domingo, 7 de septiembre de 2008

MEMOrias de las serenatas


Trío Los hermanos Cárcamo (trío que participó en el concurso de Miss Universo en 1975)

México siempre ha sido de gran influencia musical en nuestro país, y la costumbre de llevarle serenatas a las novias, esposas, “damas”, concubinas, etc. también fue adoptada por los salvadoreños; y la música de tríos como Los Panchos, Los Dandys, Los Tres Caballeros, Los Ases, Los Diamantes, Los Galantes, Los Duendes, Los Jaibos, Los Santos, Los Delfines, Los Tecolines, Los Embajadores, los Hnos. Mitchel, etc. no faltaba en el repertorio de melodías que los tríos salvadoreños engalanaban las frías madrugadas con su arte musical.

También se hicieron muy populares las serenatas con mariachis que interpretaban música ranchera de Pedro Infante, Jorge Negrete, El Charro Avitia, el Tariácuri, Amalia Mendoza, Lucha Villa, Cuco Sánchez, Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía y Javier Solís; quien con canciones como “Sombras”, “Entrega total”, “Payaso”, “Amigo organillero”, “Escándalo”, “En mi viejo San Juan”, “Esclavo y amo”, “Las rejas no matan”, “Sabor a mi”, “La retirada”, etc. fue quizás el mejor intérprete del bolero ranchero.

Las serenatas servían para varios propósitos: para enamorar a la novia, para tratar de convencer a una mujer a que le hiciera caso, para contentar a la esposa (si es que el marido se había portado mal), para pedirle que volviera con uno (si es que lo habían mandado pa’l chorizo), para pedir matrimonio, para despedir a la amada ( si es que se iba de viaje por mucho tiempo), o simplemente para llevarle “Las Mañanitas” si era la fecha de su cumpleaños.

Los músicos le preguntaban a uno cual era el motivo de la serenata y dependiendo del “caso del cliente”, así era la música que tocaban. Si se quería enamorar, no faltaban “Tres regalos”, “Gema”, “Enamorada”, “Amor mío”, “Rayito de luna”y otras por el estilo. Si el motivo era la despedida: “El Reloj” y “La Barca”, “Noche no te vayas”, “Llorarás” eran de rigor. Si la serenata era para pedir “cacao”, la canción “Perdón” era mejor que mil palabras; “Nuestro juramento” y “Rondando tu esquina” de Julio Jaramillo también eran muy solicitadas. Si el motivo era regresar con la amada después de un pleito “En qué quedamos por fin” era canción obligada, al igual que “Mujer sin corazón” y “Luz de luna”.

Casi siempre el que ofrecía la serenata andaba herido del corazón y “medio a pichinga” (costumbre muy popular en nuestro país hasta estos días), y acompañado de un “alero” para que le hiciera “gallo” (cosa curiosa, no se podía ir a dar serenata uno solo, siempre andaba un gorrón chupando de choto a la par de uno, que servia de testigo de cómo se sufría por aquella pérfida mujer que lo traía “hecho mierda” y a lo mejor le había hecho brujería).

Si después de la serenata, la mujer le abría la puerta de su casa para dejarlo entrar, era que la serenata había servido y logrado el objetivo. Si no le abrían la puerta, y por el contrario, desde el altillo de la casa el tata de la cipota le echaba una puteada de carretonero y lo amenazaba que le iba a echar a la Guardia para que dejara de joder a la cipota y que dejara de despertar a todo el vecindario; entonces, uno se iba con su chero y con los músicos en un taxi de regreso al burdel donde había contratado a los músicos a seguir chupando y jodiendo con las “pulseras”.

En San Salvador había varias zonas donde se podían contratar mariachis para las serenatas. Estaban los “siete salones” que quedaban por el barrio Candelaria, también había tríos por la Avenida Independencia, y en la Praviana, que era donde se reunía la mayoría de los tríos, duetos, solistas y mariachis de la época.

Entre los tríos de nuestro país el más cotizado eran los Hermanos Cárcamo, de mucha categoría a nivel nacional e internacional. También estaba el trío Ancalmo, Los Soles y los Campesinos. Entre los duetos estaban Los Hermanos Anchietta y los hermanitos Bercián. Entre los solístas, la calidad de Pablo Ríos era indiscutible.


Los músicos que se dedicaban a la cantada, así como también los aprendices y aficionados a la música, tenían un auxiliar perfecto para aprenderse las canciones, el diminuto manual de bolsillo "El cancionero", que vendían en cualquier lugar de revistas y periódicos, en el cual venían diagramados los acordes en guitarra y la letra de las canciones de moda y las más recientes.


Cuando empezó la guerra en nuestro país, y debido a que habían toques de queda, los trovadores vieron mermada su clientela pues no se podía salir de noche, y en las últimas décadas han perdido popularidad debido a que las nuevas corrientes de música moderna como el Regatón, el Hip Hop, el Perreo, la música en Inglés y otros ritmos no tienen el mismo romanticismo de la música que interpretaban los tríos y que los hicieron tan solicitados por los enamorados de entonces.

Pero estos no se resignan a morir del todo y todavía se ven algunos de ellos frecuentar algunos negocios bohemios cuyos clientes todavía tienen “espíritu romántico” para ofrecer las melodías que les recuerden aquellas noches preñadas de luna llena, cuando junto con su mejor amigo le llevaron serenata alguna vez a aquella mujer amada que lo traía “muerto por la calle de la amargura”.

Hermanitos Bercián ( uno de los mejores duetos nacionales)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que chevere recordar viejos timepos uno de los Carcamos fue profesor mio

Memo dijo...

No cabe duda que los hermanos Cárcamo han sido el mejor trío nacional. Tenían una calidad interpretativa excepcional y su trayectoria los llevó afuera del territorio salvadoreño.

Yo recuerdo que ellos actuaron en uno de los programas previos a la elección de Miss Universo en El salvador en 1975 y eran invitados frecuentes de los programas musicales de nuestro país.

salú.

Memo.