martes, 26 de abril de 2011

Memorias de un compatriota...segunda parte


...continúa

Miércoles 10-13. Seguimos nuestro segundo día por la otrora capital de China, ahora trasladada al Norte y es llamada Pekín. Este día está programada la visita a la milenaria Gran Muralla, atracción turística número uno, pues ha sido considerada una de las siete maravillas del Mundo. Sin embargo, Benjamín nos anuncia que lo haremos por la tarde debido a que hay muchos visitantes y el tráfico “no es acto para cardíacos.” Así que nos trasladamos a las tumbas de la Dinastía Ming, ubicadas al Noreste de la ciudad. Un verdadero remanso de paz con bellos paisajes y la frescura del clima otoñal de Octubre. Caminos decorados de figuras humanas y de animales: Elefantes, caballos, camellos, tortugas y demás, símbolos al paso del visitante hasta llegar a los mausoleos imperiales y la única tumba subterránea donde descansan 13 emperadores , 23 emperatrices, príncipes y princesas y algunas concubinas. Es un fenómeno cultural de los ancestros chinos. En particular, las tumbas imperiales han sido marcadas como súper grandiosas por su arquitectura de atmósfera enigmática, siendo un genuino paseo de arte é historia al pie de la montañas Tianshou del distrito Changping, a 50 kilómetros de la capital.

Después de esta inspirante jornada, nos dirigimos a la Gran Muralla. En 30, 45 minutos sobre una carretera en subida estamos frente a ella. De allí subiría hasta la colina amos nos esperaba en un “cable car.” Antes de pasar a la puerta de entrada, estaban previas a las ventas de suvenir, bebidas refrescantes y un inmenso estacionamiento abarrotado de buses y automóviles y los millares de paseantes que ordenadamente subían hacia la colina para tomar el funicular. Inclusive un camello para subirle precio pago a su dueño, para tomarse fotos sobre el animal. Desde abajo ya podíamos admirar las columnas de cemento que forman la muralla y el inhóspito paisaje de colinas y montañas, carreteras a la distancia. Es muy emocionante llegar a Gran Muralla. Dicen que venir a China sin visitar las murallas es como visitar Egipto y no visitar sus pirámides. Es como negarse a ver una ancestral civilización tan rica en cultura. Por nada hay que perderse esta monumental é inmensa fortaleza de 8,851. 8 kilómetros de largo que viene desde la frontera con Corea atravesando todo el Este de China, la cual nos explicaron ha sido construida y reconstruido entre el siglo quinto antes de Cristo y el siglo dieciséis. Se sabe que la razón de hacerla fue proteger la frontera Norte del Imperio Chino en las sucesivas dinastías imperiales contra los ataques de los nómadas de Mongolia y Manchuria.

En promedio la Muralla en si mide de 6 a 7 metros de alto en algunas partes y de 4 a 5 metros de ancho. En su apogeo de la dinastía Ming, la muralla fue custodiada por más de un millón de guerreros. Actualmente ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1987. Gran parte de la Gran Muralla tiene fama de ser el mayor cementerio del mundo. Aproximadamente 10 millones de trabajadores murieron durante la construcción. No se les enterró en el muro en sí, sino en sus inmediaciones. El día 7 de julio de 2007 se dio a conocer que la muralla china fue elegida como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno. Está hermanada con la muralla romana de Lugo, Galicia, España, también patrimonios de la humanidad, según publicaciones previas que encontré en Wikipedia.

Así contemplamos esta maravilla donde al visitarla, vimos gente nativa de todas las edades y turistas de todo el mundo suben y baja gradas para hacer fotografías de uno y otro ángulo dejándose azotar por la fuerte brisas que sopla en la altura a novecientos ochenta metros sobre el nivel del mar. Es inolvidable y cada quien y cada cual sale de allí con una satisfacción dibujada en su rostro, tal y como si hubiera participado en una de las guerras para defenderla de los invasores. Para los hipertensos como yo, en la altura de esa colina es de cuidarse porque hay momentos que uno se queda sin aire, aunque al final ya bien satisfechos de regreso todo siguió normal y en el hotel pasamos por la ruta donde se decían los escenarios de los Juegos Olímpicos de 2008. A esa hora de la tarde y con un clima invadido por la bruma aún se pudo hacer fotos exteriores de estadios y villas donde aún, nos dice Benjamín reina el deporte, pues los estadios se utilizan para campeonatos nacionales é entre las naciones asiáticas.

