sábado, 30 de mayo de 2009

Recordando a Vía Láctea y sus amigos.





El grupo musical salvadoreño Vía Láctea se formó a finales de la década de los 70s y sus integrantes fueron Gérman Mangandi; Jorge Rivera (Q.D:D.G), Víctor Aguila, Ovidio Girón (del grupo Rana), Ramón Merino (Q.D.D.G.) y Héctor Arriola. Su productor ejecutivo era Willie Maldonado.

En 1979 Vía Láctea grabó un long play que llamó “La Super ensalada II”, como continuación del éxito la “Super ensalada” que grabara el grupo musical “Fiebre amarilla, ya que Mangandi y Rivera habían pertenecido a ese grupo anteriormente y habían logrado un rotundo éxito con su primera ensalada; ya que este estilo de hacer popurries con varias canciones se puso de moda en nuestro país.




Para dicha grabación contaron con la colaboración de muchos artistas de la farándula nacional de ese entonces, entre los que se contaban: Glenda Gaby, Pablo Ríos, los Hermanos Anchietta, Eduardo Fuentes, Alirio Guerra (del grupo los Juniors de Santa Tecla), Arnulfo Parada (el Piporro salvadoreño), Salvador “Chamba” Rodríguez (del grupo Los Mustangs), el tenor Rafael Montes, Freddy Mena (vocalista de la orquesta Hnos. Flores) (Q:D:D:G), Mario Pablo (de los Delfines), Fito Pérez, Paco Cienfuegos, Mario Cañas, Carlos Artiga, Rubén Salmerón, Julio Paiz ( del grupo San Miguel y Hielo Ardiente), Edgardo José, Mr. Moon, Sergio, Remberto Trejo (de los Vikings), Michel, Héctor Arrazola, Angel Gutierrez (de Macho, Hierro y Sagitario), y Arístides Samper (mejor conocido como el payaso Chirajito), entre muchos otros.



La producción del disco fue hecha por Willie Maldonado, y fue dedicada a la memoria de Ricardo Alfonso Girón (Q.E.P.D) pionero de la música juvenil salvadoreña, quien fue el creador de uno de los primeros hits de música de la “nueva ola” de principios de los años 60s; el famoso “Twist de la gallina”.

En éstos videos no aparecen todos los que colaboraron en dicha producción, pero se puede apreciar la excelente calidad musical e interpretativa de éstos músicos, los cuales nos legaron una joya invaluable en su arte y nos alegraron el alma en aquellos terribles momentos cuando la guerra civil en nuestro país estaba a punto de comenzar.

¡Muchas gracias Vía Láctea!






lunes, 25 de mayo de 2009

El Boxia.

FIlemón buscó la sombra de aquel inmenso laurel de la India para guarecerse del sol. Puso los trastos de latón en la tierra, junto al árbol, y se dispuso a descansar un rato. Venía de caminar como una legua y no había vendido un solo trebejo. Encontró un pequeño charco en la grama recién regada y se entretuvo chapoteando mientras se le enfriaban las plantas de los pies. El hervor del asfalto le rajaba los talones y le agrietaba las comisuras de los dedos. Lo caliente del pavimento
Le cosía hasta el alma, le quemaba, sentía como que se achicharraba, pero no se hallaba en valor de pedir para comprar zapatos. Al fin y al cabo no era su papá, aunque lo hubiera criado desde que quedó huérfano. Siempre se lo decía:
-Tu papá fue el primer marido de tu mamá. Yo te recogí chiquito, pero no soy tu papá.

