jueves, 11 de junio de 2009

El día que mi novia me dió "el mico".

¿A que no tenés huevos de pedirle el mico a la Lorena?,- me decía Paco “Chancleta”, un compañero del quinto grado de primaria, animándome a declararle mi amor a Lorena, una preciosa niña de nuestro mismo de grado que me gustaba y que me tiraba corriente. Pero como yo era muy tímido, no me atrevía a pedirle que fuera mi novia. Y Paco, como sabía que la bicha me gustaba, me jodía para que de una vez por todas le pidiera que ella me aceptara como su novio.

-¡No jodás, ponete de culumbrón a ver si no tengo huevos.! Le respondía yo-. ¡Lo que pasa es que a ella no le gusta que nos miren juntos porque es muy penosa! ¡Pero cuando salgamos de la escuela, le pido el mico, vas a ver!

Eso lo tengo que ver!- me seguia jodiendo Paco.- ¡Yo se que la Lorena a vos te tira los calzones, pero si no te ponés abusado, el Mario “Chancaca” se te puede adelantar y robarte el mandado, porque yo se que a él también le gusta la Lorena!

Y yo, como que me animaba y no me animaba a hablarle a la bicha, porque me daba mucha pena pedírselo y que me fuera a decir que no. Me moriría de vergüenza y me pondría rojo como un rábano. Pero también sabía que el tiempo estaba en mi contra, y que así como yo, había un montón de buitres que andaban detrás de los huesitos de la Lorenita.

Así que con las piernas temblorosas y con la frente sudorosa por el miedo al rechazo, me dirigí hasta donde estaba la que me había robado el corazón y le dije con voz entrecortada:

-“¿Lorenita, puedo pe pe dir le le un fa favor ci ci cito?
-¿De qué se trata?-me preguntó ella-.
-“Si me me me pu pu pidiera dar el el el el
Si le puedo dar el qué? Dígalo de una sola vez- me dijo Lorena-.
-Es que me me da mucha pe pena decírselo. Y a lo mejor us us usted se va a e e enojar conmigo por lo que le le voy a pe pe pedir.
-Pero si no me dice lo que me quiere pedir, no voy a saber si me voy e enojar o no. Hable de una vez porque ya van a tocar la campana para entrar a clase.

Y agarrando valor e inflando el pecho le dije:
-Lorenita, usted me gusta mucho. Y quisiera que fuera mi novia. Y como prueba de amor, quiero pedirle que me de “el mico”.

-Ella no se sorprendió de mis palabras pues lo tomó de forma muy natural y me dijo:
-Si, acepto ser su novia. Pero con una condición. – Me dijo ella-.
-La que sea- Le respondí-.
-Quiero que me de sus “coyoles” para chupármelos “.
- Aceptado-respondí con una sonrisota dibujándose en mis labios-.
-¿Cuándo nos vemos para que me des el mico, Lorenita?-Le pregunté tratándola de vos porque ya éramos novios-.
-El Jueves, después de clase de catecismo, detrás de la Parroquia, por la pila. Pero vas solo, no quiero que nadie nos vea cuando te dé mi “prueba de amor”, ni que nadie sepa que te lo voy a dar.
-Alli voy a estar, solito, esperándote impaciente- Le constesté-.
-¿Y ya que somos novios, me dejas que te dé un besito?- Le pregunté en forma atrevida-.
-No, hasta el jueves, cuando estemos solos-. Me respondió-.
-Nos vemos el jueves, entonces.-Le dije-.
Y se encaminó hacia el salón de clase al sonar la campana. Pero antes de entrar al aula, volteó su mirada hacia mí, y me lanzó un beso con su mano.

Regresé caminando hasta donde estaba Paco, bien “culón”, porque ya había amarrado y este me preguntó impaciente:
-¿Qué paso?¿Que paso?¿Le pediste el mico?
-Si-Le respondí-.
-¿Y cuando te lo va a dar.- Preguntó-.
-El jueves, después de catecismo-Le respondí.-Pero no quiere que le diga a nadie que me lo va a dar, ni quiere que nadie nos vea cuando me lo de.
-Esto no me lo pierdo.-Me dijo Paco.-Yo lo tengo que ver.-Repitió-.
-Si la Lorena te cacha que nos estás espiando, no me da el mico. Así que no vayás, o te escondés bien para que ella no te vea-. Le dije para disuadirlo que no me fuera a echar a perder el acontecimiento.-
-Vos no te preocupés por nada, nadie se va a dar cuenta que los estoy espiando. Repitió Paco-.
-Mejor hay nos vemos porque ya tocaron para entrar a clase
. Le dije-.
-¡Salú!
-¡Salú
!

Los días y las horas pasaban lentamente y yo no me aguantaba que llegara el jueves.
Mi mamá notó que algo raro me estaba pasando y me preguntó:
-¿Y a vos que te pasa que te veo caminando de arriba para abajo como desesperado?
-¿A mi? Nada. ¿por que?- le respondí haciéndome el disimulado-.
- Es que andas como alma en pena. No te estas quieto, ni asosiego. A mi vos no me engañas. A vos te pasa algo.- Me respondió-.