Ya por las primeras horas de la noche, aun en el mismo hotel nos encontramos con Robert y su esposa Esther, compañeros de viaje residentes en New Jersey, y con Sara Guan, joven mayor de treinta nacida en China, pero educada en San Francisco, California, quien actualmente reside en Seattle, Washington, según nos dijo. Ella nos sirvió de perfecta intérprete para irnos por nuestra cuenta en busca de un lugar que nos ofreciera buena comida. Caminamos una, dos, tres cuadras, viendo uno que otro menú, y al fin entramos a un establecimiento de comida china para variar que estaba lleno de jóvenes. A pesar que Sara nos ayudo a pedir los platos, al ordenar mi esposa pidió un caldo de camarones, pero le vino súper picante que no pudo ni siquiera saborear la segunda cucharada. Con una “echaba fuego.” Tuvo que esperar unos 30 minutos más para seleccionar y recibir una nueva orden. De esa experiencia aprendimos que no solo los mexicanos son “devoradores” de chiles picante, sino que los chinos les compiten muy bien.

Regresamos al hotel. Pusimos la televisión y aun cuando los canales en su mayoría son idioma chino, se puede acceder por el cable los canales de CNN, NBC, BBC de Londres. HBO, Discovery Channel y otro en castellano originado en España. Notamos que uno de los noticieros americanos pasaba la noticia del premio nobel de la paz 2010, recaído en el disidente chino Liu Xiaobo que fue sentenciado a ll años de prisión bajo los cargos excitar a la subversión contra el poder del Estado por ser el co-autor de una propuesta política de reforma legal de China, pero dicha noticia fue “cortada” o censurada inmediatamente y no dejaron que terminara el reportaje. “Cosas veredes Sancho amigo.” De hecho, suponemos la noticia no fue transmitida para el televidente nacional, como visitantes que podíamos más que aceptar decir é ignorar, y mejor cambiamos de canal. Vimos el final de una vieja película de Clint Eastwood titulada “Taurino,” y luego hicimos “mime” para esperar el día siguiente, un Jueves 13, que para nosotros no decía nada de “buena ni mala suerte” pues creemos que la suerte llamada buena, es cuando se junta la preparación con la oportunidad, y la mala lo contrario, si es que vamos a aceptar que el término debe caber en la mente de los humanos.


Día Jueves 10-l4: La mañana otoñal estaba espléndida. Luz de un sol naciente y radiante. Buen desayuno con el mismo menú. Por supuesto aprovechamos para deleitarnos con aquellos manjares que no nos cupo el día anterior. De paso conocimos otra pareja de viajeros: Tony y Norma De Guzmán, ambos padres y abuelos filipinos residentes en Los Ángeles, California, que se unieron una día más tarde al “tour” porque perdieron el avión desde su punto de partida. Nos aclararon que la compañía les ofreció recuperar lo perdido llevándolos a los mismos lugares en taxi, pero que ellos prefirieron unirse al grupo. La ruta nos llevo a algo que jamás yo había experimentado. Entrar en contacto con una familia de los barrios pobres de otro país, pues siempre los tours incluyen parques, lagos, museos, ciudades glamorosas, pero nunca los barrios de esta clase. Gloria si lo había vivido en la ciudad de St. Petersburg en su viaje por el rio Volga en Rusia el 2008. Pues bien, llegamos a un área tranquila, se notaba el ambiente de gente con pequeños negocios, muchas personas en sus bicicletas. Al llegar, nos esperaba un lote de muchos “rickshaw” que son en este caso pequeñas carretas con un asiento para dos personas, jaladas por un hombre en su bicicleta. Todo está bien organizado. Cómo? Pues aunque esos barrios son antiquísimos, la inclusión de llegar allí con buses llenos de turistas no existía antes hasta años después de la reforma económica.

Nos explicaron que ese plan finalmente autorizado por el gobierno aunque para aprobarlo hubo mucha discusión entre los líderes chinos. Producto de esas decisiones nosotros estábamos de visita en los “Hutongs” del antiguo Beijing, que de acuerdo a la historia existen desde el imperio Mongol del año 1271, luego en la dinastía Ming en los años 1300 cuando la cantidad subió a 1,200 y ese número se extendió de 1,800 a 4000 que hay en actualidad en las calles de Beijing. Allí, un líder de la comunidad estaba de acuerdo con nuestro guía Benjamín. Nos acomodaron en los “rickshaw” y dio inicio la caravana que para el caso no paso de 8 unidades llevando a los 16 visitantes dispuestos a la sorpresa. Me llamó poderosamente la atención que al igual que nosotros, estaban llegando docenas de buses con turistas al lugar y cada uno estaba encargado a un contacto que los acondicionaba en los vehículos manuales, y que esa misión estaba permitiendo que estos conductores de bicicletas con sus pasajeros bien sentados, tuvieron un ingreso decente con el cual se ganan la vida. El cargo por viaje de unas 6 a 10 cuadras, era de 3 yuanes, equivalente a $ 0.50 de dólar.

