miércoles, 3 de febrero de 2010

Desliz de un aventurero.

Continuación del cuento: "Principio de romance...".

Carlos Arturo combinaba la bohemia de su vida y se enjugaba las manos con las rachas de buena y mala suerte a causa de sus aventuras, pero no escarmentaba.- Rápido olvidó el llamado de su conciencia cuando abandonó a la chica “modelo” en San Bartolo, y su conducta mantenía el mismo ritmo de soltero independiente, trabajador responsable, pero amante de aventurar especialmente los fines de semana.

Carlos Arturo ya tenia compromiso. Se salió de la oficina de un cliente, llamó a su secretaria para saber si tenía algunos mensajes. --“Nada importante” le dijo Silvia. Le dio las gracias y le dijo muy cortésmente: “Feliz fin de semana, nos vemos hasta el Lunes.” Se dirigió a su casa. Tomo un baño, se alistó para asistir a un “cóctel” programado a las 6:30 PM en uno de los mejores hoteles de la ciudad ubicado en la cima de la colonia Escalón.

Ya en el sitio bebió lo usual que se ofrecía en esas reuniones: "Whisky cinta roja.” Comió solamente exquisitas bocas, no bailó con nadie porque la música solo estaba “de fondo” pero si mantuvo amena conversación con cuanta persona pudo por lo que fue de los últimos en salir de aquella reunioncita, donde hizo alarde de su verborrea y dotes de don Juan Tenorio, pero esta vez no consiguió nada porque ya era muy bien conocido por todas las féminas que asistieron, y las que no ya tenían su “con-que” y él respetaba lo ajeno.

Se despidió, subió a su “toyotia,” no sin antes colocar su saco en la parte trasera del auto. Abrió la guantera sacó sus lentes graduados, se los puso, peinó su cabellera para verse bien, se echó a la boca unas gomas de mascar para aminorar el aliento a licor, al igual que revisó si no había olvidado un par de condones por aquello de las “cochinas dudas.”

Arrancó su auto y bajó toda la ruta por el Paseo General Escalón rumbo a los suburbios donde se ubicaba su residencia. Inquieto como era, manejaba ya despuecito de la medianoche buscando nada en especial. Pensaba detenerse a ”echarse” las copas del estribo en algún bar conocido, pero no se detuvo y continuó rumbo a casa.

De pronto, al pasar por el Monumento del Salvador del Mundo, tomó un cruce medio oscuro rumbo a Avenida Olímpica, vio dos dudosos cuerpos hermosos que parecían dos hembras, una rubia y la otra pelirroja, por supuesto, se veían “despampanantes” que le llamaron mucho la atención. Una de ellas le saludo con la mano aunque le parecía totalmente desconocida.

Detuvo su auto a lado donde se encontraban y preguntó si deseaban algún “jalon.” Una de ellas dijo que si dudoso pero.... --Suban, dijo muy amable.

Pero ninguna decidía usar el asiento de atrás. –Rápido que ya vuelve la tormenta les dijo. De pronto notó aquellos rostros mal maquillados o pintados grotescamente ya que ambos, sencillamente, eran un par de homosexuales que acostumbraban a solicitar trabajo en esa zona.

¡O no!- dijo Carlos Arturo. --Me disculpan, pero a mi no me gusta... –Ni concluyó su frase de rechazo... y solo concluyó: Se me bajan inmediatamente. ¡Salgan, salgan de mi auto! –Pero ninguna obedeció, y la que estaba a la par de él se le acercó como para tocarlo con las manos de uñas largas y gruesas, mientras la otra, en tono amenazante le sentenció: -- Que te crees vos pendejo, que te vas a burlar de “nosotras", ya subimos y tienes que llevarnos y pagarnos...

Cuando Carlos Arturo quiso aventar a “una” con las manos, la “otra” desde atrás le tomó la cara y le quitó los lentes, y ambas se prestaron a golpearlo a puño cerrado dentro del auto. Como pudo, aquel muchacho delgado, pero bien dado de fuerza, bajó la manecilla de la puerta, y salió para verse fuera del alcance de “aquellas asaltantes del sexo.”

Pero ya le habían golpeado fuerte, ni tuvo tiempo de sacar el pañuelo para limpiarse cuando sintió otra andanada de golpes a que aquellas “locas” repartían a diestra y siniestra hasta verlo caer a consecuencia de lo cual cayó golpeándose la cabeza en la cuneta.

