miércoles, 27 de junio de 2012

Huérfanos de niños.

Hay un período en el cual los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos". Es
que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y
pájaros imprudentes. Crecen sin pedirle permiso a la vida. Crecen con una
estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos
los días, crecen de repente.

¡Un día se sientan cerca de nosotros y con una naturalidad increíble nos dicen
cualquier cosa que indica que esa criatura de pañales, ya creció! ¿Cuándo creció
que no lo percibimos?

¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena y los cumpleaños
con payasos? El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia
civil.

Ahora estamos aquí, en la puerta de la discoteca, esperando no sólo que
crezcan, sino que aparezcan….

Aquí estamos muchos padres al volante esperando que salgan zumbando sobre
patines, con sus cabellos largos y sueltos.

Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas. Con
el uniforme de su generación y sus incómodos y pesados morrales en los hombros.

Acá estamos nosotros, con los cabellos canos.

Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de vientos, de
las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y
nuestros aciertos.

Principalmente con los errores que esperamos no se repitan.

Hay un período en el cual los padres vamos quedando huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.
Pasó el tiempo del piano, del fútbol, del ballet, de la natación, del béisbol…

Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más, junto a su cama al anochecer, para oír su alma
respirando conversaciones y confidencias entre las sabanas de la infancia.
Deberíamos haber ido más a los adolescentes cubrecamas de aquellos cuartos con
calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.

Al principio fueron campo, playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

Si, había peleas en el auto por la ventana y la música de moda. Después llego
el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un
sufrimiento. No podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.

Quedamos los padres exiliados de los hijos.

"Teníamos la soledad que habíamos deseamos…"

Y nos llego el momento en el cual sólo miramos de lejos, deseando que escojan
bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos
complejo posible.

El secreto es esperar…

En cualquier momento nos darán nietos.

El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios
hijos. Por eso los abuelos somos tan desmesurados y distribuimos tan
incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro
afecto.
Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales…

CREZCAN !!!!

Así es. Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres…

Sólo aprendemos a ser padres después de ser abuelos….

En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después que la vida se nos va
pasando….

Autor desconocido

domingo, 17 de junio de 2012

Radio El Mundo celebró sus 50 años.

JOSÉ OSMÍN MONGE ESCENA@ELDIARIODEHOY.COM Viernes, 15 de Junio de 2012

Con un espectáculo cargado de música, baile, poesía y gratos recuerdos, Radio El Mundo, 93.7 FM, celebró medio siglo de existencia.
La celebración tuvo lugar en el Teatro de Fepade, en Ciudad Merliot, y contó con la participación de varios artistas de nuestro país.

La reconocida locutora Aída Mancía fue la encargada de darle la bienvenida a las personas invitadas a la celebración y de presentar a los artistas de la noche.

El escenario, decorado con flores naturales, se engalanó con las magníficas coreografías de la compañía de baile Ecos del mundo, con la voz inigualable del tenor José Guerrero, con las notas de Jhonny Salinas y con la poesía de la actriz Isabel Dada, entre otros.

El evento fue aprovechado para presentar algunas de las "cuñas" que han identificado a la radio durante estas cinco décadas.

Al final de la velada, doña Bety de Suárez, propietaria y fundadora de la radio, agradeció a las empresas que durante muchos años se han anunciado en la emisora. Asimismo dio las gracias a sus familiares, sus amigos y al público presente.

"Gracias infinitas por estar aquí con nosotros. Gracias al personal de la radio porque cada día nos da su trabajo. Se hizo posible el sueño de envolver el mundo en amor y espiritualidad", expresó doña Beta después de entregar a los artistas una rosa como símbolo de agradecimiento.

Radio El Mundo se fundó el 15 de junio de 1962, con el objetivo de llevar a los hogares música instrumental y mensajes positivos. A través de estos 50 años de existencia, la radio ha logrado su cometido y ha endulzando los oídos de sus oyentes con "el lenguaje de las almas".

miércoles, 13 de junio de 2012

domingo, 10 de junio de 2012

Carlos Santiago...de Francisco Andrés Escobar.

Cuando decidió llamarle Carlos Satán al niño, su familia se alborotó. “Mirá, no le pongás así al cipotillo; eso de Satán es nombre de chucho”. Cuando esté grande, los otros bichos de la escuela lo van a amolar que se va a dar gusto”. “Te lo puede jugar Candangas”. Pero ni los ruegos de la mujer, ni de nadie, pudieron contra la decisión del empecinado: su hijo llevaría su nombre, seguido de uno de los apelativos del Diablo.