Notamos que todas las viviendas construidas con ladrillos y pintadas de gris con calles angostas donde solo pasa un automóvil pequeño. Encontramos de todo al paso: Tiendas pequeñas, bares y restaurantes, modestos hoteles, en fin, todo aquello que compone una comunidad de residentes en una gran ciudad, y los que precisamente están allí al este y el oeste de la “ciudad prohibida” por lo que no extrañe que las viviendas con mejores edificios o casas de mayor tamaño y construcción pertenecieron a oficiales de acuerdo al estatus social de los residentes de aquella época. Al final llegamos a una de esas modestas casas habitada por una señora de la tercera edad que vivía sola. Mientras ella “caminaba” a su perro (así nos dijeron) una sobrina y su hija nos atendieron ofreciéndonos asientos para todos colocados en forma de semicírculo. Notamos que la sobrina (mujer mayor de 40 años) preparaba alimentos para su tía. Así que su hija, en aceptable inglés hizo una breve presentación de bienvenida y la razón porque ella era la anfitriona encargada. Previamente, Benjamín nos había explicado que después de escucharla podíamos hacerle preguntas. Dijo ella que estudiaba en la universidad y que estaba haciendo un interinato en su trabajo, y que esperaba ser aceptada. Dejó entrever que oportunidades son escasas, pero que tenía confianza en su profesional desempeño como para lograrlo.

Los visitantes hicieron una que otra pregunta y se nos permitió tomar fotografías del interior donde se podía observar la modestia en el modo vivir de esa familia. La sala-comedor donde nos atendieron tenía paredes antiguas con decoración de cuadros con fotografías de viajeros, así como un “collage” de billetes de varias denominaciones de países que supuestamente otros turistas les han obsequiado. Vimos un modesto dormitorio, un escritorio y sobre él, una computadora. La visita concluyó en cuestión de 30-40 minutos y Benjamín nos recordó que ese mediodía volábamos a Xi’an. Ya las maletas estaban en el mismo bus rumbo al aeropuerto doméstico. Mas mediano que pequeño sí, pero muy activo. Tuvimos que someternos a las rigurosas medidas de seguridad y luego esperar la hora de salida para un viaje de hora y media a dos horas aproximadamente. De pronto estábamos en Xi’an, que en chino quiere decir “ciudad de la paz.” Al llegar y antes de pasar aduanas Benjamín nos advirtió que allí tendríamos otro guía local. No lo dijo, pero entendemos por haberlo visto en otros viajes que las leyes que rigen el servicio turístico condicionan que la ciudad visitada sea un guía de esa ciudad visitada, quien es el encargado de mostrarla, aunque siempre vaya el guía responsable de toda la misión. Esta vez nos tocó servirnos a una señora joven de 35 a 40 años de edad y de nombre americano Derry, quien a nuestro arribo estuvo presta a guiarnos al autobús y mostrarnos las primeras vista de Xi’an. Caminamos en “fila india” hasta un estacionamiento destinado para los autobuses.
Pues bien, correspondió a Derry darnos la bienvenida en otras ciudad y de inmediato llevarnos al hospedaje prefijado, el Shangri-La Golden Flower Hotel,ubicado en el centro de la ciudad. Durante la ruta, Derry nos mostró en el camino los edificios de apartamentos. Los vimos de 15, 20 pisos. Llamó la atención de todos cuando nos dijo que esos edificios no tenían ascensor y que sus residentes tienen que bajar y subir cada vez que salen de sus residencias. Y como hacen con la gente mayor o inválidos pregunté. Para ellos son reservados los primeros y segundos pisos de abajo me respondió Darry.

Comparado con el primero, este hotel que nos había destinado no estaba a la altura de un hotel cinco estrellas. Era más pequeño y más viejo que el anterior. Se podía no solo en su fachada sino en el interior del edificio y mayormente en la habitación que nos correspondió, más pequeña que la del primer hotel en todo, aunque siempre con cama King como nos gusta. Pero no se podía hacer reclamos en ese momento que más pasábamos en la calle no encerrados. Fin del día y fin de la botellita de brandy francés que poco a poco mi esposa y yo había degustado por la noches “para bajar el estrés.”

continuará...

No hay comentarios: