miércoles, 27 de octubre de 2010

Día de finados



Hay que ir a encargar las coronas donde las Reyes. Una de rosas blancas, para la Chela; otra morada, para la Mercedes; y otra de varios colores para Eduardo”.

Y cuando el primero de noviembre llegó y las coronas de papel estuvieron listas, Picadillo fue a recogerlas, mientras la nacha se iba a comprar las naturales. “No vayás a dejar que te metan ciprés viejo, Nacha. Mirá que esté fresquito…Y vos, Picadillo, apurate. Hay que ir a desyerbar las tumbas. Así están limpias mañana".

Asperjadas con agua, las coronas de ciprés pasaron la noche sobre el cerco del limonero; las flores artificiales, colgadas de unos clavos, sobre las paredes del corredor. Cuando amaneció, toda la casa empezó a alistarse, para los ritos. “Apúrese que vamos a ir a misa de siete, muchachito: a rezar por su mamá…Picadillo, andate a pintar de dorado las letras de las lápidas. Conseguite algún cipote que te ayude”.

La misa estuvo repleta, y mi abuela le pidió a su Dios por la hija, por la hermana, y por su compañero de amor, ya fallecidos. “¡Estese quieto, Se va enchucar todo! ¿No ve que con esos mismos trapos va a ir al panteón en la tarde?”.

Se iba al cementerio todo el día; pero era después del almuerzo cuando la gente se desrracimaba calle abajo. En la mañana, iban los vecinos del centro, los que llegaban de la capital, y los que deseaban evitar encuentros temerarios. “Allá viene el alcalde con la mujer y las dos hijas, para no toparse en la tarde con la Amanda”. “la Emérita coronó y no coronó, y se las campaneó ligerito para la capi, mamita”. En la mañana, iba también la niña Chela Rodríguez, cuya salida despertaba curiosidades y pullas. Y es que la matrona, una vez muertos el marido y los hijos en una oscura reyerta pueblerina, se había encerrado dentro de una casa enorme y solariega. Sólo salía en día de finados y en año nuevo, cuando, cerúlea, se asomaba a medio abrazar a los vecinos. “A esa, marido le hace falta, para que agarre color”.

Cuando bajo el sol de la dos de la tarde enrumbamos hacia el camposanto, las filas iban hacia allá. Con ramos y coronas, y con vestidos de duelo o de domingo, el gentío hormigueaba.

“¿Ya de te pasó la goma, vos?” Y es que, como había feria local, mucha gente estaba desvelada por el baile de la noche anterior. “¿Viste a las Reyes? Parecían urracas, con todas las babosadas que se habían puesto”. “pero son arrechas, niña; porque han hecho una tracalada de coronas y flores para medio mundo, y todavía tuvieron tiempo de ir a bailar”.

Cuando desembocamos en la calle inmediata y en la explanada del panteón, el espectáculo era alucinante: el olor a ciprés revoloteaba intenso sobre la multitud que se movía entre decenas de ventas. Flores, pupusas, coronas, pasteles, juguetes, yuca frita, yuca sancochada, panes con gallina, fresco de ensalada, horchata, cebada, chan, chilate con nuégados, tortas de camote, atoles y otras tentaciones saladas y dulces retaban bolsillos y cachetes. “Cuando salgamos de coronar, come lo que quiera, muchachito. Hoy no(…)¡Que todavía no, le digo!”

El interior del cementerio era otro hervidero humano. “¿Qué tal, niña Chon?”. “Por aquí, mire…enflorando a mi hermana”. Mausoleos hermosos, ángeles de mármol, nichos modestos, túmulos casi anónimos, y un crucerío interminable, recibían las galas de los visitantes.

Mirá, esta coronita la traje para tu mamá”. Y Cuchumbo puso, sobre la tumba de mi madre, un círculo de ciprés con cinco rosas rojas, de papel. Mi abuela lo miró con una ternura inabarcable, y le sobó el pelo, cortado al “pato bravo”. “Ya ve que éste niño es como su hermano, muchachito’”. Tomados de entre hombros, nos fuimos con el niño a mirar y a oír a desconocidos que, distantes a veces en el gozo de los días, en esa tarde especial se congregaban bajo el recuerdo de sus difuntos.

