Carlos Arturo estaba manejando su "toyotía" por la "Alameda Roosevelt" de San Salvador a eso de las cinco de la tarde de un Viernes (sábado chiquito), y buscaba donde "calentar motores," y distraerse para esa noche de fin de semana en la que acostumbraba salir de la rutina haciendo algo diferente, con otros
amigos, o si la suerte lo apremiaba,con una amiga era suficiente nada más.
De pronto Carlos Arturo estaba pasando por "drive-in Don Pedro," y se le antojó
detener su auto para saborear una bebida natural que servían en aquel lugar,
hecho a base de agua, azúcar, y pedacitos de frutas, tales como" manzana, mango,
mamey, nance, piña y hojas de lechuga bien picada bautizado y conocido como
"refresco de ensalada."
El "drive in" en si era uno de los preferidos de Carlos Arturo, y no tenía que
ver nada con sus deseos, el hecho que éste negocio fuera propiedad de Pedro
Dalmau, un exiliado cubano promotor de artistas que se había radicado en el
país, y su fama tenía renombre porque también había, en los principios de la
televisión en el país, década de los 60, conducído "El Show del mediodía," un
programa de la TV con variedades musicales en las actuaban los grandes de la
época en el ámbito nacional.
En conclusión, el "don Pedro" como lo llamaba la gente, era un sitio donde la
gente se sentía agusto para disfrutar al aire libre, si no deseaba quedarse en
su auto. Además de bebidas refrescantes y alcohólicas, el menú del "don Pedro"
incluía una lista de comidas caseras con el toque cubano, y era frecuentado
especialmente por parejas de novios y/o pretendientes, que lo preferían por su
estratégica ubicación, pues permitía estar bien al frente de todo el mundo, o
"escondidos" en algún rincón del estacionamiento bajo la extensa y cobijante
arboleda. Era, y aún lo es, un "chalet" que a su alrededor contaba con un amplio
estacionamiento para unos 15 o 20 autos con servicio hasta altas horas de la
madrugada en fines de semana.
Como Mirian y Tina, dos guapas chicas que habían acordado reunirse a la salida
del trabajo, buscando en aquel lugar más que todo la confianza de sentirse
vistas por todos y por nadie en particular como suele suceder en los lugares
abiertos. Además les gustaba que las meseras atendían a sus clientes hasta en su
mismo auto, y aunque no era su caso, ellas preferían ocupar las mesas dentro del
mismo restaurante como lo hacían aquellos visitantes que deseaban compartir en
grupos.
Las noches de fin de semana, especialmente de todo el verano, "brillaban,"
especialmente por los flamantes "tríos" de trovadores se ganaban la vida
atendiendo peticiones musicales con canciones como "Rejoj," "Tres regalos," "La
barca" y otras de la época de oro." Y muchas veces, como es el caso de Mirian y
Tina, gustaban deleitarse escuchando esas intepretaciones musicales, a costa de
que otros pagaran su costo porque eran ellos quienes las habían solicitado.
Era a fines de septiembre y el calorcito tropical todavía se sientía mezclado
con los vientos soplaban entre los árboles de la Alameda que siempre estaba
llena de tráfico, y mucha agente saliendo de sus trabajos. Esa gente corría tras
los autobuses para regresar a casa, otros, muy pocos esperaban por un taxi
disponible, ya que todos corrían de arriba abajo, pero ya ocupados por quienes
tenían más prisa, y podían pagar su costo.
A sus 24 años, "soltero y sin compromisos," Carlos Arturo, ejecutivo de una
firma productora local de cine, no buscaba a nadie en especial, y pasando por
aquel conocido lugar entró al "drive-in," buscó con su mirada y notó entre las
clientes de las mesas a un par de señoritas. Una de ellas, Mirian, le era
conocida. Mirian y Tina recien había ordenado y ya departían en una de las mesas
con vista a las calles.
Carlos Arturo la recordaba como Mirian nada más, de quien a la vista se dibujaba
su hermosura. Esbelta, trigueña, de hermosos ojos cafés "achinados", senos
pequeños, piernas de amazona, cabello suelto... y esa tarde vestía ropa casual
de blusa no muy escotada, pantalones ajustados y zapatos de tacón corto. Su
amiga, bonita también pero no deslumbrante. Ambas por la misma edad, unos l9
años o 20 años.
Carlos Arturo, al reconocerla y se acercó a Mirian para saludarla. Si su memoria
no la traicionaba, la había conocido unos meses antes cuando ella trabajaba como
secretaria para su "chero" Eduardo, quien, como medio de vida editaba un modesto
periódico bi-mensual de poca circulación y pocas páginas, cuyo su contenido, más
que articulos interesantes, era plagado de anuncios comerciales é instituciones
del gobierno, por lo que se deducía las conexiones de Eduardo para mantener sus
costos como un medio independiente.