“¡Yo no sé que tienen contra el pobre Dianche…! Un señor de allá de la capi, como es acomodado, sí ha podido ponerle Lucifer a su hijo y nadie le ha dicho nada: Pero no vaya a ser uno de pueblo, y para más, acabado…porque se arma la gran chirinola…! ¡El cipote se va a llamar Carlos Satán, y punto!”

Con la intención de quemar los últimos cartuchos, la familia de don Carlos Mujica acudió a mi abuela, para que fuera a reconvenir al testarudo. Conmovida, más que convencida, la señora se fue una tarde a verlo.
“A mi no me gusta meterme en la vida de nadie, vos sabés como soy. Pero si en algo puede terciar lo que yo diga, en medio del desbarajuste que se ha armado, voy a desembuchar lo que pienso”. El hombre se acomodó en la banqueta. Mi abuela se relajó en la mecedora. Se aireó con el extremo de su tapado-“Chucha, que calorón más perro, vós!”-y se dispuso a exponerle su ideología.
“Yo creo que tenés todo el derecho de ponerle como se te antoje, porque el cipotillo es tuyo. Pero el futuro es de él, eso si ya no es de vos. Y es allí donde está el blen. Vos mejor que nadie sabés como es la gente: va a ser dándose cuenta que el niño se llama como querés que se llame, y se lo van a hartar vivo, de seis a seis (…) Ya se que cuando crezca se va a poder defender; pero qué necesidad hay de que vaya desde ya metido en una guerra que no ha buscado. ¿Ah (…)si eso también lo entiendo: que el Diablo es hijo de Dios, que vino al mundo antes que Jesús…Mirá, si algo tengo claro es que sin el Diablo el mundo estaría incompleto. A ver. ¿Qué gracia tendría que todo fuera blanco, y no hubiera nunca entre qué y qué decidir? No, si la gracia de vivir está en eso, en ir diciendo hoy hago esto, mañana hago esto otro, pasado esto más, porque es lo que mi conciencia me dice que debo elegir y hacer entre, pues sí…entre dos antojos, llamémosles así. Es algo así como usar sabiamente el poder que uno tiene! Y allí es donde entra el trabajo del Diablo: él pone la tentación desde afuera, y uno la decisión desde adentro. Y decime…¿qué sería la vida sin tentaciones? Nada, papá. Nada. La tentación es el juego de la vida, la salsa digamos: porque el que se resiste se hace santo, y el que cae, se divierte. ¿O me vas a decir que no? Y en eso está la gracia: en irse al cielo o al chimbolero; pero, pues sí…porque uno le atinó, o porque metió la pata…Aunque para serte franca, yo…; pero bueno, eso es otro cuento…Volviendo a lo del niño, yo ya te digo, es tu hijo, tu gusto, tu decisión; yo lo único que veo es la necesidad de ahorrarle lágrimas y mocos al cipote, y directas e indirectas a la gente. ¡La humanidad es malvada, papá. Vos. Como que no fueras viejo! Pero bueno, yo ya dije lo mío. Hoy, ¿qué decís vos?

No dijo nada. Absolutamente nada. Le ofreció café, quesadilla, y tras un “lo voy a pensar”, se adentraron en otros temas, entre humos de pocillos.

Dos semanas después, Don Carlos afirmó su decisión ante la esposa: “Se va a llamar Carlos Satán, ya te dije. Y no me estés neceando más, si no querés que te de tu ganchada”.

Como tíos y tías movieron teclas para que en el santuario el cura no bautizara al niño con aquel nombre, Don Carlos Mojica se las arregló para hacer la ceremonia en alguna iglesia de cantón. “Dicen que cuando el pobre padre se le quedó mirando, sin ganas de ponerle así al niño, Don Carlos se apretó la cacha del revolver, y el padre no tuvo más remedio que topar”. “¡Ingrato, ponerle así al cipotillo, Fuego le va a llover del cielo!”

Carlos Satán creció con su partida de nacimiento y su fe de bautismo satanizadas. Mientras estuvo pequeño y en casa, no hubo mayor problema. Habiéndose ido el padre a trabajar a Panamá, la madre se las había ido arreglando para tapar el asunto. Los problemas surgieron cuando ya tuvo edad de ir a la escuela, y los documentos de identidad revelaron sus secretos.