Y como las nanas saben leer el alma de sus hijos me preguntó:
-¿No será que una cipota ya te flechó?.
-Pues sí. Le dije. Una cipota de mi grado aceptó ser mi novia y el jueves me va a dar el mico como prueba de amor.
-¿Y de seguro ella te pidió tus coyoles para chupártelos-. -Me respondió como adivina.-.
-¿Y usted como lo sabe?-Le pegunté a mi mamá-.
Ay hijo. Eso de pedirle a las niñas el mico como prueba de amor y que ellos les den los coyoles para que se los chupen es más viejo que “Chico andá bañate”.
-¿Y cuando te lo va a dar?-me preguntó-.
-El jueves después de catecismo.-Respondí-.
-Asegurate,- me dijo ella-, que lo tenga limpiecito y oloroso, y que no se lo haya dado a nadie antes que a vos.
-¿Y yo como voy a saber si no lo ha dado antes a otro?- Le pregunté-.
-Si ves que te lo tiene flojo, todo aguado, está roto, o ves que le han metido el dedo, es que ya ha sido usado antes por otro baboso?
-Y si ya fue usado, ¿no se lo cojo?- Le pregunté-.
-Eso es cosa tuya- Me dijo mi mamá- Yo solo te estoy advirtiendo que puede ser que ya le haya dado el mico a otro antes que a vos.
- Esta bien mamá. Voy a ser cuidadoso.-Le respondí-.

Llegó al fin el día jueves tan esperado por mi, y así como me lo prometió Lorena, allí estaba, detrás de la sacristía a la salida del catecismo.
Estaba preciosa, con su faldita azul con rayitas amarillas, calcetines blancos, blusa manga larga y una mantilla cubriéndole la cabeza.

-La saludé: ¡Hola Lorenita!
-¡Hola Memo
!.-Me respondió-.
-¿Me trajiste el mico?-Pregunté-.
-¡Sí.-Me contestó-. ¿Y vos me trajiste tus coyoles?-.
-¡Si-. Le respondí-. Aquí te los tengo, grandotes, peluditos y mieludos como a vos te gustan.
-Enseñámelos a ver si es cierto.-Me dijo Lorenita-.
-Abrí las manos y cerrá los ojos.-Le dije, y le puse en sus manos mi par de hermosos coyoles.
-Hoy te toca a vos.-Le dije-¿Adonde está mi mico?- Pregunté.-
-Aquí te lo tengo, bien escondidito debajo de la falda, para que nadie lo vea, solo vos.
Pero vámonos a donde nadie nos mire para dartelo.

Nos fuimos detrás de la pila de la iglesia, y me va enseñando aquel precioso tesoro, que para ella, era su prueba de amor hacia mí, y me pregunta:
-¿Te gusta?
Si, me encanta!. Le dije.
Nunca pensé que me lo fueras a dar. ¿Me dejás que lo huela, lo acaricie y le de un besito?
-Es tuyo y podes hacer lo que querrás con el? Nada más que tratalo con dulzura y delicadesa porque es muy fino-Me dijo-.
-Se nota. -Le dije-.
-Pero ¿Para que lo querés oler si te lo traigo bien lavadito con jabón de olor y le eché perfume francés?.- Me preguntó Lorenita-.
-Es que mi mamá me dijo que me asegurara que no tuvieras el mico huango, apestoso, usado, o que ya se lo hubieras dado a otro cipote antes a que a mí- Le respondí.-.
-Vos sos el primero a quien se lo doy-. Me aseguró ella-.
-Entonces, ya que somos novios, dame un besito.- Le dije para consumar el acto de compromiso de noviazgo.
Ella me dio un beso tronador en el cachete y salió corriendo adonde su mamá que la esperaba para llevarla a su casa

Yo me sentía como que andaba caminando en las nubes de contento, y salí de la iglesia La Merced ese día jueves de Corpus con el pañuelito bordado a mano prendido de mi camisa, para enseñarselo a Toño, el cual Lorenita me había regalado como prueba de amor hacia mi.

Ella, se fue caminando hacia su casa de la mano de su mamá, comiéndose el par de coyoles en miel morada que yo le regalé como prueba de mi amor, ese día ya tan lejano, pero inolvidable de mi niñez, cuando Lorenita me dió "el mico".

Y se acabuche, pata de cuche.
Anexo del relato:
Muchas de nuestras costumbres y tradiciones se han perdido con el tiempo y la del día Jueves de Corpus, De Corpus Cristy o “Día del Mico” como se le conocía, ya casi nadie se acuerda de ella, ni mucho menos se practica en nuestro país.

Consistía en que los niños o varones, con edades antes de llegar a la pubertad, les pedían a las hembritas que el día jueves de Corpus les “dieran el mico”.

El “mico” se le llamaba a un pequeño regalito, que casi siempre era un pañuelito, una sorpresa, un muñequito, una cartita con un dibujito, que las niñas le prendían en la camisa al amiguito o varón de su preferencia, con un pequeño ganchito de ropa.
Los varones, en reciprocidad, les daban de regalo dos coyoles en miel morada envueltos en una tuza.

El que una niña le diera “el mico” a uno, era considerado como promesa de compromiso para con el elegido, aunque esto no era nada más que un inocente y divertido juego entre infantes que asomaban a la pubertad.

El jueves de Corpus se celebraba el segundo jueves del mes de junio, y simbolizaba la transformación del cuerpo de Jesucristo en la ostia o eucaristía.

Memo R. Diaz.
Jueves de Corpus Christy del 2009.

2 comentarios:

José Méndez dijo...

Ah, de ahí los apelativos a las partes privadas... vea usted, cada día se aprende algo nuevo.

Memo dijo...

Hola José, gracias por tu comentario.

Ralamente no se si al regalito le pusieron el apelativo de la vagina, o fue al revez.

La cosa es que así le llamaban.

Saludos.

Memo.