lunes, 18 de febrero de 2013

Inolvidable experiencia...final.

Décimo día.

La mañana, luego de poner en orden las cosas que les hemos contado que hacemos por la mañanas salimos a Banteay Srei, llamada “ciudadela de mujeres,” un pequeño y encantador templo, joya legítima de la ciudad, construida con arenilla rojiza en el siglo X, y dedicada al dios de la India Shiva, esculpida con figuras de hombres y mujeres en nichos exquisitamente elaborados por ambos lados y en proporciones. Es, de todos los templos, el mayormente dedicado a la India por sus legendas de ese origen, que se han convertido en el centro de este inmenso y misterioso bosque.
Para el almuerzo fuimos llevados a la ciudad de Siem Reap. Saphon nos recomendó varios sitios para escoger el mero centro de la ciudad donde todo está cerca. El parque, la plaza, templos, farmacias, supermercados y por supuesto, el mercado popular, donde cientos de turistas y gente local busca las mejores ofertas movilizándose a pie y subiendo y bajando de las motocicletas dos, tres y/o cuatro ruedas para transportar de una, a seis personas cómodamente sentadas.
 Después de ver uno y otro restaurante desde el auto, nos decidimos por el que “para variar” (lo digo irónicamente) tenía aire acondicionado. Ya en el lugar y dentro del primer piso, había un letrero al tamaño de la pared que decía: Suba para tener aire acondicionado.” Lo hicimos y nos encontramos muchos jóvenes de ambos sexos, americanos, australianos, alemanes, suecos y qué sé yo, bien acomodados en un solo sofás largo forrado con tela y llenos de plumas de ganso, suave, empotrado en la pared de un costado. Allí cada quien se acomodaba en pareja, algunas chicas sin brasier, en pantalones cortos o falda con las piernas alzadas sin recato alguno. Estos muchos comen, leen, teclean su “lap top,” tablet, celular o lo que sea, pero están conectados haciendo una especie de siesta después del almuerzo. Por nuestra parte, ordenamos, esperamos, observamos, comimos y nos levantamos para continuar el paseo por la ciudad, ya que teníamos una hora más disponible, aunque siempre vendrían por nosotros para llevarnos al ir a un lago.
 Luego de ver algunas tiendas, fuimos al mercado, compramos un par de adornos como suvenir, y luego caminamos en la misma manzana a la redonda disfrutando del movimiento comercial que provoca el turista más que todo.
 Nuestro servicio de transportación estuvo puntual y pronto salimos a Tonlé Sap, un lago de aguas tranquilas el cual recorrimos por una hora y media en un bote pequeño de motor. Es aquí en este lago donde se concentra el alma de la industria pesquera de Cambodia, y aunque no vimos muchos peces, en su lugar vimos comunidades enteras que viven alrededor y dentro del lago.
 Son casas algunas sobre el nivel del agua y otras montadas sobre la superficie del nivel. Es así nos explicaron, para evitar ser inundadas cuando el lago se crece en invierno. Las que están a nivel del agua, se mueven a tierra firme cuando el lago se crece.
Di por hecho, y así me lo confirmó nuestro guía, que los residentes no pagan ninguna renta, pero si reportan a las autoridades su ubicación para efectos de censo, correo, acceso a las escuelas, y otros servicios del reinado, sin faltar los monjes budistas y sus pagodas. Siempre hemos advertido los ríos dentro de las ciudades que visitamos, sean grandes metrópolis o pequeñas villas, y en este caso de Siem Reap, fue un lago inmenso, cuya extensión es de 2.590 km², que puede llegar hasta los 24.605 km² durante la estación de las lluvias, siendo la mayor extensión de agua dulce del sudeste asiático y se ubica en la llanura central del país. Las provincias que rodean el lago son: al norte la Siem Riep y la Kompung Thom y al sur las provincias de Battambang, Pursat y Kompung Chinang.