Maclovio no había dejado de hacer sorbete, y en una carrerita-“Vigiame el carretón, vos.-había ido a enflorar a sus padres. La Tanchito, silenciosa como siempre, había ido, con mi abuela, mi nana y la María, a hacer el recorrido de sus muertos. “¡Ijj, allá vienen las Reyes! ¡Ay no. Mirá la Troncha el vestido que trae!” La niña Chole no había “tortiado” esa tarde, y hacía esfuerzos para no soltar leperadas. “Mirá la Chila, vos: enfloró rápido, y se puso a vender chuco”. El papá de la Pedrina había llevado azucenas al descanso de la travestida, y un ramo de rosas, envuelto en celofán, para la que fue su primera mujer. “Alejandro el cuilio y la Micoleona, como no son de aquí, se van a saber para adonde, y a hacer a saber qué”. El “maistro Oliva” pasó con dos coronas de ciprés enormes, seguido de su familia. Quevedo, bolísimo, se bamboleaba en las cercanías de una ceiba centenaria. Simplicio, que lo conocía harto, se había ido a echar a su vera, en espera de que pasáramos de vuelta. “Allá viene la niña Isabelita, mirá; la de la escuela privada”. La niña Mema Fuentes andaba cantando alabados en algunos sepulcros, y los cipotes nos partíamos de risa. El padre Cruz y otros curas del lugar no daban abasto para tanto responso. Don Cifuentes, como no tenía difuntos allí, se había acomodado bajo una umbría, a leer sus infaltables libros. “Saludá a la gente, Mincho; no seas tan de al tiro”. Y la mujer lo perturbaba, sin tregua. Don Balta, el lince del montepío, se paseaba entre pasillos y tumbas, halconeando muchachas seducibles. Carlos Pico observaba el barullo, con ojos enloquecidos. Don Daniel y Carlos Cobra, tras enflorar, se habían puesto a hacer viajes repletos, entre el cementerio y la estación. La María Lioncia llegó con dos ramos de gladiolas para las tumbas de la hija y de la hermana de mi abuela. La loca Rafaela estaba haciendo su agosto, allá tras unos matochos. “¿Querés ver una película, papaíto?” Y cuando le daban la peseta, se subía la falda y dejaba ver todísimo. Carlos Satán andaba con la niña Refugio. “¡Cuidadito como le hacen cachos, muchachito, que le zampo!” Las Fuentes habían cerrado por una tarde la pensión, y se habían ido a ver a sus deudos…

Cuando el sol se fue yendo, la gente empezó a rumbear, lenta hacia arriba. “¡Cómase esa enchilada, que para algo la compró!” Atrás quedaba el florerío en las tumbas. Adelante, las primeras luces del alumbrado eléctrico y el zangoloteo de las ruedas de la feria rubricaban con júbilo aquel día de duelo.

Francisco Andrés Escobar
De su libro: “El país de donde vengo”.





domingo, 17 de octubre de 2010

¿Se ofende usted que le digan "guanaco"?

El día de ayer recibí un correo electrónico de un compatriota que me decía que debería de quitarle el apelativo de “guanacas” al nombre que lleva éste blog porque era una ofensa en contra nuestra, pues nosotros no somos guanacos sino salvadoreños, y que el llamarnos de esa manera es una forma de “bayunquismo”.

Yo le contesté que el hecho de haber abierto éste blog y de haberlo llamado de esa manera es porque estoy muy orgulloso de mis raices, de mi patria y de mis costumbres, todo lo contrario de lo que él dice; y que el nombre de "Memorias guanacas" así se va a quedar, no lo voy a cambiar.

El pensamiento de éste paisano es bastante generalizado y compartido por muchísimos compatriotas que se sienten ofendidos por dicho apelativo, y les cae mal que les llamen de ésa manera, porque, según ellos, los están comparando con el cuadrúpedo andino de igual nombre, o porque los están llamando estúpidos o ignorantes.

Esto se debe-en mi opinión- a que no saben con certeza, como, donde y cuando nos empezaron a llamar de esa manera, pues ignoran que el verdadero origen del vocablo es maya-quiché; y que la palabra original es “hua nax tzut”, que significa “lejano”, “de tierras lejanas ”, o simplemente “extranjero”, y que con el tiempo, fue modificándose hasta quedar como "guanaco", que es la forma actual del vocablo indígena.

Mapa del francés Nicolas Bellin de 1760. Nótese que al Golfo de México le llamaba "Golfo de Higueras o Guanacos".