Ambos hombres habían llegado a la ciudad provenientes del monte. Venían huyendo de la matazón. Se fueron arrimando a la pura fuerteza en unos terrenos municipales. Levantaron su cabaña de latas y comenzaron a fabricar trastos, cocinas de carbón, regaderas y canales para la lluvia. El hombre era medio hojalatero y quería que su hijastro aprendiera el oficio.
A Filemón lo fue atrapando la ciudad. Siempre había soñado con ser motorista de los grandes camiones de la Constancia, o si no de esos inmensos trailerones que hasta quiebran la cintura cuando dan la cruzada. Buscó talleres de torno y se ofreció como aprendiz, pero le exigían el sexto grado y una carta del Ministerio de Trabajo. Quiso ser albañil o carpintero, pero en las construcciones sólo le ofrecían de mozo. El foco del entendimiento se le iluminó cuando pensó que bien podía llegar a ser boxeador. Tenía buen lomo a pesar de sus dieciséis años y con alguien que le enseñara a dar y recibir trompadas podría tomar aquello como oficio. Además ahí nadie andaba exigiendo sexto grado.
Dio varias vueltas a la manzana mientras se aprendía de memoria lo que iba a decir en el gimnasio, para no equivocarse. Una vez con la letanía lista, cogió fuerzas y tocó el timbre de la puerta. El propio entrenador salió a abrir y, una vez adentro, se ofreció como principiante.
-Lástima que seás descalzo-dijo el maestro-porque buen lomo sí tenés, en poco tiempo te subiría al ring.
Mirá, Ric
-dijo, dirigiéndose a un negro viejo y canoso-, qué buen lomo tiene este chamaco, solo está de pulirlo.
-Si-dijo el hombre llamado Ric-, sería buen peso gallo, pero no tiene zapatos.
Lo vio una vez más y se fue caminando para adentro. Llevaba en la mano un balde y de su cuello colgaba un par de guantes. Al momento regresó y mientras encendía un cigarrillo, dijo:
-Oye Babalú, podrías ocuparlo de sparring para el Junior, mientras se recuperan los otros. En dos semanas bien lo preparamos.
-No se puede-ripostó Babalú-, es descalzo. (Hernán "Chubalo" Cubías. Legendario boxeador cuzcatleco).

Filemón salió con un sabor amargo en la boca. Sabía que pasaría mucho tiempo antes de poder calzar zapatos. La venta de trebejes apenas dejaba para la comida y los más baratos para deporte costaban más de ciento cincuenta colones.
Semanas después, decepcionado, se presentó al circo de Firuliche a buscar trabajo. Se ofreció para hacer de payaso y el jefe lo recibió.
-Hay que ser artista, maje-dijo el bufón-, vos creés que es fácil la babosada, tenés que aprenderte el libreto y vos quizá no podés ni leer, se echa de ver porque ni zapatos cargás. Si querés de mozo le hablo al hombre-dijo, mientras se sentaba en una banqueta que estaba por la escalera.
-Qué viejo más cabrón-dijo Filemón-, yo creía que los payasos eran buena gente.
Salió molesto del circo y no encontró relación entre los zapatos y la lectura.


Volvió a darle vueltas al asunto del boxeo. Para eso no exigían mucho y además Babalú le había dicho .
En sus noches tristes, surcadas de presagios rutinarios, mascullaba sobre el tema y cavilaba insistente sobre lo mismo. Tocaba todas las puertas vecinas al gimnasio para vender regaderas y otros utensilios y veía entrar y salir a los deportistas con su maletín Mike- Mike, que algún día soñaba tener. Por esas calles conoció al Boxia. Lo había visto en el barrio y pensó que él podría ser la ganzúa que le abriera las puertas del triunfo. Se hicieron amigos. Lo esperaba todas las tardes a la salida del entrenamiento y le llevaba el maletín con la ropa mojada.
A medida que crecía la amistad, éste le conseguía permisos para que entrara a ver y comenzara a aprender en abecedario de las trompadas. Le gustaba la postura a la izquierda que adoptaba Pambelé y la practicaba. Comenzó a boxear con su sombra y estudió los quites de nuca, los quiebres de cintura y hasta se animaba a hacer el bailadito de Muhammad Ali.

