¡Campanitas que vais repicando,
Navidad vais alegre cantando,
y a mi llegan los dulces recuerdos
del hogar bendito donde me crié!
¡De aquella viejita que tanto adoré.
Mi madre del alma que no olvidaré!
¡Oh, que triste es andar en la vida,
por senda perdida lejos del hogar.
Sin oír una voz cariñosa
que diga amorosa: Llegó Navidad!
¡Navidad, la época más feliz del año. Tiempo de regalos, reuniones familiares, fiestas, posadas, despedidas de año en los lugares de trabajo, abrazos, besos, bolos fondiados en las calles, incendios, uno que otro cipote quemado por los cohetes, mucho guaro y harta comida.
¡Como extraño las navidades en El Salvador! La nostalgia y la melancolía me embarga cuando recuerdo las navidades de mi niñez. Cuando mis papás me llevaban al centro de San Salvador a ver en las vitrinas los juguetes que Santa Claus o el Niño Dios me traería si me portaba bien. Empezábamos nuestro recorrido nocturno de las “Noches de Compra” por los almacenes París Volcán, Schwartz, Kismet, Siman, Bigit Hnos., Sears y muchos otros que ya no recuerdo los nombres. En todos ellos se oía música navideña, como “Blanca Navidad”, en la voz del Crooner Bing Crosby.
I’m dreaming of a white Christmas,
Just like the one I used to know.
May your day be marry and bright.
And may all your Christmasses be white!
O la de Rudolph, el Reno de la nariz roja.
¡Rudolph, the red nosed reindeer
had a very shiny nose.
And if you ever saw it,
you would ever see it glow!
Luego pasábamos comprando la canasta navideña a la Abarrotería “El Cochinito”, llena de toda clase de abarrotes importados , uvas y manzanas, y sin faltar-por supuesto- un par de botellas de licor para el brindis navideño. También pasábamos a los puestos de adornos navideños que ponían frente al Hula-Hula para comprar aserrín de colores, pellejo y musgo de árbol; cabello de ángel, y alguno que otro pastorcito; o viejito de barro con la cabeza de algodón, para adornar el nacimiento que ponía mi abuelita todos los años en el patio de la casa debajo del palo de guayabas. Le quedaba bien bonito, pues le ponía toda clase de adornitos. Hacía una ciudad de Belén completa. Con su laguito hecho con un espejo de pared; sus casitas de cartón pegadas con engrudo, sus soldaditos romanos, sus ovejitas, sus Reyes Magos con sus camellos-medio tembeleques de las patas, que ya solo eran los puros clavos-; el burrito y su buey con un solo cacho, San José y la Virgen María, y su Nino Dios que se lo habían traído bendito desde Tierra Santa.
¡Con mi burrito sabanero voy camino de Belén.
Si me ven, si me ven, voy camino de Belén.
Tuqui, tuqui, tuqui, tuqui.
Tuqui, tuqui, tuqui, ta.
Apurate mi burrito
que ya vamos a llegar!
Mi papá se encargaba de comprarme los cohetes en el Parque Libertad. Me traía morteros, ametralladoras, platillos voladores, chispas del diablo, estrellitas, papalotas y bombas que tronaban bien duro; fulminantes, silbadores, buscaniguas, volcancitos, candelas romanas; y un mortero gigantesco para reventarlo a las meras doce de la noche. También era época de estrenar ropa. Un estreno completo; pantalón, camisa y zapatos para la Navidad y el otro para recibir el Año Nuevo.
¡Se acerca la noche buena.
Ya el cielo se ve de gris.
Anunciando que el mes de Diciembre
con su nieve blanca tráe la Navidad
Todo el mes de Diciembre era de preparativos para la cena de navidad y año nuevo. Pasábamos engordando el chompipe desde en Octubre con maicillo, arroz y orillas de tortilla. Me acuerdo que le silbábamos al guajolote para que hiciera ruido ¡Goble, goble, goble!. Antes de matarlo mi abuelita le metía un trago de Muñeco en el pico, porque decía que así la carne quedaría más blandita. Se ponía bien a pichinga; se encrespaba todo, inflaba el pecho, se le caía el moco, y el güegüecho se le ponía de todos colores
Mi hermano y yo nos peleábamos todos los años para ver a quién le tocaba el chunchucuyo.
¡Acaba de una vez de un solo golpe,
por que quieres matarme poco a poco.
Si llegará el día en que abandones,
prefiero corazón que sea esta noche.
