chapel Hill, Carolina Del Norte
Estados Unidos