A Filemón le empezó a gustar una cipota de los mismos asentamientos, pero cuando se miraba los pies descalzos se le bajaba el entusiasmo, porque las cipotas, aunque pobrecitas, andaban con sus zapatillas bien lustradas; en cambio él, con sus dedos al aire como abanico desechado y sus calcañares con grietas profundas como las que se encontraron en la Luna.
-La Zoila le tiraba corriente y hasta le contó que los sábados bailaban en el traspatio de la parroquia.
-Pero usted no puede ir-dijo-, porque no dejan entrar descalzos.
Parecía que todo su futuro giraba alrededor de los pies y cuando pasaba por los almacenes que venden zapatos Adoc hasta se animaba a romper la vitrina
El Boxia empezó a enseñarle a boxear en serio. Lo invitaba a su cuarto y allí practicaban. Le había indicado que corriera por las mañanas para ir macizando las piernas. Comenzó a hacerlo en el parque de béisbol cerca del Estado Mayor, hasta que lo pararon los centinelas.
-¿Por qué andás descalzo, cabrón? Los corredores no andan descalzos. Lo interrogaron, le pidieron papeles, lo dejaron ir, pero lo amenazaron que no volviera.

Cierta vez, el Boxia le consiguió un par de zapatos prestados y lo subió al ring para cambiar unos tiros. El Boxia era un gato. Saltaba, bailaba, finteaba, le ponía el guante en la cara las veces que quería. Filemón, a cada trompada, se iba hasta las cuerdas y rebotaba para recibir otro puñetazo. Filemón sentía que las botas le estorbaban, le pesaban como plomo y no le dejaban seguir el bailadito que le había enseñado el mismo Boxia. Se sentía como caballo recién herrado. La paliza que recibió fue buena, pero estaba contento, había aprendido bastante.

Por esos días apareció Chacás, un tipo camorrero que llegaba a la colonia a buscar muchachas. Tenía fama de matón y cuchillero y para la Feria d Agosto subía a los encordelados del Campo de Marte y no había quien le aguantara. Tenía un buen upercut de zurda, pero tomaba demasiado. Era bolo pelionero.
Para Navidad, el hojalatero, su padrastro, le tenía dos sorpresas. Le había comprado un par de zapatos de hule Ringo Star.
-Para que te hagás boxeador-dijo-, pero te tenés que ir de la casa, pues me he conseguido una mujer y allí no cabemos.
Filemón pensó de inmediato en el Boxia y en la oportunidad que se le abría, pues en poco tiempo subiría a medirse con el Chele Garzona, un tipo de su mismo peso. Si le aguantaba los diez rounds, se ganaba quinientas bolas.
Pensó también en la Zoila, para avisarle que ese sábado irían a bailar a la parroquia.
El viernes en la noche, cuando venía del gimnasio de esperar al Boxia, vio que Chacás tenía a la Zoila contra la pared y estaba tratando de besarla a la fuerza.
Lo apartó de un solo.
-Dejá a la cipota, pisado-dijo-, si sos hombre vení a darte verga conmigo.
Y se fue caminando a la pavimentada.
Chacás lo vio con furia, pero se dio cuenta que en la esquina estaban varios amigos de Filemón.
-Te reto para mañana, culero-dijo Chacás, nos vemos a las diez en el gramal. Si querés con cuchilla, con cuchilla. Si es a los puños, nomás decímelo.
-Sin cuchilla-,dijo Filemón-,a los puros puños.
Chacás siguió bebiendo esa noche con Mitigal y con Paco Perfecto.
-¿Y con quién es el pleito?-preguntó MItigal.
-Con Filemón-respondió-, ese chuña que vende peroles.
Cuando Filemón llegó al gramal ya había bastante público. Como sabía que la Zoila iba a llegar se puso los zapatos para confirmar lo de la bailada.
Estoy listo, culerito-dijo Chacás, mientras se arremangaba la camisa.
Filemón pensó en los quiebres de tronco, en el bailadito a lo mamad Ali, en el upercut de zurda, cuando se acordó a la vez que los zapatos le pesaban como plomo y la golpiza que le dio el Boxia por culpa de los mismos. Entonces, se los desamarró rápido y los fue a colgar del único palo de cuijiniquil de aquel llano pelado. Los dejo bien amarrados y se fue caminando donde estaba Chacás.
-Venite, pendejo-,dijo Filemón.
Adoptó la postura de Pambelé y empezó la soca. (Carlos "Famoso" Hernández, primer campeón mundial de boxeo de origen salvadoreño).