Pero en la mente de Carlos Arturo cuando vió a Miriam no vino a su memoria la
historia de aquel "periodicucho," sino esa única vez que sobre su escritorio
Eduardo, éste le mostró fotos de la mismísima Mirian tal y como Dios la trajo al
mundo. Eso había sido recién unos meses cuando Eduardo invitó a Carlos Arturo a
ver algo especial despues que ella había salidode su jornada laboral. Se veía a
Mirian posando completamente desnuda y en diferentes ángulos como si fuera
hubiera sido escogida para una muestra de la famosa revista americana de
"playboy." No lo podía creer! Mirian, tan sumisa que actuaba ante él cuando en
la oficina ella le atendió en la antesala para hablar con Eduardo un par de
ocasiones, y tan "deshonesta" se apreciaba en las fotografías que aquel amigo le
mostraba como quien enseña fotos de su última presa en la "cacería humana."
Por supuesto, Carlos Arturo nunca inquirió detalles de aquella sesión de fotos
entre Mirian y Eduardo, y como es natural en aquel entonces, la amistad de
Carlos Arturo con Mirian ante ese hecho, no floreció, y prefirió guardia
distancia. Además que al poco tiempo la perdió de vista, pues con el cambio de
gobierno en el país, la empresa no tuvo más apoyo para financiarse, y a Mirian
ya no la necesitaron más y dejó de trabajar allí, y para Carlos Arturo,
periódico, amigo y la modelo de "playboy" desarecieron del mapa.
Cuando esa tarde la volvió a ver en el drive-in, Carlos Arturo, el "tenorio" de
esta historia, antes de saludarla pensó: "Esta "mosquita muerta" tiene que ser
mia, con fotos o sin fotos." Y por supuesto, aquel aventurero lucubró las una y
mil fantasías en su mente en solo cuestión de segundos. Hasta hizo planes de
llevarla a un sitio donde la podía tener solo para él sin fotografos que lo
interrumpiera.
Miriam, al ver a Carlos Arturo acercarse en su auto, también le reconoció y solo
lo recordó con aquel amigo que visitaba a su exjefe. Ahora ella estaba sin
aquella "presión" de que algún jefe la estaba observando como solía pasar en la
aquella solitaria oficina del periódico. Ahora no, hoy solo estaba con una amiga
a quien, si bien es cierto, no le podía confiar todo de todo, si podía
"apantallarle" de sus gustos, y según ella, aquel joven soltero no estaba mal
para "desfilar" dentro o fuera del drive-inn.
Lo saludo con un movimiento amistoso y coqueto levantando femeninamente su mano
derecha. El, lentamente, como quien no tiene prisa bajó de su auto, se apróximo
a ellas, acercándose con el beso discreto en la mejilla a Mirian, y ésta luego
de corresponderle lo presentó a su amiga Tina y los convidaron a sentarse con
ellas. Cuando Carlos Arturo les preguntó que tiempo tenían para aceptarle que la
"otra tanda de lo que habían pedido fuera por cuenta de él, Tina –como "robando
cámara" le dijo que recién acababan de llegar y que no despreciaban la oferta.
Dijeron también que eran compañeras de trabajo en una oficina de abogados cerca
del lugar.
La idea inicial de una refrescante "ensalada" se convirtió pronto en una
sugestiva celebración de aquel fortuito encuentro y fue Carlos Arturo que cambió
la orden para que tomaran unas cervecitas, lo cual aceptaron no sin antes
mirarse una a la otra, como señal de consentimiento. "Esto, dijo él es que para
aliviar el calor, quitar inhibiciones y liberar la mente."
Hablaron de todo pero nada en concreto, y no pasaron de la común pregunta "y que
se había hecho?"
Claro, era una rica tarde de un fin de semana que comenzaba, y que ninguno
podría predecir su final. Aunque ellas pronto pensaban irse a sus respectivas
casas, Carlos Arturo, por el contrario ya cobijaba otros propósitos para tener
una nueva conquista en su repertorio por su vida disoluta en cuanto a relaciones
con mujeres.
Dos "heladas," asi llamaban a las cervezas bien frías, fueron suficientes para
que Carlos Arturo preguntara cuales planes tenían esa noche, pues no quería
aumentar una cuenta sin ton ni son. ---"Ir a casa"-- respondieron casi al
unisono. Mirian vivía muy cerca del área, en auto, a unos 15 minutos, pero Tina
explicaron, vivía hasta en San Bartolo, a 45 minutos del lugar .