Diciembre me gustó pa´que te vayas.
Que sea tu cruel adiós mi Navidad.
No quiero comenzar el Año Nuevo
con este mismo amor que me hace tanto mal!
La víspera de Navidad ya estaban listos los tamales, el ponche, el arroz a la valenciana, el hielo para los tragos, las Cocacolonas, las botellas de Vermouth Cinzano para los cipotes, el Rompope para la abuelita, el pan de caja Pullman de la Lido, la ensalada rusa, y por supuesto, un enorme bote de curtido y de escabeche para los panes con chumpe. Mi mamá y todas las mujeres se iban al salón de belleza desde temprano por la mañana, para hacerse un peinado estilo “Bomba”. Al regreso del salón ellas pasaban recogiendo el chompipe de la panadería a la que lo habían mandado a hornear.
¡Navidad que vuelve, tradición del Año.
Unos van alegres, otros van llorando
Hay unos que tienen todo lo que quieren,
y sus navidades siempre son alegres.
Hay otros muy pobres, que no tienen nada,
son los que prefieren que nunca llegaran!
Ya como a las siete de la noche del veinticuatro empezaban a llegar todos mis familiares a mi casa. Todos bien bañaditos y luciendo sus estrenos. Las mujeres; olorosas a perfume francés y el pelo tieso de tanta laca que les habían echado. Y los hombres bien rasurados y envaselinados con Glostora o Brylcreem.
Pero también entraba cuanto gorrón pasaba por la casa, pues era época de compartir con todo el mundo.
Llegaba el maishtro mecánico de la esquina, la señora de las tortillas con su marimba de bichos, el vecino de enfrente, los bolitos de la cantina , los lustrabotas del parque, los peluqueros de la barbería de al lado, etc.
Los recogedores de la basura y el sereno también pasaban pidiendo “su navidad”.
Todo mundo era bienvenido y se comía, por lo menos, su tamalito con su trago Tick Tack o su Pílsener.
¡Tú que estás lejos de tus amigos,
de tu tierra y de tu hogar.
Y tienes pena, pena en el alma,
porque no dejas de pensar.
Tú que esta noche,
no puedes dejar de recordar.
Quiero que sepas que aquí en mi mesa,
para ti tengo un lugar.
Por eso y muchas cosas más.
Ven a mi casa esta Navidad!
Yo empezaba a reventar mis cohetes desde temprano con un tizón de leña de la cocina. Mi papá estaba muy atento a que no fuera a encender los cohetes con algún cigarro, o que fuera a agarrar un trago, o cerveza a escondidas. Ya a la hora de la cena de Navidad todo era risas y alegría.
-¡Y que más comida para el compadre!. ¡Y que le sirvo otro traguito tío Luís!. ¡Y que vamos a seguir bailando!. ¡Y que andá decile a tu tata que se quemó un foquito de la guía del chirivisco. Que lo venga a cambiar!.Y que poné el disco de la ensalada a la Paquito Palaviccini de la Orquesta Internacional Polío!-
¡Que vuelan las mariposas
sobre su propio jardín.
Primera parte....
¡Vaya niñito...!
-¡Y que el chucho está metido debajo de la cama porque le tiene miedo a los cohetes!. ¡Y que ya no le den más guaro a Don Toño porque ya se fondeó!. ¡Y que todavía no pongan el Niño Dios en el nacimiento porque todavía no ha nacido. Hasta las doce!. ¡Y que hay que llevar a la abuelita a Catedral para la Misa del Gallo!.¡Y que no le vayás a dar fuego a la casa del vecino con los silbadores, muchachito!. ¡Y tené cuidado con los carros porque hoy todos andan manejando bolos.! ¡Y que mañana nos vamos al puerto a quitarnos la goma! ¡Y que no le vayás a quemar las trenzas a tu prima con las estrellitas!. ¡Y que poné la radio para saber que horas son!.... ¡Faltan cinco pa´las doce!.
¡Me perdonan que me vaya de la fiesta
pero hay algo que jamás podré dejar;
una linda viejecita que me espera
en la noche de una eterna Navidad!
¡Faltan cinco pa´las doce,
el año va a terminar,
me voy corriendo a mi casa
a abrazar a mi mamá!
¡La campanas de todas las iglesias empiezan a sonar. ¡Talán, talán,...talán! Son las Doce en punto de la noche ...¡FELIZ NAVIDAD! Y empiezan los abrazos, los besos,... las lágrimas...
¡Yo no olvido el Año Viejo,
porque me ha dejáo cosa muy buena.