Chacás peleaba con la cabeza gacha, viendo para el suelo. Hacía un bailadito medio rascuache y tiraba abierto, dejando el pecho sin protección. Avanzaba tirando manotazos a la cara y al cuerpo y Filemón sólo para atrás, conociéndolo, deteniendo los tiros con el antebrazo, midiéndolo, sin descuidar la cobertura de la cara. Filemón lo fue tanteando y poco a poco empezó a soltar la derecha que llegaba al pecho con sonido de tambor. Chacás se le dejó ir con una serie de trompadas locas, una de las cuales fue tremendo puñetazo que retumbó como trueno y lo hizo trastabillar, que si no hubiera estado descalzo, lo tira al suelo, pero con los dedos se afianzó de la gramal pudo sostenerse. Otro puñetazo se estrelló en la nariz de Filemón y un chorrito de sangre comenzó a bajarle por la boca. Se limpió con la manga, pero cuando vio la fresa se le subió la rabia. Chacás se reía triunfante, mientras Matinal y Paco Perfecto aplaudían. Filemón buscó a su alero, el Boxia, y ese descuidito por poco le cuesta el arranque de una oreja, porque el zurdazo se lo clavó directo y el oído le quedó zumbando como chicharra de Semana Santa. Filemón logró clavar un directo a la cara que tiró al suelo a su contrincante, quien se levantó presto y dijo que se había deslizado; pero tenía reventada la boca. Filemón se le fue acercando, finteando, bailando, golpeando en el ojo con el uno-dos mientras lo componía para descargarle un terciazo al tórax que lo hizo tambalear como muñeco.
Comenzó a bailarle como mariposa, se quitó un gancho de derecha con quiebre de cuello, se afianzó de la grama y soltó un jab, primero de izquierda, luego de derecha, confundiendo al enemigo, que dejó libre el mentón, adonde fue a dar, directo, el upercut que tantas veces había ensayado.

Chacás cayó con los ojos trabados. Su ojo izquierdo estaba como chaquira.
Alguien contó los diez segundos reglamentarios y el público, empezó a aplaudir.
Filemón, culón, buscó a la Zoila para saludarla. Paco perfecto y Mitigal recogieron a su compañero.
Tenían la faca en los zapatos
Filemón se fue caminando confiado al árbol de cuijiniquil a buscar sus zapatos, cuando sintió tremendo golpe en la nuca. Era un golpe prohibido, un rabbit punch que lo estremeció de pies a cabeza.

Cuando despertó, sus zapatos, sus Ringo Star, habían desaparecido.

Melitón Barba
De su libro: Puta vieja.

viernes, 22 de mayo de 2009

Merecido homenaje a Don Rigo Guzmán



Prestado de El faro.net

Don Rigo Guzmán es un reconocido pintor, caricaturista, profesor y futbolista cuya trayectoria artística y docente sobrepasa los cincuenta años.

Desde jóven tuvo inclinación por los deportes. Llegó a ser corredor de pista y también fue un excelente futbolista llegando a jugar en varios clubes de liga mayor, como el Santa Anita y el Juventud Olímpica. Luego se hizo entrenador de futbol y dirigió a varios clubes.

A Don Rigo Guzmán le debemos que nuestra selección de futbol haya clasificado por primera vez a unos Juegos Olímpicos, hazaña que logró en 1968, en México.

Pero la mayoría de las personas lo conoce como pintor y caricaturistas. Sus caricaturas aparecían en la Prensa Gráfica.

Yo tuve la dicha de tenerlo de profesor en la materia de dibujo en el Instituto Nacional Francisco Menéndez, allá por 1967.

Don Rigo fué también, por muchos años, el entrenador del equipo de futbol del Instituto Nacional.

¡En hora buena, Don Rigo, por su merecido homenaje!

martes, 19 de mayo de 2009

MEMOrias de los zompopos.


El mes de mayo siempre me recuerda varias cosas: el día de la cruz, el día de la madre, las frutas y con ellas la subsiguiente “churria”, “pringapié” o “mal de mayo”; también las primeras lluvias y los “zompopos de mayo”.

Los zompopos siempre salían de sus madrigueras y colonias con las primeras lluvias de mayo. Salían para aparearse con la Reina, a la cual perseguían para fecundarla y continuar con el ciclo evolutivo de su especie. Su aventura fuera de sus cuevas duraba apenas unos pocos días. Luego morían y se volvían a ver hasta el siguiente año.