El lago está orientado en dirección noroccidental – suroriental. Tonlé Sap significa en jemer lago de agua fresca, aunque con frecuencia se traduce en idiomas occidentales como "Gran Lago". Forma parte del mayor ecosistema hídrico del sudeste asiático y es objeto de protección como biósfera, declarado como tal por la Unesco en 1997
El lago está alimentado por numerosos cauces procedentes de todas las latitudes, que son, a su vez, un importante medio de transporte en la región central del país. Por otra parte, el lago es tributario del río Sap que fluye hacia el suroriente y que en Phnom Penh se une al Mekong formando el río Basac. Es además vital para la economía regional por su riqueza en pesca y la fertilidad de sus riberas para el cultivo del arroz. El lago está asociado además al complejo arqueológico de Angkor Wat, el cual se extiende en su área noroccidental, cerca de la Ciudad de Siem Riep. Durante la estación seca, el lago es más bien pequeño, con 2.590 km² de extensión y apenas un metro de profundidad. Pero durante los monzones ocurre un fenómeno que sólo Camboya y Egipto con el Nilo pueden presenciar: Los ríos Sap y Mekong cambian el sentido de la corriente hacia el noroccidente, es decir, devuelven el agua.
 Este fenómeno se debe a la abundancia de las lluvias que comienzan en junio y terminan hacia diciembre, lo que crea un crecimiento en el volumen de las aguas. Las aguas son literalmente rechazadas por el mar o represadas, por lo que buscan un espacio natural de extensión o retiro y éste es el lago Sap, el cual alcanza en la temporada de lluvias que aumenta más de diez veces su tamaño. Bosques y campos aledaños se convierten literalmente en retiro del lago hasta que la corriente de los ríos normaliza su curso, lo cual es celebrado en Camboya con el Festival del Agua.
El fenómeno trae como consecuencia grandes beneficios porque fertiliza las tierras e incrementa la actividad pesquera. En otras partes habíamos visto casas humildes al lado de ríos en poblados pequeños, pero nunca dentro del agua en un lago. Obviamente, su construcción es frágil hecha con troncos y ramas cortadas de árboles de la zona, y láminas de aluminio. Algunas techadas con ramas de palmeras o cocoteros. Luego de esta única experiencia, vino el regreso aún temprano de la tarde para disfrutar de un poco de sol al lado de la alberca del hotel, nadar un poco, y descansar en los cómodos canapés alrededor de la misma. Algo que no habíamos tenido en todo el viaje.
 Por la noche, repetimos la cena en el Victoria Resort que fue servida con exquisitas ensaladas y variedad de carnes blancas y pescado fresco del lago Tonlé Sap, para hacer honor a sus pescadores locales.
 La hora del descanso llegó nos sin antes dejar todo listo para el día siguiente: Sacar cuentas de los consumido en el hotel, preparar y tener a la mano el pasaporte, boletos de avión y el sobre con las propinas para Saphon (cuyo apellido nunca pregunté) y el chofer, así como las propinas para los maleteros del aeropuerto, que al final no hubo necesidad por la pequeñez del mismo y lo inmediato de los mostradores de la línea aérea para transportarnos una vez más a Tailandia.
 Regresamos a Bangkok exactamente al mismo hotel Rembrandt solo para pasar la noche y continuar por avión rumbo a la próxima estación.
Ese mismo día, Jenny, la guía del primer día cuando arribamos a esta gran ciudad, fue nuevamente quien nos recibió por segunda vez en el aeropuerto, y fue la encargado de llevarnos al hotel. Al registrarnos, la recepción del hotel se disculpó porque no tenía una habitación con cama King como lo había requerido en todo el viaje, y que si podíamos conformábamos con camas separadas.
No de buen humor, pero educadamente, exigí al encargado de esa misión de acomodarnos, que volviera a revisar su disponibilidad de habitaciones con cama doble. Lo hizo y nos ofreció esa opción, pero en una habitación para fumadores. Volví a requerir que buscara otra alternativa, y finalmente encontraron una en la “suite” para ejecutivos, que dicho sea de paso tienen un precio más alto que el que estábamos pagando, pero les hacía quedar bien ante la demanda de su cliente.
