Don Tadeo se levantaba a buen cinco de la mañana, todos los días, de Lunes a Sábado, en aquel friazo mañanero, que hacía en aquel pueblo de calles empedradas, para ir a arrancar su viejo autobús, cual partía de la terminal, a las seis de la mañana, con rumbo a Sonsonate.
El único ruido que se escuchaba a esa hora era el de los ruiseñores, y casi nadie transitaba por aquellos callejones, aparte del panadero que sonaba el timbre de su bicicleta, anunciando su paso, o el sereno que caminaba rumbo a su casa, soñoliento, después de una larga jornada de trabajo.
-"Güenos días don Tadeyo" - saludaba el panadero
-"Buenos días Chepito" - contestaba educadamente el dueño de "Transportes Melara", con un ademán único y peculiar, llevando los dedos índice y medio al lado derecho de su frente,inclinando su rostro al mismo tiempo.
Aquel viejo cincuentón, disfrutaba su trabajo, porque le daba una oportunidad de chulear a las muchachas, que mañaneaban para ir al Instituto, o en tiempo de corte de café, las cortadoras que se iban a las fincas a cortar.
-"Quisiera ser un canasto, para andar bien cerquito di usté todo el día" - exclamaba a medio suspiro, el viejo verde, al entrar la Rosita en su peldaño.
"¡Hay usté, tan chúscaro ques don Tadeyo! Lovaoyir la niña Chabe y ya va hacer creer" – Exclamaba la Rosita, en tono de “dígame-mas”, tambaleando su figura de tecomate, al subir las gradas del autobús, presumiendo sus 17 añitos.
El cobrador les decía a los jóvenes uniformados: "Apártense quiay vá la reina de esta carroza, hijos-delacha".
"Fiu –fiu-fiu" -le chiflaban “la vieja” en chiflido unánime los cipotes. Como parte del folklore y tradición de juego mutuo.
De repente, corría, el cobrador desde la parte trasera del bus, hasta el frente, bruscamente como apartando obstáculos, para decirle “en secreto” (audible para todos) a don Tadeo:
-"Don Tadeyo viera que chula viene “la coyotiya” hoy usté-o, ya merito se trepa"
-"Nomás le cobra tres riales aloye, dígale que de parte miya"
-"Lo diayer patrón, a sus ordenes" Respondía el fiel Chico Paco con la chispa de su juventud.
Y es que la coyotiya era hija menor del "coyote Linares", un comerciante muy conocido del pueblo. Por manejar una variedad de productos que variaban entre una botella de Johny Walker, hasta un radio portátil marca Sanyo.
Al entrar la Ana Julia al bus don Tadeo ritualmente aullaba como coyote perdido:
"Aaaaaaaauuuuuuuu.."
Casi en coro el cobrador y la grulla de cipotes estudiantes, quienes no se sentaban aunque hubieran asientos, agarrados de la barra del techo hacían su sonido también en forma de
contestación al de don Tadeo: “Auuuuuuuuuuu”
_"¡Vá pué!" Renegaba Ana Julia, en tono amenazador y poniendo su trompita como chunchucuyo de gallito miniatura.-"Si siguen con sus bayuncadas me voy en la de las seis y media aunque llegue tarde al Instituto" amenazaba, mostrando sus dos coronitas de oro en sus caninos.
Así se llenaba el autobús de cipotes perfumados, a la par de viejas con sobacos peludos y tufosos, Se oía el cacaraquear de los pollos en los canastos que subían a la parrilla y mas de alguno que llevaba un su tunquito bajo el brazo chillando.
¡RRRRRuuuummmmmmm! Arrancaba el motor de la camioneta y se oían los golpes en la puerta trasera, tras un silbido ¡Fiiiiiiiiiiuuuuu! Para anunciar que todos estaban a bordo y que el campo estaba libre para partir.
¡JonjonateeeeeeeJuayuuuuuaaaaaaaaa AtacooooooooApanecaaaaaaaaaaaaaNagüizalcoooo!
Gritaba el cobrador, por si hubiera alguno que no supiera la ruta de aquella nave.