Esto, se debió, quizás, a que los salvadoreños siempre hemos sido trotamundos, andalones o “pate'chuchos” y desde hace muchos años hemos buscado otras tierras y otros horizontes en busca de nuevas oportunidades para proveer el sustento diario a nuestras familias.

Otros piensan que nos empezaron a llamar “guanacos” a mediados de 1930 en Panamá, pues muchos compatriotas emigraron hacia ése país en busca de trabajo. Y que los panameños nos llamaban así porque los salvadoreños que llegaron a trabajar al canal de Panamá eran fuertes, y aguantadores para el trabajo pesado, parecidos al animal peruano de carga.

Otros dicen que allí mismo, en Panamá, los confundieron con personas costarricenses provenientes de la provincia de Guanacaste, que suena casi igual.

Y hay otros- que son los que van más lejos- que dicen que nos llaman “guanacos” porque somos como el animal andino que es torpe, estúpido, que expulsa saliva a cada momento y que son muy curiosos, pues cada vez que hay un ruido muy fuerte salen a ver lo que no les importa.

Y la confusión se da, porque los dos vocablos, -el maya-quiché de “extranjero” y el nombre "guanaco" del animal peruano que proviene del vocablo quechua “wanaku”-, suenan muy parecidos. Pero significan dos cosas completamente diferentes.

Son estas personas las que se ofenden, por ignorancia.

Pero realmente hemos sido llamados así simplemente por gentilicio, y más específicamente por hipocorístico, que no es un gentilicio propiamente dicho, sino una forma un poco mas despectiva de nombrar a una etnia, grupo racial o a un grupo de personas procedentes de una determinada región; pero que con el tiempo se convierte en gentilicio y llegan a ser conocidos como tal.

Así como nosotros llamamos “ticos” a los Costarricenses. Y no se ofenden.
Asi como llamamos "chapines" a los guatemaltecos. Y no se ofenden.
Así como llamamos “nicas” o “pinoleros” a los nicaragüenses. Y no se ofenden.
Así como llamamos “canaleros” a los panameños. Y no se ofenden.
Así como llamamos “catrachos” a los hondureños. Y no se ofenden.
Y así como también llamamos “yankees” o “gringos” a los norteamericanos. Y no se ofenden.
Entonces: ¿porqué debemos ofendemos o molestamos los salvadoreños de que nos llamen “guanacos”?

Yo soy de los que piensan que su origen es maya-quiché, por la cercanía de los dos territorios; y porque no tiene ningún sentido que nos hallan llamado como el animal peruano, ya que no tenemos ninguna relación con ellos, ni por cercanía, ni por afinidad, ni tampoco esos amimales existen en nuestro país ni siquiera en el zoológico nacional.

Si usted se ofende cuando lo llaman así; entonces, de plano, usted es un guanaco, porque usted así lo ha decidido.
Y si no se ofende, entonces, es un "guanaco bien nacido".

Parafraseando un amigo mío que dice: "la ofensa la determina el ofendido, no el ofensor".
Si usted se ofende, es problema suyo. Yo simplemente decido no ofenderme.

Para terminar, traigo unas estrofas del “Poema de amor” de nuestro excelso poeta Roque Dalton, en las que exalta el amor a sus compatriotas de la forma más cruda y explícita que solo él lo pudo hacer.

…“los que nunca sabe nadie de donde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión
o de la barba amarilla
en el infierno de las bananeras

los que lloraron borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacifico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco mas de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo,
los vendelotodo,
los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes mas tristes del mundo,

mis compatriotas,
mis hermanos” .

miércoles, 13 de octubre de 2010

Un poco de "trivia" guanaca.

Uno de nuestros principales poetas, Roque Dalton, está emparentado con la cantante Linda Rondstadt. Roque Dalton murió ajusticiado en la Guerra Civil.

En la obra "El Principito", la rosa de la historia es la salvadoreña Consuelo Suncín, esposa de Antoine de Saint-Exupery. Previamente, Consuelo Suncín fué esposa del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, que era amigo de Oscar Wilde.