 Dimos las gracias y nos acomodamos en una habitación similar, aunque reconozco que su mobiliario era más elegante y de mejor presentación hasta en las frutas frescas en el piso 18. Pasado el incidente la guía que solo observaba esperó para avisarnos que horas más tarde teníamos regresaba por nosotros para tomar un paseo con cena incluida en uno de los cruceros que van del norte al sur y viceversa por el rio que atraviesa la metrópoli tailandesa.
La diferencia de esta vez con el primer paseo que hicimos el primer día en ese rio de Bangkok que hicimos en días pasados, fue la hora, pues esta vez el sol se había acostado en el horizonte, y aparte de ver las luces de edificios y templos iluminados que circundan el área, la cena fue algo a lo que ya nos estábamos acostumbrando, pero esta vez en un yate con música en vivo y lleno de turistas de todas partes. Otra oportunidad que aprovechamos para tomar las últimas fotos de esa etapa.
 Concluida esa fiesta naviera, regresamos al hotel para el baño de rigor, dejar preparadas las maletas y el siguiente día continuar nuestra ruta.
 A buena mañana, estábamos de pie. Bajamos para desayunar y en cuestión de media hora estábamos de regreso en la habitación. Fue aquí donde nos pasó una insólita experiencia, lo digo porque vivimos en San Francisco, California, donde los movimientos telúricos están pre-avisados desde hace mucho tiempo.
 Eran casi las nueve de la mañana, cuando mi esposa y yo empezamos a danzar sin música y el ritmo lo marcaba el vaivén del edificio en la planta número 18. No nos imaginamos que en mera vacación íbamos a tener tremendo susto. El temblor nos hizo vernos uno al otro sin tener más que esperar que pasara. Los segundos fueron eternos, y en menos de los 60, todo había pasado.
Cogimos las maletas y bajamos al “lobby” del hotel y confirmar con otras personas lo ocurrido. La sorpresa fue que el empleado que nos hizo la cuenta de salida, se mostró extrañado cuando le preguntamos si él y sus compañeros sintieron el movimiento de tierra, y tranquilamente dijo que allí no había pasada, pero lo dijo sonriente, quizás por la cara de asustados que teníamos. Le recomendamos verificar en el internet y le dijimos que nos informara, mientras esperábamos en la sala de espera por el auto y el guía que nos llevaría al aeropuerto.
Pues en cuestión de dos o tres minutos, el joven ejecutivo vino hacia nosotros con una sonrisa nerviosa, y efectivamente, nos dijo que por el servicio de internet se enteró de un terremoto grado 5.6 en Myanmar (Burma, vecino país al norte oeste de Tailandia. Tan pronto Jenny, la guía encargada llegó, abordamos el vehículo para trasladarnos al aeropuerto y dirigirnos a Hong Kong, última escala del regreso a casa. Previamente a nuestra llegada a la ciudad, donde sabíamos que llegaríamos tipo cuatro de la tarde y que nuestro vuelo a Los Estados Unidos sería después de la media noche. Cinco horas eran suficientes para dar un paseo, “un taco de ojo” como dicen los mexicanos.
 Pues así fue, tan pronto llegamos al aeropuerto no había que preocuparnos por las maletas pues estas continuaban en la terminal aérea, y fuimos en busca no de un taxi, cuyo precio pudiera oscilar en $ 100 dólares solo la ida al “down town,” sino de un bus urbano de dos pisos que abordamos tan pronto salimos a la calle. Por la cómoda suma de $ 8 dólares “hongkonianos” (equivalente a $ 3 americanos) cada uno, nos instalamos en la parte alta de un bus de dos pisos. Vimos el atardecer en todo su esplendor en aquella región administrativa especial del puerto «puerto fragante») una región administrativa especial del sur de China formada por una península y varias islas, situada en la costa sur del Mar de la China Meridional, en el delta del Río Perla, junto a las ciudades de Cantón y de Macao y que hasta el 1 de julio de 1997 fue colonia del Reino Unido.
