jueves, 11 de septiembre de 2008

Yo te bautizo con agu'e chorizo


Pareciera que el mal gusto en nuestro país nunca ha tenido reposo, al contrario, la impresión que deja en el ánimo es la de estar siempre activo, amenazando incansablemente todo lo que toca.

Veamos como ejemplo los nombres terribles con que han sido bautizados algunos de nuestros inermes lugares.

Consideremos primero el descomunal disparate de designar tres departamentos de nuestro país, no con nombres autóctonos, sonoros y bonitos- como es el caso de Chalatenango, Sonsonate, o Ahuachapán-, sino con nombres abstractos, chatos, ishtultes, que nada dicen a la gente, tales como La Libertad, La Unión, La paz..., o bien rebautizar a otro-Cabañas- con el apellido de un señor que a estas alturas el 99 ½ por ciento de la gente (reto a cualquiera que hagamos una encuesta) ignora quién fue o qué hizo.

Hay poblaciones con nombres melodiosos, bellos en verdad. Como Nahuizalco, Intipucá, Cuisnahuat, Nahuilingo, Ojos de Agua, El Carrizal, Chinameca, Jocoaitique, Ozatlán, Ereguaiquín, Apastepeque, Quezaltepeque, etc.

Otras en cambio, fueron favorecidas con nombres de santos, pero les fueron adjudicados los nombres mas ”feyos”, como San Matías, San Ildefonso o San Emigdio, en lugar de haber seguido la corriente de: San Rafael Cedros, San Antonio de los Ranchos, Santa Rosa Guachipilín, Santa Cruz Porrillo, San Pedro Tuxtla, San Sebastián Salitrillo, Santiago Texacuangos, San Cayetano Ixtepeque, Santa María Ostuma, San Pablo Tacachico, Santa Cruz Michapa, San José Guayabal, San Rafael Obrajuelo…O de plano le hubieran puesto nombres de santos salvadoreños como San Francisco Morazán o San Francisco Menéndez, quienes fueron canonizados en el país en dos “cuetazos”, sin andar con tanta bulla.

Hay sitios que nacieron con nombres de dudosa profilaxis como Cara Sucia o nombres definitivamente horribles como El Triunfo, Mercedes Umaña, El Porvenir, Nueva Esparta, La Reina, El Progreso, Sociedad, Victoria, Cinquera…todos los cuales tendrían que irse a los “tiros de penal” para decidir cual es el peor. Destaca entre éstos el increíble de Paraíso de Osorio, bautizado así a pesar de todas las rabietas y pataletas que tan insólita decisión ha de haber provocado en Adán y/o Eva, quienes con justa razón podrían considerarse propietarios originales de los copyrights relacionados con el Paraíso.

En cambio hay otros que teniendo nombres bellísimos, fueron degradados de un solo machetazo por el bayunquismo. Es casi imposible no sentir instintos asesinos al saber que Ciudad Arce, antes era El Chilamatal, y que Ciudad Delgado fue primero Aculhuaca.
Ignoramos como se llamaba antes Ciudad Barrios (creo haber leído en alguna parte que
Cacauatique), pero sí sabemos que el Capitán General tiene ya un lugar reconocido de sobra en nuestra historia, y no tiene necesidad andar escamoteándole nombres a nadie para ser recordado (hay un pobre pueblo también en San Miguel al que le cambiaron su nombre original y en su honor le pusieron ¡San Gerardo!).

Excusa especial merecen los antiguos habitantes de Armenia que probablemente no aguantaron más las bromas de sus guasones vecinos y decidieron abandonar el-si bien original y autóctono, también escalofriante nombre de –Guaymoco.

Fuentes generalmente bien informadas (como dicen los “chicos de la prensa” cuando van a echar a rodar una calumnia) nos han contado de dos casos que se han presentado recientemente, relacionados con el tema que estamos tratando.

El primero se refiere a la actitud de los habitantes (indudablemente influenciados por el idioma insalubre del Coloso del Norte, como decían hace siglos los compañeros de la AUE), de Calzontes Arriba que quieren cambiar su nombre por el de Trousers Up, y para no quedarse atrás los de Calzontes abajo, pasarían a ser Trousers Down.

La segunda noticia que refieren esas fuentes revela que un grupo de distinguidos ciudadanos del cantón El Delirio, piensan dar un tono más aristocrático al espeluznante nombre que les tocó en suerte, latinizándolo un poco, y piensan trocarlo por el de Delirium Tremens. Sin embargo, una corriente de línea dura, más exaltada o fundamentalista de dichos ciudadanos, propone audazmente un repertorio radical de nombres para rebautizar su lugar, entre los cuales rescatamos los siguientes: La Neurosis, La Catatonia, La Psicosis, La Paranoia, La Fobia, La Depresión, La Neurastenia, La Piromanía, El Voyeurismo; El Sadomasoquismo…


Guillermo Schlesinger
De su libro: Arranca Cebolla

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