Cuando yo era cipote, los zompopos se miraban por todas partes: en las casas, en las escuelas, en la calle y hasta en las iglesias. Ahora parece que no se ven tanto como antes.

Era diversión de los bichos de antes poner a pelear a los zompopos. Les quitábamos las alas y los chunguíabamos a que se dieran riata, hasta que el vencedor le arrancaba la cabeza o el tórax al contrario. Los guardábamos en las cajitas de fósforos y los volvíamos a sacar en el recreo para seguir la pelea.

Una de las frases que se utilizaba mucho antes era decirle a una cipota que “tenía culo de zompopo”, que significaba que tenía el trasero levantado, redondito y muy pronunciado.

domingo, 17 de mayo de 2009

viernes, 15 de mayo de 2009

Recordando a Los Eclámpticos




En 1983, en una sala del hospital de maternidad nacieron " Los Eclampticos " tomaron el nombre de la palabra Eclampsia, enfermedad de la que adolecen las señoras relacionada con la atencion arterial y la cual se manifiesta principalmente durante y despues del parto. El grupo es un quinteto pormado por cuatro medicos y un abogado quienes descubrieron que entre ellos existia un factor comun: LA MUSICA.

Sus integrantes eran:

Dr. Ricardo Castillo (el Chino), Dr.Emilio Suarez (Milo), Dr. Roberto Montenegro (Pollo crudo), Dr. Rodolfo Ayala (Lofo), Dr. Reynaldo Flores (Super pollo) y el abogado Salvador Urrutia (Q.E.P:D). Su representante era Herberth Monterrosa, que en la actualidad trabaja de D. J. en una estación afiliada a la cadena Univisión en San Francisco, Ca.


Los Eclampticos comenzaron su vida artistica haciendo presentaciones en centros hospitalarios hasta que la noticia del fenomeno musical que estaban creando los llevo a hacer presentaciones en las principales universidades del pais y posteriormente en hoteles y auditorios. La musica de Los Eclampticos es una mezcla balanceada de todos los generos musicales existentes. La letra de sis canciones son originales de Ludwin Von Chichel Milsup y de Johan Sebastian Mastropiero y en cada una de ellas en la forma mas sutil, se encierra un mensaje. Asi cantan a lugares prohibidos, vicios, situaciones y otros.


Yo fui compañero de secundaria de uno de sus integrantes, el "Chele" Montenegro, en el Instituto Nacional. Recuerdo que era bastante aplicado para el estudio, buen nadador, regular basquetbolista y maleta para el futbol.

martes, 12 de mayo de 2009

¡Que vivan los mangos!


¿Se recuerdan que hace unos cuatro años fui a la India donde me ‘merqué’ una moto? También tuve la oportunidad de comer mangos al natural, de unas variedades, que aquí no las había degustado.
Allá, a las orillas del Océano Indico, venden gaseosa de mango, mermelada, tostadas, charamuscas, sorbete y a saber que más cosas hacen del mango.

Pero aquí, aunque no es autóctono, el mango está plenamente identificado con la vida del salvadoreño. Bien recuerdo cuando iba a manguear al cerro de San Jacinto a la finca del doctor Cornejo, porque cipote que no ha mangueado, no es cipote verdadero.

¡Palo de mango!, bendito palo de mango, agradecido, que sin rencor alguno, le prodigas tus mieles generosas envueltas en fibras color de oro, a aquellos que te lanzan piedras y garrotazos. ¡Palo de mango!
Maravilloso palo de mango que nunca te chuloneas. A pesar de las altas temperaturas, siempre conservas tu plumaje de hojas verdes, con las que cobijas a los que buscan en ti un poco de frescura.

Fruta maravillosa desde muy corta edad, matahambre de pobres, boca de bolo, deseo de mujer embarazada, mango peche, mango borracho, mango triste, mango bailarín, mango indocumentado, mango twist.
A veces no logras llegar ni la pubertad, tierno te cortan y tierno te venden, acompañado de sal y limón.
Aturran la cara con placer los que te degustan así tiernito y salivean los que sólo te miran cuado te dan la tronadora mordida.