Informados, quien sabe por que infidencia, los niños empezaron a chancearse de todo modo y medida: Se ponían los dedos índices cerca de las orejas, cuando pasaban cerca del endiablado, y salían en carrera abierta, como bailando el “torito pinto”; le dibujaban demonios coludos entre las páginas del cuaderno; le elaboraban tridentes con palos de paletas, y se las ponían sobre la tapadera del pupitre; le… en fin le preparaban una sarta de cachondeces que Carlos Satán soportaba con estoicismo. Solo cuando el cerco era inaguantable-como cuando iba a recitar un poema el día del maestro, y le colgaron al descuido, en la presilla trasera del pantalón, una pita con una punta aflechada- el muchachito arremetía a mandobles contra la pacotilla de burlistos, y dejaba un par de narices sangrantes y otro de cachetes rosados o rayados. “Usted no vaya a andar fregando al pobre cipote, oyó. El no tiene la culpa que le hayan puesto así”.

Carlos Satán fue un amigo de la infancia. Lo conocí en la escuelita de la niña María Isabel, mi tía, donde aprendíamos a leer juntos. Me llevaba dos años de mayoría y, como en un momento pasado mi abuela había tratado de protegerlo de la injuria, se sentía cómodo en la casa y llegaba a jugar. La señora no permitía que habláramos de cachos cuando el muchachito estaba presente; mucho menos que hiciéramos abiertas o veladas alusiones al “enemigo”. (Una vez que aparecí con una gorra preparada por Picadillo, con abiertas insinuaciones diablescas, mi abuela me mandó a volar de un solo manotazo). . Así que Carlos Satán, entre nosotros, era Carlitos. Y así era feliz.

El tormento del encachecido terminó pocos años después. El padre, desde Panamá, empezó a enviar cartas y dólares, después solo dólares; luego, solo cartas; más tarde, ni cartas ni dólares; y con el tiempo, se fundió en el olvido. La niña refugio, su mujer, se refugió entonces en el cariño de otro hombre que la quiso mucho, con Satán y todo.

Cristianísimo y observante-“Por ese hombre baboso, el Diablo nos puede llevar de verdad”-le abrió un juicio de identidad al cipotillo que, de llamarse Carlos Satán, finalizó siendo Carlos Santiago.

Francisco Andrés Escobar.
De su libro: “El país de donde vengo”.


lunes, 4 de junio de 2012

La pista de baile de la negra Toña.

La pista de baile era nomas un piso de tierra apelmazada con un cumbo de leche vaciado y vuelto a llenar con puro cemento.

Todos los atardeceres la regaban porque siempre había un show en vivo con la ejecución magistral de "Paila" y su amante conocida como la Toña. Nosotros teníamos unos ganadores de bailes de mi pueblo.

Ahora solamente compiten algunos famosos tiesos por televisión.¡Que aburridos!

Paila era el mozo más coqueto de la cuadra.Desocupado eterno, vago de oficio, ladrón por vocación, y chivo de la Toña por convicción de ella. Se vestía con camisa de gitano, flecos en los brazos, abierta a la altura del pecho raquítico pero adornado con una especie de rosa
alrededor del escote en "V".

Sus pantalones eran acampanados con remaches descendentes a ambos lados hasta llegar a la campana inmensa (que también tenía remaches) que al abrirse mostraban el interior de la campana con tela de color diferente al resto del pantalón.

En sus muñecas llevaba anillos y pulseras de oro puro y un medallón al pecho con el símbolo de Amor y Paz. Pelo largo estilizado y un perfil griego que le hacía pretender que era un escogido para conquistar a cualquier hembra.

La Toña era una mujer joven también.Amante de más de dos, se vestía para provocarpensamientos impuros, y era objeto de desaprobación de las beatas del pueblo y de lujuria de los hombres fuesen estos casados o solteros.

Tenía unas nalgas vibrantes e incontrolables al bailar y unos senos firmes y grandes, que alborotaba hormonas a los pre-adolescentes pícaros. A mí no porque yo era un niño menor que no llegaba a los 10 años aun, pero me fascinaba observarlos bailar.



Debido a sus piruetas al danzar las viejas chismosas del pueblo decían que ella practicaba el oficio más viejo del mundo y que Paila era su amante protector con sueldo por su oficio alrededor de ella.Creo que decían que él era su "chivo".

Entre los pasos favoritos de esta pareja estaba "la caída de la hoja", en el cual ella se dejaba caer a sus espaldas despacito mientras Paila hacía un paso medio pícaro acercándosela mucho a su corpiño ceñido palmo a palmo para marcar sus partes abultadas sin necesidad de ello porque venían en par por detrás o por delante. A mi me parecía que la campana del pantalón se le entiesaba al marcar este paso medio erótico. Pero pudo haber sido mi cochambrosa imaginación de niño precoz.

Cuando comenzaban a bailar los aplausos les envolvían en aquel antro improvisado. Allí, a media luz nos hacían reír, y admirar la docilidad de sus cuerpos.

¡Ah Recuerdos de antros del pueblecito más bello de Latino América por allá por los 60s!

El Moris bailador.