Al terminar las expumantes esencias del trigo y la cebada, Carlos Arturo se
ofreció "a pegarles un "jalón" lo cual aceptaron gustosas, porque se sentían
protegidas la una con la otra, y además porque los "pecados" y antecedentes de
Carlos Arturo para ellas eran totalmente ignorados, más para una que para otra,
que lo desconocía totalmente.
Sin embargo Mirian pidió que ella fuera la primera en ir a dejarla, por la
distancia cercana, pero Carlos Arturo no aceptó muy complaciente, argumentando
que no quería regresar solo desde tan lejos. Al decirlo, dibujó una maliciosa
sonrisa dirigida a Mirian, y la condicionó a tenerla de compañía a su regreso. A
ellas les pareció razonable en principio, y asi fue.
Carlos Arturo manejó sin prisa rumbo al Sur, y más por el tráfico de la hora que
por otra cosa les entretuvo a ambas con historias sin importancia, según él solo
para acortar el tiempo, aunque ninguna de las dos hizo preguntas. El por su
parte prefirió hablar de proyectos de trabajo que no definió muy bien por lo que
ambas parecieron no entender la tema de Carlos Arturo, y más bien solo se
miraban entre si con un signo de interrogación.
Tina por su parte, quería adivinar que había entre Mirian y Carlos Arturo
previamente, pero él ni ella dijeron nada del pasado, y él, por supuesto
guardaba total discreción sobre el caso de haberla visto completamente desnuda
en fotografias, cosa que Mirian ignoraba, pues nunca hablaron de eso entre
ellos, y además fue uno de los acuerdos que hizo cuando su chero Eduardo accedió
mostrarle aquellas insinuantes poses en las fotos de Mirian.
No había, por decirlo asi mayor escándalo ni relato de cuanto, cómo y por qué
aquella sesión fotográfica de Eduardo con "su secretaria." Aunque a decir
verdad, Carlos Aturo intuyó que esa chica había sido no solo "modelo" de su
jefe, sino algo más, y ese solo ella podía decirlo, callarlo y esconderlo muy
bien. Pero eso y no otra cosa, fue el motivo para sus pecaminosos pensamientos.
Entre plática y plática, el tiempo pasó, y cuando casi llegaban a la Colonia
Santa Lucía, y unos kilómetros despues llegaban a San Bartolo. Estando allí Tina
guió a Carlos por una calle sola, sin casas a los lados, y fue hasta el final,
donde se encontraba un pequeño caserío de 20 a 30 casas, separadas por grandes
predios baldíos. Todo muy solo. Ideal para alguien como Carlos Arturo que solía
busca los sitios oscuros, bien para las lujurias del romance, o para una que
otra fechoría.
"Llegamos..." dijeron casi en coro. Carlos esperó que Tina bajara del auto.
Mirian también lo hizo para despedirse, pero ambas evitaron que Carlos Arturo
escuchara sus "secretitos." Luego volvió al auto donde Carlos Arturo,
impaciente, quería entrar en acción para demostrarle su interés genuino, pues
desde el momento que la vió al entrar al drive-in había dicho: "Esta hermosura
va a ser mía."
Ya eran casi las ocho de la noche. Y obvió, en esa época del otoño, ya el solo
se había ido a dormir, Y la luna estaba atrasada por salir. Estaba oscuro, y no
había iluminación por esa vía. --Mejor, entre más oscuro mejor, pensó Carlos
Arturo, mientras, Mirian quería regresar lo más pronto posible a su casa, pues
ya se la había hecho noche. Desde luego, Carlos Arturo despues de la ceremoniosa
despedida inició el regreso. Pero casi en un cinco minutos despues, pasando
sobre la parte más solitaria de la calle, detuvo su auto.
Que pasa? exclamó Mirian. --Nada dijo él.--- "Y porque nos detenemos inquirió.
Eso digo yo, que pasa? No me va a regalar un beso?
--Y a usted qué le pasa? Con quien me confunde? Quien cree que soy? Vamonos de
aquí y pronto, por favor!
Todas las expresiones de extrañeza y disgusto, a Carlos Arturo le parecieron
"excusas y pretextos" de una chica que él consideraba fácil, y por eso no
entendía las preguntas ni razonamientos de lo que decía. El solo parecía buscar
lo que deseaba: aprovechar el momento para que Mirian se "portara mejor" y
lograr asi su cometido: Besarla, tocarla, y quien sabe que más.
Muy incómoda, y hasta molesta. Mirian dijo que se bajaría del auto si Carlos no
abandonaba su abusiva actitud.