Manguito curtido y en curtido. El vinagre te conserva más tiempo y te da un sabor diferente a mango de olor. Cuando llegas a tu adolescencia te llaman mango sazón. No estás maduro, no estás verde, estás como a muchos les gusta, ni duro ni blandito, sencillamente estás en tu punto: mango sazón.

El viento, o los nortes como aquí los conocemos, sacuden tus ramas, palo de mango, dejando tendalada de cipotes verdes en el suelo, como pericos desmayados, pero siempre guardas tus reservas, y a pesar de la indiscriminada caída de tus hijos, siempre te las ingenias para guardar muchos más.

Y entonces viene el proceso de maduración, las mieles ya están listas, sólo falta el sol, para darle las últimas pinceladas de color imposible de imitar por los pintores.

Y allí estás en las alturas, en las ramas más difíciles de llegar, donde ni las piedras más pulsudas logran derribarte.

La distancia entre ti y el cipote hambriento se hace infinita, y entre más alta, más codiciada, más seductor, más apetecible, más maduro, más de oro y más lejos... Ideal para convertir los sueños del cipote pájaro, del cipote ardilla o aunque sea de cipote garrobo para alcanzarte.

Llegas a los mercados, te venden por manos, por cientos, por guacaladas y hasta por costaladas.
También estás en los supermercados elegantes en cajitas de plástico lindamente decoradas y hasta las tienditas más recónditas de nuestras campiña, te venden en todas partes, entero, en rajitas, en colochitos y hasta te empacan como a Caupolicán. Te adoban con salsa de chile rojo, con alhuashte y con sal.
La mosca de la fruta deposita en ti sus huevecillos, de donde nacen los gusanos, tú sirves de medio, pero los gusanos no son excusa para que los hartones te devoren en silencio y en lo oscuro.
Dejas amarillos los cachetes de aquellos que sin importarles, chupan hasta la parte más recóndita e íntima de tu semilla.

En algunas ocasiones te culpan del mal de mayo, más sin embargo sirves de purgante natural y beneficioso.
Eres la principal fruta en el día de la cruz.

Tienes linaje, abolengo, clase. En todas tus formas, colores y sabores, siempre eres delicioso mango jade, mango de oro, mango piña, mango Manila, mango panades, mango cuma, mango plátano, mango alcanfor, mango mechudo y en especial, el rey de los mangos: mango indio.
Y cuando tu descartada semilla llega al campo, es cubierta por la tierra cariñosa que con un poco de humedad te hace germinar. Y allí estás de nuevo.

Palo amigo, palo bueno, palo noble. Creces entre las piedras, luchas por alcanzar las alturas y cuando te yergues vigoroso no hay quien pueda con tu robustez y tu altivez.
Tus ramas secas son combustible para cocinar, y cuando caes por el hacha inclemente del humano que por tanto tiempo alimentaste, aún así, tu madera fibrosa sirve para féretro de pobre que lo acompañará hasta la última morada. Es por eso que sin duda digo. Bendito palo de mango.

Inserto: El Mango es originario de La India, pero es más indio salvadoreño que cualquier otra fruta.
¡Que vivan los mangos! Por: Don Lito Montalvo.

sábado, 9 de mayo de 2009

Un vals para mi madre.



Como un homenaje a todas las madres en su día, les traigo la preciosa melodía "Un vals para mi madre", del compositor Santiago Pivaral, e interpretado por la Marimba Chapinlandia y cantada por Alicia Azurdia.

¡FELIZ DIA DE LAS MADRES!

jueves, 7 de mayo de 2009

Poema a la madre ausente


MADRE AUSENTE
Como una hada dormida, estaba aquel día,
y una tarde trágica la tierra abandonó.
Yo no estaba preparada, no entendía,
como una flor marchita su frente doblegó.

A su nueva morada se iba en un momento,
entre llanto y tristezas, llegó su despedida.
Le dimos un beso a su cuerpo sin aliento,
estaba muy quieta, parecía que dormía.

De noche los recuerdos pasaron por mi mente,
recordé en un momento casi toda mi vida.
Lágrimas y risas que pase en su compañía,
sus consejos, su dedicación y alegría.