"La Nave Del Olvido" se leía en el bumper de enfrente de aquél autobús pintado de verde con franjas blancas, echando más humo que una locomotora.
Don Tadeo con su peinado ‘bucle’ y lentes de Elvis Presley, mantenía una mirada fija en el espejo retrovisor para asegurarse que Chico Paco si les cobrara a las muchachas bonitas, pues ya mas de una vez las había dejado pasar de “choto”. En una garita como a cinco kilómetros se
trepaba otro señor conocido como el "chacuate" quien se encargaba de revisar los boletos de los pasajeros y los rompía con el pulgar como haciendo una guatusa, asegurándose que todos habían pagado su pasaje.
De tal manera era el ameno y cotidiano viaje, entre chiflidos, el paisaje, mas de algún mono chillando pidiendo chiche, algún cipote, asombrado de ver con la agilidad que don Tadeo
agarraba aquellas curvas y sobrepasaba alguna carreta, viendo aquellos barrancos.
Platicando de la cosecha de café, del atol de elote, y los bichos virgos bayunqueando.
De vez en cuando convencían a don Tadeo para que pusiera algún cartucho musical en la cartuchera “ey-trac” que le había instalado el papa de la coyotiya, cuando regreso del norte en uno de sus viajes, a la par del espejo retrovisor, con mas alambres colgando que un plato de fideos.
"Caramba doña Leonor como se le nota… Caramba doña Leonor se le mira todo…" se oía de las bocinas cuadraditas instaladas en la parte trasera del autobús. Así eran los viajes en la "Melara". Dos viajes de ida y vuelta se recorría a diario en un tramo de sesenta kilómetros desde las 6 AM hasta las 6 PM.
La mayoría del camino eran carreteras llenas de curvas con fincas de café a cada lado o plantaciones de elote, al igual que grandes precipicios con árboles que adornaban la campiña guanaca. Pasando Apaneca, salía de una vereda todos los días una mujer como de unos treinta años, piel morena de ojos negros y cabello largo que se veía muy segura de si misma.
Don Tadeo, considerándose todo un Don Juan Tenorio se preparaba, peinándose y viéndose en el espejo, cuando calculaba que aquella mujer aparecería en la misma vereda de siempre. Aquella mujer era muy callada y reservada, y se sentaba en el ultimo asiento de atrás para que no la molestara nadie. Se bajaba en Sonsonate cerca del mercado y no se le veía hasta en el ultimo viaje por la tarde como a eso de las cuatro de la tarde, igual, sentándose hasta atrás.
A Chico Paco se le caía hasta la baba de tanto mirar y mirar aquella mujer, y casi siempre se sentaba en el asiento al lado opuesto del de ella.
Sus ojos eran tan bellos, que Don Tadeo hasta un chucho se paso llevando una vez, por irla viendo por el espejo, otra vez le voló un cuerno a un pobre buey de una carreta, ramas y palos en el camino ya no se diga. En otra ocasión tuvo que regresar por el Chico Paco, a quien había dejado cuando el Chico Paco se bajo con el canasto lleno de pollos de una señora, Todo por ir pasmado y encantado viendo a aquella mujer, de quien nunca se supo su profesión, y quien siempre vestía una sonrisa entre burla y desafío que disfrazaba con la belleza de una princesa indígena.
Un día, al autobús se le estalló una llanta, como a eso de las Cinco de la tarde, de regreso rumbo a casa en el último viaje, acabando de salir de Sonsonate. Y como era la última en día Sábado, la gente no tuvo mas remedio que bajarse y esperar a que cambiaran la llanta. Para colmo a la llanta de repuesto le faltaba un poquito de aire. Pero Chico Paco dijo:
"Yo digo que si llegamos" con un acento muy peculiar indicando seguridad.
-"¿eeeh? ¿Vos crees?” Preguntó don Tadeo en tono de incredulidad.
-¿Qué dicen muchá ooo? ¿Los vamos ooo? – Se dirigío a los pasajeros de quienes se sentía responsable.
-"¡Siiiiiii ooooooooo! - Contestaron casi todos los estudiantes de agricultura.
