Se llamaba María Elena, y fue mi compañera de aula desde el primero hasta el quinto grado de primaria en el Colegio García Flamenco, que quedaba sobre la 1ra. Calle poniente, pegado al antiguo edificio del Diario de Hoy, media cuadra al oriente del que fuera el Cine París, en San Salvador.
Era una niña preciosa, piel acanelada, ojos grandes, pestañas abundantes, trompudita y chatía. Tenía un caminar de princesa; y era muy, pero muy inteligente y dedicada al estudio. Casi siempre nos disputábamos los primeros puestos de la clase.
A mi me gustó desde que la vi por primera vez. Me quedaba como “aguambado” cuando la veía desde mi pupitre. Yo creo que se daba cuenta que me gustaba porque me volteaba a ver, me sonreía y subía sus pestañotas haciéndome "ojitos" que provocaben que me sintiera como que flotaba y caminaba en el aire.
Cada vez que ella se acercaba por mi pupitre, el corazón me hacía “pucún, pucún” y sentía que se me salía del pecho , y las manos me empezaban a sudar helado.
Nunca me atreví a besarla, ni siquiera en la mejilla o en la mano. A lo mas que llegué es a tomarla algunas veces de la mano cuando no se daba cuenta la maestra, y ella se dejaba. Era muy tímido. Además, estábamos bien cipotíllos; como de ocho años, y a esa edad se supone que los cipotes no se andan besuquiando, menos en clase.
Era un amor inocente, puro, sin morbo y sin pecado.
Por esos días de mi primaria se empezaban a oír en la radio la música de la “nueva ola”, entre cuyos primeros intérpretes que sonaron en nuestro país estaban Manolo Muñóz, con su “pera madura”, el grupo los Tin Tops de México y su cantante Enrique Guzmán, que hacía suspirar a las quinceañeras de entonces, de Canadá empezó a sonar Paul Anka con “Diana”, “Put your head on my shoulders”; así como Neil Sedaka y su “calendar girl”. El ritmo del “Twist” estaba en todo su apogeo con su exponente Chuby Checker. Entre las cantantes femeninas sobresalía Angélica María, Brenda Lee.
Cada vez que oía una de esas canciones suspiraba por María Elena como chucho de finca cuando ve la luna llena.
Cuando empecé la secundaria me fui al Instituto Nacional y ella al Central de Señoritas, así que dejamos de vernos por mucho tiempo.
Como a los cuatro años la volví a ver ¡Y en mi casa! Pero en vez de alegría, su encuentro me produjo una gran vergüenza, y fue por lo siguiente:
Mi madre tenía una abarrotería, allá por el Parque Centenario llamado "El Flamenco", y vendía víveres, abarrotes y licores, y María Elena había llegado de “promotora” para una compañía que vendía el Rompope Santa Clara.
Pero ella ya era toda una señorita, ya le habían crecido sus chichitas, ensanchado sus caderas y había crecido en estatura. Y yo, ya con mis catorce años no había desarrollado todavía y la veía para arriba, seguía siendo un bicho virgo.
¡Puta, me había quedado “ENANO” a la par de ella!
Por un momento me quedé “aguevado”, y no sabía qué decirle y rehuía su mirada. Me quiso hablar, pero yo me hacía el maje, como que no me acordaba quién era.
Estuvo trabajando en mi casa como por dos semanas, luego la perdí de vista.
La volví a ver hasta que los dos entramos a la Universidad Nacional en 1973. Ella había ingresado a la facultad de Química y Farmacia y yo a la de Ingeniería.
Para entonces yo ya era un hombre joven, con un incipiente bigote y había crecido bastante en estatura, y hoy la miraba de arriba para abajo.
Se miraba regia, de porte elegante y muy hermosa.
Nos dijimos ¡hola! nada más, y nos miramos por un par de segundos. Ella siguió su camino y yo el mío. Nunca más la he vuelto a ver. Supe que se graduó, que se casó y que también vive aquí en Los Angeles.
María Elena G. fuiste mi primera novia. Nunca lo supiste porque nunca te lo dije…hasta el día de hoy.
Memo.
martes, 5 de agosto de 2008
MEMOrias de mi primera novia
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3 comentarios:
Memiux,
No sabes como disfrute tu memeoriaguanaca de tu primer novia sin nunca saber ella hehehehe, yo tube algo similar y tambien ha sido casi todo similar me hicistes recordar mucho. Buscala chis aun que sea solo para invitarla a una piupuxas.
Hola Nelson, y gracias por visitarme.
Al rato me animo a buscarla.
Memo.
cuidado y te pezca la doña escribiendo de viejos amores vos... te hace creer...
muy bonito relato
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