Junto a ella, no olvidaré las horas vividas.
A mi lado sufrió cuando me vio vencida.
Daría lo que tengo por sentir sus manos en las mías.
Su vida fue mi vida, pero había llegado su partida.

Hoy que no la tengo en este bendito día,
nada puedo hacer para devolverle la vida.
Solo recordarla en alguna melodía,
y llorar cuando recuerdo la imagen de aquel día…

Por: Delia Arjona.

domingo, 3 de mayo de 2009

MEMOrias de un tres de mayo

En nuestro país, al igual que la mayoría de países de tradición y fe católica, el día tres de mayo, se celebra el día de la cruz.

Dicha celebración consiste en poner una cruz de madera en los patios de las casas, adornarla con gallardetes de vivos colores y ponerle en la base toda clase de frutas como mangos, coyoles, guineos, paternas, nísperos, caimitos, mamones, etc.

No voy a profundizar sobre el tema porque creo que todos conocen dicha tradición, aunque con el tiempo se ha ido perdiendo, sino que, el objeto de este relato es recordar un acontecimiento que pasó el día de la cruz de 1965 y que estremeció a toda nuestra patria y del cual ya muy pocos se acuerdan…el terremoto de 1965.

Una semana antes del terremoto del tres de mayo del 65 había estado temblando fuerte y con mucha regularidad. La gente comentaba que temblaba porque el cerro de San Jacinto era “volcán de agua caliente” por su proximidad al lago de Ilopango, y que podría pasar otra “ruina”, como le llamaban los ancianos al gran terremoto de 1917 provocado por el volcán de San Salvador o “Jabalí” que había destruido la capital, y había sepultado a varios caseríos y cantones de Quezaltepeque, Chanmico y partes de Apopa y Tonacatepeque.

Recuerdo que ese año estaba estudiando quinto año de primaria en el Nuevo Liceo Centroamericano que quedaba sobre la 10° ave. Sur, frente a la Policía Nacional, y media cuadra al poniente de la Iglesia de La Merced.
Ese día, tres de mayo, tenía que salir bailando el Xuc, vestido de indio, como parte de las celebraciones del día de la cruz en el colegio. Pero debido al terremoto, todas las actividades escolares fueron suspendidas.

El terremoto sucedió en la madrugada. Al principio con movimiento lento, pero poco a poco fue tomando fuerza hasta volverse un violento sismo que duró unos 30 segundos.
Yo estaba dormido, e inmediatamente me desperté, oí que las paredes de la casa tronaban bastante fuerte y las tejas empezaban a quebrarse y a caer al suelo. Salí corriendo buscando la puerta que daba a la calle y me voy dando cuenta que casi toda la casa se había caído por la violencia del temblor.

Al mismo momento salieron mis padres y una prima que vivía con nosotros. A mi abuelita la tuvimos que ir a sacar debajo de una pila de escombros, toda golpeada, con moretones y raspones, pero viva.
Muchas personas no tuvieron la misma suerte.

Los días posteriores siguió temblando, pero con menor intensidad. La mayoría de familias decidieron dormir en parques, patios o lugares seguros.
Nosotros íbamos a dormir a un kindergarten que estaba en la colonia La Rábida adonde una tía era la directora de la institución.

Debido a que la gran mayoría de casas en esos días eran de bahareque y no de ladrillo de calavera, hubo muchas casas y mesones que no soportaron la fuerza del terremoto y fueron destruidas.

No recuerdo la cifra de muertos ni heridos que el terremoto provocó. Lo que sí recuerdo es que, desde ese día, debido al terremoto, San Salvador cambió mucho.
Las personas de escasos recursos que se quedaron sin hogar, se tuvieron que refugiar en predios baldíos que antes eran pastizales y potreros para bueyes y caballos que jalaban carretas y carretones, que todavía se veían en la capital.

Muchas de las riveras del río Acelhuate se convirtieron en asentamientos temporales para los damnificados. Estos asentamientos temporales, poco a poco, se fueron convirtiendo en permanentes, que perduran hasta el día de hoy, como son las comunidades Tres de Mayo, el Tutunichapa, la Fortaleza, y otras.