domingo, 9 de junio de 2013

El mojado acaudalado.

EL MOJADO ACAUDALADO

Su nombre es homónimo de un conocido futbolista brasileño, pero él nunca jugó fútbol. Sin duda alguna la infancia de él fue sufrida, de muchas carencias en medio de un hogar disfuncional.

Él trabajó en todo lo imaginable y sufrió mucho para realizar ciertos logros moderados, pero significativos.
Su personalidad la pulió a base de lucha por la vida, y sus retos eran cada día peores luego que se casó y rápidamente trajo al mundo tres hijos. La cosa empeoró para él.

A finales de la década de los ochentas él decidió emigrar al gigante del norte de manera ilegal. Logró su objetivo con creces, pues siendo un hombre luchador y trabajador, rápido escalo en la escala laboral-social, y llegó a tener su media fortuna que le dio tranquilidad.

 Sin embargo, dentro de él siempre habitaba el niño restringido, carente de seguridad, y enojado con las personas que alcanzaban ciertos logros en sus vidas.
No importaba si esos logros fueran académicos, laborales, económicos y sociales. El siempre criticaba a quien triunfaba en la vida si no era él.
Comenzó a querer verse grande y pudiente.

Cuando salieron los teléfonos celulares, él andaba tres colgados a la cintura.Uno era de negocios, otro era para su familia y el tercero para sus amigos.
Compro un carro impecable del año, de marca grande y de color estilizado.
Cuando se hizo ciudadano de los EEUU, empezó a hablar solamente pendetonteras del país enano del cual procedía.
Nunca regresó a visitarlo y criticaba a los que íbamos de visita. Sin embargo, tuvo que regresar porque falleció su made.
Cuando fue, llevó dos guardaespaldas para que lo protegieran de los mareros y de cualquier mal habido que quisiese causarle daño.

Deje de verlo por unos diez años y cuando lo encontré en una pupusería, me llevé una sorpresa tremenda.
Después de saludarle, le pregunté si había regresado al país enano pero más bello que Suiza. Me miró a los ojos, y me dijo: "ese país shuco no merece que yo regrese nunca".

La verdad que yo perdí mi compostura, pero le conteste con calma con un dicho común en México: "Cada quien habla como le va en la feria”.

Me levanté y no me despedí de él. Nunca lo he vuelto a ver.

 Hay muchas personas que emigraron del país, y cuando van a visitarlo, convierten en extranjeros exigentes o en perfectos ignorantes de la realidad nacional con su idiosincrasia pertinente. Les tiemblan las piernas cuando salen al "old downtown", como llaman al viejo centro de San Salvador.

Creen que todo mundo los quiere joder, y temen hasta de su familia radicada el país.
Se convierten en una especie de paranoicos sociales ignorantes del entorno del país que los vio nacer.
 Perfectos sapos de ningún charco con problemas de pertenencia.

Que pena. Que vergüenza, mejor no vallan de visita al pulgarcito.

Allá no todos son mareros.
No todos son mañosos.
 No todos son azadones hambrientos de dinero verde.
 Allá existen también la gente buena, luchadora, y bondadosa. Al cabo que de allí vienen hasta los pinches malinchistas como el protagonista de mi historieta que acá finalizo.

 Y a vos, ¿te tiemblan las patitas cuando vas al mercado cuartel a regatear recuerditos baratos para llevarles a tus amigos que residen en el extranjero?

 El Moris (Junio 6 del 2013)

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