---Vamos no sea mala-- decía mientras forcejaba el manoseo sobre ella.
--Le repito que me voy a bajar en este momento dijo, casi a gritos, y viendo
ella hacia todos lados por si alguien venía caminando cerca del auto para
sentirse auxiliada y protegida de aquel intransigente, se esquivaba, pero aquel
abusivo continuaba haciende lo que quería metiendo mano por doquier.
--Ya no aguanto más. Esto es un ultraje. Me bajo inmediatamente dijo.
---"Bájese pues," le respondió -- pero fíjese adonde estamos y aquí no pasan ni
buses. Como va hacer para regresar. Mejor....quedó diciendo insunuantente.
---No me importa—dijo ella muy furiosa, y asi con dificultad, jaló la manecilla
de la puerta, y abrió sin fijarse donde ponía el primer pie. Afortunadamente,
aquella en calle sin pavimento solo había polvo y maleza, y nada ocurrió al
salir del auto.
---Carlos, muy resignado, la vió salir, y sin ponerle una mirada más, arrancó de
nuevo su auto y regresó inconforme por la misma ruta, viéndo a Mirian por el
espejo retrovisor cuando ella regresaba caminando hacia la casa de Tina, que
vivía con sus padres a solo unas pocas cuadras.
Por su parte, Carlos Arturo continuó su marcha é hizo el largo regreso. Pensó
volver al "drive-inn" para ver si encontraba otra oportunidad, pero él mismo
renunció a esa idea pues estaba incómodo con lo ocurrido. Asi que aquella noche,
medio cansado de la semana, molesto con él mismo, y escaso de sueño, se fue a la
cama y se repetía asimismo...
--"Que bruto soy. Dejé a esa muchacha en el camino peligroso, sin decir alguien
con peores mañas hace lo que yo quería, y hasta le pasan dos o tres más encima,
y despues la matan. A quien iban a buscar? Con quien la habían visto por último?
"Ahh...que pendejo soy... Me imagino que suerte me esperaría con la policía tras
de mi, el escándalo de la prensa, mi familia, mi trabajo, los clientes,
realmente no se que ando pensando..." Y entre una y otra idea desde la más
cuerda hasta la más descabellada, Carlos Arturo se decía:
"No me salió nada, gasté mi dinero, y ahora no puedo dormir porque mi "cochina"
conciencia que no me deja tranquilo. "Veremos, veremos..."
Eso lo decía cuando ya en su habitación, buscaba conciliar el sueño.
Por suerte, Miriam al verse en esa embarazosa situación camino hasta la casa de
su amiga, explicó a Tina lo sucedido. Se consolaron entre ambas y pidió posada
para quedarse en casa de su amiga jurándose no volver a caer con un farsante
como el que había conocido.
Y colorín, colorado, este cuento se ha terminado.
Por: Roberto Rodriguez.
4 comentarios:
muy buena historia..felicidades!
Me alegro mucho que te haya gustado el cuento de Don Roberto y gracias por visitar mi blog.
Memo.
no trato de ser un lambon , pero tiene uno de los mejores blogs salvadorenios, lo sigo desde mi computadora y desde mi BB tambien, medio me identifique con esta historia.. aveces uno se confunde con casos asi donde chicas que de otros facilmente se dejaron "bajar el calzon" a uno no le dan ni un beso..hehehe
tambien hace poco estuve en el cafe de don pedro,eran las 3-4 de la madrugada creo que era el unico lugar abierto a esa hora en san salvador..(lo digo porque estuvimos mucho tiempo manejando buscando algo de comer....a esa hora y borracho da mucha hambre..)
Hola de nuevo Alexander y gracias por tus cumplidos hacia mi blog. Trato de poner poner algunos articulos relacionados con el pasado no muy lejano de nuestro querido pais para que los que vivimos fuera de El Salvador nos recordemos de el pedacito de tierra donde dejamos enterrado el ombligo.
Si te gusta el blog Alexander, te pido como favor que le pases el link a todos tus amigos y conocidos porque a lo mejor a ellos les puede gustar tambien.
El relato es de un amigo, Don Roberto Rodriguez que vive en San Francisco, y tambien me relaciono con el mismo porque yo tambien iba al Cafe de Don Pedro a hecharme las heladas y a oir los trios y trovadores que llegaban a alegrar las frias madrugadas de fin de semana, que servian para enamorar a las parejas que buscaban en el drive inn un sitio para estar juntos.
Me gustaban mucho sus hamburguesas y su espaggeti con crema y los refrescos de ensalada como lo menciona Don Roberto.
Salu.
Memo.
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