martes, 3 de febrero de 2009

Mercadotecnia de barrio

-¡Niña Mercedes!-llegó diciendo con excitación la Romilia. Fíjese que la niña Abigail ha hecho quesadilla especial para vender. Ahorita va saliendo, está calientita.

Tomá, aligerate, andá trae una.

Cuando Don Emilio entró en el comedor, minutos más tarde, vio sobre la mesa la quesadilla que iba ya a la mitad.

-¿Y la quesadilla Meches?-dijo cortando un trocito para probarla.

Es de donde la niña Abigail. ¿No quiere que le prepare una tacita de café?

Don Emilio asintió gustoso colocando unas monedas sobre la mesa.

-Que vayan a comprar otra porque ésta no va a alcanzar-dijo.

Cuando la muchacha regresó con la nueva quesadilla, acababa de llegar la Gabriela al comedor.

-¡Que rico huele!-dijo. Demen un pedacito para probarla.

-Mandá a traer otra Meches-dijo Don Emilio sirviéndose una orilla-. Esta ya se está terminando.

Cuando la sirvienta regresó con la tercer quesadilla, la Dora ya se había incorporado al comedor y estaba dando cuenta del último pedacito de la anterior.

¿Qué están comiendo?- dijo la Mila desde la puerta. -¡Quesadilla!. Qué bárbaros. ¿Por qué no me avisaron? ¡Romilia!, haceme una tacita de café.

-Que vayan a comprar otra Meches-dijo Don Emilio-, porque ésta ya se terminó.

Cuando la Romilia regresó con el último encargo, prácticamente la estaba esperando toda la familia en el comedor.

-¿Qué pasó-exclamó la niña Mercedes al ver llegar a la sirvienta con las manos vacías-, ya se terminaron?

No-contestó-,todavía tenía pero ya no quiso venderme.

-¿Y eso niña? ¿Qué te dijeron? ¿Por qué ya no quiso venderte otra quesadilla la niña Abigail?

-No sé- respondió la Romilia, sólo se me quedó viendo así y me dijo bien enojada:
A la gran puta, ustedes creen que solo ustedes tienen barriga”.


Guillermo Schlesinger
De su libro: “Arranca cebolla”.

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