Y “Brrrroooom” sonó la camioneta, y todos aplaudiendo y chiflando adentro, como cuando se termina un buen espectáculo.
Pues ya habían perdido casi una hora, incluyendo el arreglo de la llanta y temían llegar muy tarde a casa, además aumentando el riesgo de viajar en lo oscuro, pues no todos Vivian en la ciudad, y algunos que salían de las veredas todavía caminaban campo adentro para sus hogares.
Para medio amenizar y apaciguar la tensión don Tadeo “zampó” un cartucho de la Orquesta Casino. -"que se mueran los feos…Que se mueran los feos, que se mueran todititos toditos los feos que se mueran".
En una de esas que Chico Paco se le acercó, le dijo en dirección al oído, -
"Decíle a aquella que va allá atrás que se venga aquí conmigo que miaga compañía vos." - Refiriéndose a la mujer del último asiento. La de los ojos negros negros. Y siguiendo a Chico Paco con la mirada por el espejo retrovisor casi nervioso….
-"¡Tunco Don Tadeyo!" -le grito una mujer al pasar
-!Tu agüeeeeela hija de tantas! Le grito de regreso, cuando de repente se oyó un ruidazo como si el autobús le hubiera pegado a algo, y ¡saz! que sale un pobre cuche volando.
Superada su sorpresa de haber golpeado un cerdo en su camino, busco de nuevo, por el espejo a Chico Paco, quien sentado en el ultimo asiento opuesto al de la mujer, le estaba indicando con la cabeza de que no, la mujer había ignorado su petición.
.." - dijo don Tadeo echando una gran maldición en voz alta, y continuo diciendo: "Solo eso me faltaba, primero se me poncha una llanta, luego mato un tunco, ya vamos tarde y nunca le puse los faroles a esta mierda, sin luz y ya casi oscurece y luego esta me rechaza..ni que juera la gran…" volteando a ver por el espejo retrovisor, vio hacia el ultimo espacio donde se sentaba aquella mujer y vio como ella se paro. Y para sorpresa de Tadeo, vio lo siguiente: Sonriendo sus lindos labios se desfiguraron y se desprendieron de su cara, mostrando los dientes en forma de calavera. Su mandíbula se desprendió de su cara. Para luego dependerse la mitad de su rostro izquierdo Su oreja cayo hacia abajo junto con sus ojos dejando dos cuencas. Su brazo se derritió como cera en la llama… ¡En cuestión de segundos!
Y todo esto sucedía y nadie veía más que solamente Don Tadeo, por su espejo, pues era la última pasajera. Lo que si todos vieron fue, como aquel viejo motorista se salía de la carretera y su pálida cara no veía el camino por mirar su espejo retrovisor, como hipnotizado.
La "Melara" se fue en un precipicio, rodando dos, tres, cuatro veces, entre gritos, dejando objetos, animales, partes, en una gigantesca huella de árboles rotos, desafiando la gravedad en una trayectoria fuera de tiempo, para terminar al fondo del barranco, en una quebrada y sobre una gigantesca piedra.
El autobús cayo de nalgas, y los pasajeros de atrás quedaron atrapados entre la ventana y una piedra. El pobre Chico Paco no volvería a chiflar jamás, quedo como chucho con los dientes
pelados, aquella mujer, los sobrevivientes confirmaron que quedo hecha pedazos.
Hubo bastantes heridos. Fué una accidente catastrófico del cual Don Tadeo sobrevivió, pero quedo loco y mudo del “porrazo” que llevo en el “coco”. Pasaron las décadas…
Cuentan que en el manicomio se paseaba un señor que le decían “Bienteveo” porque le quedaron dos manchas negras al rededor de sus ojos como un mapache, y porque andaba siempre viéndose un espejito de mano, peinado como Elvis Presley.
Mientras la carretera para Sonsonate ya tiene un nuevo dueño llamado Teyito, que es el as del volante y dueño de transportes "Melara Express".
Dicen que pasando Apaneca espera una joven de cabello largo y de ojos negros, quien sale por una vereda a esperar la camioneta… Así cuentan por allí.
RiGal 031503
No hay comentarios:
Publicar un comentario