Carlos Arturo ya no pudo más y perdió el conocimiento.
Aquella golpiza fue muy rápida. Ningún auto pasó para auxiliarle mucho menos los vigilantes del orden. Aquellos dos sujetos se habían quitado los “zapatos de tacón,” registraron las bolsas de la ropa de su víctima. Sacaron lo que pudieron y se marcharon perdiéndose en la oscuridad de aquel sector.

Vino la lluvia y la correntada que bajaba pasó sobre el cuerpo tendido de Carlos Arturo que lo hizo despertar. Se incorporó, vio que allí estaba su auto con la puerta del conductor abierta, también estaban las llaves sobre el asiento, su cartera a un lado con los documentos necesarios menos el dinero en efectivo que portaba, tampoco se sintió el reloj de pulsera, al cual no dio importancia.

Entró de nuevo a su auto, tomó el volante, se vio en el retrovisor, su rostro aún mojado y recordó unas toallas de papel que siempre portaba en uno de los depósitos de la puerta, sus lentes estaban con una “pata” quebrada, pero sin importarle, se los puso, arrancó el auto y se dirigió sin rumbo. Pensó ir a buscar al par ladrones disfrazados, pero no sintió valor y mejor dijo: Me voy a casa.

Al día siguiente no quería ni levantarse, al hacerlo sintió dolor en los pómulos, se fue al espejo y al verse tenía aruñada la mitad de la cara. Se sintió impotente para ir a la policía a hacer la denuncia. No salió sábado ni domingo, y el lunes pidió permiso de ausentarse de su trabajo a causa de un sorpresivo resfriado.

Pocos días después la vida normal volvió por él. Fue a la oficina. Hizo lo de costumbre, pero procuró no ser “bien visto” por nadie, aunque nadie le preguntó nada, porque aunque sabían que era soltero, no asociaban una “gatita brava” celosa conocida en su vida.

A media semana pensó cambiar su vida de fines de semana y se fue a la playa para ver el mar y tomar el sol, “quemarse” la piel, y secar muy pronto aquellas heridas que lo hacía avergonzase de aquel desliz inesperado. En uno de las tiendas que de detuvo para comprar una bebida, vio en el periódico un titular de primera plana: “Hallan dos cuerpos de homosexuales muertos acribillados a tiros en la zona de La Campana", pero no adquirió ningún ejemplar para no ver los detalles porque le daba coraje...mucho coraje aquel penoso incidente. Uno más en su vida…

¿Escarmentaría esta vez?

Fin.
Roberto Rodríguez.

4 comentarios:

alexander dijo...

Hehehehe, uno de hombre.. y especialmente salvadorenio.. nunca aprende de los errores (especialmente cuando hay mujeres de por medio) a mi el andar de "aventurero" casi casi me cuesta el matrimonio un par de veces..

esta muy buena la historia.. gracias..

Memo dijo...

Hola Alexander. Gracias de nuevo por visitar mi blog y por tu comentario.

Don Roberto Rodriguez es un buen escritor y algunas veces me manda algunas de sus historias para que las publique, y esta es una de ellas.

No se si la histoia está basada en algún amigo, como él cuenta, o es personal.

Yo también una vez me fuí en la "chicagüita" porque por querer levantar un "culito bién bonito" que caminaba cerca del hospital Bloom, me resultó ser "mariposo".

¡Ah, pero que rico se movía en la cama! jajajajajaja

Saludos.

Memo.

Anónimo dijo...

jejeje
bichos cagados!

eso de andar pagando para tener sexo es la peor mierda que un hombre machista puede hacer.

QUE NO TIENEN LABIA PARA CONQUISTAR UNA MUJER!!

puta, si hoy en dia las cipotas -que no son putas- te dan el culo por un pinche celular con camara prepago de 15 dolares!!!

ASI QUE..
ESE ARTURO..PARA MI ES UN LOOSER..
y pendejo

mira que confundir dos leños
con mujeres..

ASI QUE NO ME GUIES MAL A LA JUVENTUD..

asi esta en la biblia..
dice que..-traduccion libre-
en la juventud se tiene que alejar del cuerpo el placer y tenes que dedicarte a trabajar o estudiar..

pues es cuando tenes la mayor fuerza de tu vida..YA VIEJO NADA.

SALU VOS..

el vande

Anónimo dijo...

y vos que sos mujer
Y ME VES..

¿te sentirias contenta que tu novio,marido,damo,esposo LE ANDE METIENDO SU ORGANO VIRIL A CUALQUIER PUTA O CULERO??

va que no!!!

ASI QUE..TAMBIEN USTEDES PONGAN EN CINTURA A ESOS CABRONES PENDEJOS..

tamos..