La propuesta por México para el Oscar a la Película Extranjera: Voces Inocentes, está basada en el guión autobiográfico que el salvadoreño Oscar Orlando Torres le pasara al director Luis Mandoki durante la filmación de un comercial. Voces Inocentes está producida por Lawrence Bender, cuyas producciones incluyen Pulp Fiction, Good Will Hunting y Kill Bill. La película trata de la infancia de Oscar Torres en la guerra civil salvadoreña. Oscar Torres es un actor que ha aparecido en capítulos de ER, CSI:Miami y Any Day Now

En el libro y la película "A Beautiful Mind" (la película fué con Russell Crowe y Jennifer Connelly), la esposa del matemático John Nash es la salvadoreña Alicia Lardé. Jennifer Connelly recibió el Oscar por su caracterización de Alicia. En el libro de Sylvia Nash la describen como una "Princesa de El Salvador con un sentido de Noblesse Oblige".

El artista salvadoreño Simón Varela de Quezaltepeque creó varios de los personajes (como Bruce, el tiburón) de la cinta animada Finding Nemo de Pixar/Disney.

El diseño de las letras Pizza Hut fué desarrollado por la firma británica salvadoreña Ideas Frescas ( http://www.ideasfrescas.com ), la empresa de nuestra campeona voleibolista de playa, Frida Larios.

La línea aérea de El Salvador, TACA (originalmente de Honduras), fué en alguna vez la aerolínea más grande del mundo, bajo su fundador Lowell Yerex - hasta que vino PanAm. La historia de Yerex: Yerex of TACA, a Kiwi Conquistador, cuenta de cómo perdió un ojo volando para una revolución, entre otras aventuras.

La mamá de la supermodelo Christy Turlington es de Cojutepeque, El Salvador. Por ello, las ganancias del calendario de Christy van para la Fundación Americana para El Salvador,

Juan Rodriguez Cabrillo, quien descubrió San Diego en California, Estados Unidos, terminó la construcción su flota en Acajutla, El Salvador. Por ello, una de sus naves se llamaba "San Salvador".

El primer distribuidor de Toyota en América (de hecho, el segundo distribuidor en el Mundo, después de Taiwan) fué DIDEA de El Salvador. El primer Toyota del continente Americano, un Land Cruiser, todavía funciona.

En películas como "Schindler's List" y "Varian's War" cuentan las historias de valientes personas que salvaron vidas judías de los campos de concentración. George Mantello (Mandel), quien trabajaba en el consulado de El Salvador, fué una de estas personas, al igual que Schindler y Varian, tal como lo narra el libro "El Hombre que paró los trenes a Auschwitz: George Mantello, el más fino momento de El Salvador y Suiza". Este fué el más grande esfuerzo de salvamento durante el Holocausto, salvándose 14,000 vidas a las que se les dió ciudadanía salvadoreña. George Mantello convenció al Cónsul General Coronel José Arturo Castellanos para que se expedieran los papeles de ciudadanía. El libro, escrito por David Kranzler y con prefacio por el Senador Joseph Lieberman recibió el premio Egit (Histadrut) en 1988 como Mejor Manuscrito sobre el Holocausto.


La salvadoreña Paula Heredia, basada en Nueva York, ganó un Emmy por su trabajo en el film de HBO: In Memoriam, New York City, 9/11/2001.
También ha ganado otros premios como: The American Cinema Editors Award por el documental Unzipped, Mejor Guión y Audience Award en el Festival de Filme de Avignon por Sling and Arrows, 1996 Hispanic Creative Award por Teniendo un Bebé y película seleccionada para el New York Film Festival de 1994: The Couple in the Cage

El salvadoreño Andre Guttfreund hizo el film "En la Región del Hielo", el cual ganó el Oscar a mejor Pelicula Corta, Acción en Vivo, en 1977. La película está basada en una historia de Joyce Carol Oates.

Los abuelos de Monica Lewinsky (la pasante involucrada en el escándalo con el presidente americano Bill Clinton) emigraron a El Salvador para escapar del nazismo. El papá de Monica Lewinsky, Bernard, nació en El Salvador y fué profesor en una escuela de El Salvador, y es ahora un Oncologista.

U2's song: Bullet the Blue Sky were inspired by the trip to El Salvador that Bono did in the time of our civil war
Spanish singer Jose Luís Perales's "La Reina del Cafetal" was inspired by salvadorean María Gladys Cantón Duke, who hosted the spanish singer in her house, when Perales came to El Salvador for a benefit concert.
Tigres del Norte's "Tres veces mojado" is about a salvadorean emigrating to USA.
Cuban artist Silvio Rodriguez's "Por quien merece Amor" a song about USA trying to stop Cuban help to El Salvador's insurgents.
Guatemalan artist Ricardo Arjona's "Aquí El Salvador", also about our civil war.

martes, 5 de octubre de 2010