En tan corta visita supimos que bajo un sistema, cuyo ideólogo de Deng Xiaoping, que pretendía que se aplicara a una eventual reunificación con Taiwán, y que ahora consiste en el mantenimiento de un sistema económico capitalista bajo la soberanía de un país de ideología oficial comunista. Además del sistema económico, estas dos regiones mantienen un sistema administrativo y judicial independiente, e incluso su propio sistema de aduanas.
 En el año 2005, la población de Hong Kong supera los siete millones de habitantes, lo cual la convierte en la cuarta mayor área metropolitana de la República Popular China. Su población alcanza los 6.200 habitantes por km². Hong Kong tiene una tasa de fertilidad de 0,94 hijos por mujer, una de las más bajas en el mundo, y muy inferior a los 2,1 niños por mujer que se requieren para mantener el nivel de población. A pesar de esto, la población continúa aumentando debido a la inmigración procedente de China continental. A pesar de esta alta densidad de población, se dice de Hong Kong que es una de las ciudades con más espacios verdes en Asia. La mayor parte de sus habitantes reside en edificios altos de apartamentos, lo cual concentra a la población en las zonas urbanizadas, mientras la mayor parte del territorio consiste en parques y bosques.
 La cantidad de islas y las costas sinuosas dotan al territorio de muchísimas bahías y playas poco accesibles. A pesar de esto, Hong Kong es una de las ciudades más contaminadas del mundo.
El cantonés es el dialecto chino más extendido entre la población china de Hong Kong. La lengua hablada en el entorno familiar es cantonés vernáculo más o menos puro, mientras que en situaciones formales, tales como discursos políticos o programas de televisión y radio, se utiliza un híbrido de mandarín y cantonés, en el que el vocabulario y la gramática propias del mandarín se pronuncian con la lectura cantonesa de los sinogramas. El lenguaje escrito formal es el chino mandarín, pero también abunda el cantonés escrito en la literatura popular. El inglés, hablado por la comunidad de origen extranjero y parte de la población china, es un idioma oficial junto al chino.
En Hong Kong se practican todas las religiones tradicionales chinas. El culto a los ancestros es predominante debido a la fuerte influencia confuciana, mientras que el cristianismo es practicado por un 10% de la población. La comunidad cristiana se divide a partes aproximadamente iguales entre católicos y protestantes. Se estima que hay también alrededor de 70.000 musulmanes en Hong Kong, y entre 2.000 y 3.000 judíos. Alrededor del 95% de los habitantes de Hong Kong tienen ascendencia china Han. La población de origen europeo supone alrededor del 1,5% del total. También hay una comunidad importante de origen indio, que se estableció en el territorio durante la época colonial británica, y una gran comunidad filipina, formada sobre todo por mujeres jóvenes que trabajan como empleadas domésticas.
Con su desmesurada densidad de población y poco territorio para edificar todo se construye hacia arriba mediante rascacielos.
Todo esto se aprende cuando uno curiosea por el mundo. Resumo que este viaje fue muy rico en conocimiento cultural. Vimos templos budistas que datan de siglos, algunos de ellos como he relatado, bañados en oro, pero otros, en pura piedra esculpida hasta en sus más recóndita pared, algo insólito por la grandeza de estos momentos que si uno no cree, es muy remoto pensar que fueron puestos allí por el hombre moderno.

 Nos falta mucho que ver, como es la India y Egipto, y no digamos los misterios de África, pero poco a poco, despacio y con buena letra, o como dijo Napoleón Bonaparte: Despacio que tengo prisa,” aunque la nuestra no sé si es prisa de ahorrar y tener el dinero y darse estos viajes por el ancho y resuelto mundo.

Gracias por leerme.

1 comentario:

Osvaldo dijo...
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