Yo amé la libertad sazonada de campanas
que el cura José Matías Delgado repicaba en "Las Mercedes";
y la audacia de Pedro Pablo Castillo
en su forma personal de escribir historia :
con carne, sangre, pólvora y ejemplo.
El noble pensamiento de José Simeón Cañas:
otros hombres son prójimos, ¡no esclavos!.
Como admiré el valor aguerrido de Anastacio Aquino
cuando vencía a los criollos en la tierra Nonualca.
Soñé despierto la patria grande
bañada de dos mares,
tal como la soñaba Francisco Morazán,
y me entristecí
por el héroe Gerardo Barrios,
atado y fusilado en esa silla de madera ,
derrotado por Carrera de Guatemala
( Carrera asesino de la patria grande)
después de haber luchado contra los filibusteros yanquis
en la tierra de Nicarao,
y de haberle dado a la oligarquía cafetalera, el café,
y al pueblo,
el progreso y bienestar arrebatado por la añilina.
¡Como me dolieron las guerras fratricidas
encabezadas por los Escalón y los Dueñas!
La ingenua buena voluntad del presidente Araujo
y su intento socialdemócrata de los años 30
llenó mi vida de esperanzas y de futuro.
Patria mía:
La voz de trueno no se alza con nuevas homilías
( porque la verdad es fulminante como el rayo).
Un cadáver descansa de su ejemplo
en la catedral metropolitana
sin estar cansado de predicar a la historia.
Sé que me entiendes, patria.
La caña ya no es la misma,
aunque la molienda la trate igual. La semilla de maíz está condicionada a una patente extranjera
y el frijol se compra cuando se puede
y se tiene.
Tu lengua indígena : un recuerdo,
o pieza de exhibición en los museos nacionales
y extranjeros.
Sudoroso e indoblegable es tu pueblo;
ese pueblo que mantiene algodonales
y busca la suave bellota que viste a otros.
El cusuco y la taltuza se han escondido
en los profundos túneles de tu tierra
llevándose consigo innumerables secretos.
El zenzontle no encuentra fruta en los cañales
y la chiltota no puede colgar más su matatas por escasez de árboles.
Los monos y ardillas
se niegan a seguir el camino del puma y del jaguar.
El tucán no muestra orgulloso su ataviaje colorido:
teme ser despojado del polícromo atuendo
a favor de una empresa productora de sombreros.
Y aquí estamos, patria. Tu pueblo.
Tratándote como cosa suave y bonita,
como fruto dulce que queremos degustar.
Añorando las hojas de chipilín
y las pupusas con loroco.
Y no nos cansamos de sentirte patria
y de desearte libre y soberana.
Sembré una semilla de patria.
Fue abonada por millares de héroes y mártires
que muchas veces no supieron
por que murieron
y menos
porqué vivieron un infierno
en esta tierra de lagos y montañas.
Lágrimas de madres y niños
regaron tu suelo fértil,
y las lágrimas fueron corrosivas:
Penetraron las entrañas del monstruo
que vive de vida
injertándole el cáncer de sed de justicia e igualdad,
que vence la inercia de la corrupción
y el bandolerismo político.
Patria. Te quiero digna.
Te quiero Madre.
Te sueño independiente y soberana. Siempre.
Me esfuerzo, patria. Me esfuerzo.
Y no siento cristalizar mi paraíso.
Atte.
Pipilenca
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