domingo, 25 de agosto de 2013

Lo ético, lo legal y lo moral en el amaño de partidos.

Por Ricardo Chacón *
  Sábado, 24 de Agosto de 2013

Una acción puede ser incorrecta pero no ilegal, no transgrede las leyes; estamos en el nivel de lo ético y lo moral como es el caso de la mentira y el engaño. Otro hecho, puede ser ilegal, pero a lo mejor no riñe con lo ético, ejemplos de esto están relacionados con los casos de "objeción de conciencia".

Todavía más, hay hechos que no transgreden las leyes ni las normas morales, sin embargo son repudiables, como lo es aprovecharse de un puesto público. Hay una delgada línea entre lo ético, lo moral y lo legal; lo ético tiene que ver con los principios que hacen que un hombre sea hombre y actúe, según su fineza de conciencia, a partir de valores; lo moral es el sistema normativo determinado en gran parte por la cultura y, lo jurídico, por el sistema de leyes que rigen a una sociedad.

La ética y la moral, en gran medida, son normas de conducta que tienen que ver con la conciencia de las personas; las leyes son elaborados sistemas y puestas en marcha por los Estados. Las leyes son aplicadas por el Estado y castigan cuando se comenten delitos; la transgresión a la ética y la moral "no deja dormir" y, por lo general, atrae el escarnio y el desprecio público.

¿A qué viene todo esto?, claramente está relacionado con los amaños de los juegos, realizados por los miembros de la Selección Nacional de Fútbol durante varios años; el escándalo que ha tocado una de las fibras más sensibles de los salvadoreños está candente y en boca de todo mundo, sobre todo, después de que se suspendió de toda actividad oficial del fútbol a 22 jugadores y cuando la Fiscalía ha dicho públicamente que va tras la pista de posibles involucrados del cuerpo técnico y de las juntas directivas de la Fesfut.

Pues bien, estos hechos, pasan por encima de lo moral, lo ético y lo legal; lo legal relativamente está claro, ha habido un engaño, no sólo a las normas propias del juego sino también, y esto es sumamente grave, a una afición que suele "dar todo por su Selecta"; el engaño puede ser tipificado como estafa, lavado de dinero, asociación delictiva o cualquier otra figura que los abogados conocen a perfección. Son las autoridades civiles las que tienen que juzgar estos hechos que, de probarse, son merecedores de un castigo o sanción.

Pero en el caso de lo ético y lo moral, si bien es cierto hay claramente una transgresión relacionada con los principios, valores y las buenas costumbres que, por supuesto, afectan directamente a la afición que "creyó y apostó por el triunfo de su Selecta", surgen las interrogantes: ¿Quién juzga? ¿Hay castigo? ¿Cómo se aplica?

 No soy quien para pontificar y juzgar sobre esto, ya hay suficientes comentaristas que lo hacen, sin embargo, permítanme incursionar dentro del tema en una doble dimensión: por un lado, lo ético y moral, desde la perspectiva social, será la conciencia individual y colectiva la que dará su veredicto y condenará a los culpables. Mentir y engañar para obtener un beneficio propio va en contra del respeto que se debe a los demás. Cuando esto se descubre, la vergüenza y el desprecio aparecen.

 Por otro lado, está lo profesional, que tiene su propia "moral", que nace del desempeño y entrega total del futbolista; los médicos, los periodistas y cualquier otro en ejercicio de su profesión tienen su propia moral condicionada por la práctica particular.

En esta línea, la Fesfut y la FIFA, como máximos organismos del fútbol, uno nacional y otro internacional, de alguna manera son los que regulan y garantizan no solo la buena práctica profesional, sino además que las competencias sean parejas, justas, equilibradas; si hay dopaje o amaño de juegos, son estas federaciones las encargadas, en primera instancia, de averiguar y castigar a los responsables. Esto requiere de institucionalidad, institucionalidad fuerte, con normativas claras y definidas y sobre todo, con liderazgos precisos que garanticen la justa competencia.

A semejanza de lo que sucede en otros ámbitos de la sociedad salvadoreña donde fallan la institucionalidad y el liderazgo para enfrentar a los corruptos (identificarlos, probarles los hechos y llevarlos a la cárcel) la Fesfut ha sido incapaz de enfrentar el problema y ponerle fin. A lo mejor no se hace lo suficiente ni se castiga a los farsantes porque algunos dirigentes están involucrados en el amaño de los juegos o, simplemente, por incapacidad.

El desarrollo del fútbol en nuestro país no solo debe tener disciplina, visión de futuro, amor al deporte, sino también una buena dosis de formación profesional en la que además de la destreza física, tengan alto protagonismo la ética y la moral. De todo esto carecemos.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy. ricardo.chacon@eldiariodehoy.com

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