Me dejó una chiva, una burra negra,
una yegua blanca y una buena suegra!
¡Eh, eh, eh, eh,...
hay que bueno pa´bailar
Mira mulata, hay que rico pa´cantar!
Y empieza la tronazón de los cohetes por todos lados: ¡Ratata..tán, pén pén. Pún. Psssttt. Ratata..pún pén, retetetetpénpénpén... pún . Y uno que otro saca su pistola para disparar al aire ¡Pón, pón...pón! Todos nos abrazamos haciendo un solo cuerpo. ¡El país entero está unido en un solo abrazo!
Se oye el ¡Ring ! del teléfono. Es mi hermano desde Los Ángeles que nos llama para darnos el “Feliz Navidad”. Mi madre corre apresuradamente al teléfono para saludar al hijo ausente y darle su bendición.
De repente, la música deja de sonar y en la radio se escucha... “El Brindis del Bohemio".
¡En torno de una mesa de cantina
una noche de invierno,
regocijadamente celebraban
seis alegres bohemios...!
...¡Dejad que llore,
Y en lágrimas desflore
Esta pena letal que me asesina...!
...¡Dejad que brinde,
por mi madre ausente.
Por la que sufre y siente
que mi ausencia Es un fuego que calcina...!
...¡Por mi madre, bohemios,
Que es dulzura vertida en la amargura,
Y de mis negras noches, es mi estrella...!
La risa se ha vuelto llanto. Las lágrimas empiezan a rodar sobre mis mejillas, y se me hace un nudo en la garganta que no me deja hablar. La mujeres lloran a moco tendido, y los hombres tratan de disimular sus emociones, pero tienen los ojos rojizos y húmedos. -¡El poema ha llegado hasta lo más recóndito de nuestro ser!
Ya solo queda el olor a pólvora y pequeños volcanes de papel periódico regados por todos lados. Se ve gente en las calles caminando a paso acelerado que van a dar el abrazo navideño a parientes y amigos. A lo lejos se oye el ruido de una ambulancia que lleva algún quemado a la Cruz Roja. Los carros van pitando y corriendo a toda prisa. Un par de chichipates en la esquina cantan desentonados.
Año nuevo, vida nueva,
Más alegres los días serán.
Año nuevo, vida nueva,
con salud y con prosperidad!
Y vuelve la música a la radio. Y empiezan de nuevo las cumbias, y el Rock and Roll. Regresa la alegría al rostro de todos, y sigue el baile hasta el amanecer.
-¡ Y que deme otro pancito con pavo Niña Alicia. Me le echa bastante recaudo, por favor!. ¡Y sírvame otro trago de Bacardí, Don Neto, pero échemele menos porque el primero me lo dio bien fuerte!. ¡Y que el treinta y uno hacemos la cena en mi casa!. ¡Y vamos a abrir los regalos que están debajo del arbolito! .¿A ver, que te trajo el Niño Dios? Y empiezan a aparecer juguetes, muñecas, ropa, y demás regalos. Las caritas de todos los niños se iluminan. ¡Mirá mamá. El carrito de bomberos que le pedí al Niño Dios me lo trajo! ¡Si mi hijito, pero no lo vayás a destruir muy luego, porque a tu tata, digo, a Santa Claus, le costó bien caro!
¡Aquellos diciembres,
aquellos diciembres.
Aquellos diciembres
que nunca volverán!
“¡Dios mío, como extraño las navidades en mi país!”. Quién me iba a decir que esos días serían los más felices de mi vida. Y que hoy, lejos de mi querida patria, los recuerdo con tristeza y melancolía.
Así como “El niño del Tambor” no pudo darle otro regalo al Niño Dios más que su ¡Ratatán, tán...Ratatán, tán...de su tamborcillo, por ser muy pobre. De igual manera, este relato es mi regalo de Navidad para todos mis hermanos salvadoreños regados por todo el mundo, para que se acuerden de como fueron las navidades en El Salvador. Y que no olvidemos del verdadero significado de la Navidad, que es el nacimiento del hijo de Dios hecho hombre. Aquel que nació humildemente en un pesebre junto a bestias de carga, y que fue adorado por reyes que viajaron desde muy lejos guiados por la estrella de Belén. Aquel al que llevaron Oro, Incienso y Mirra. Aquel que nos trajo un nuevo mandamiento: “Amaos los unos a los otros...”
Que la dicha, la paz y la felicidad reinen en sus hogares. Y que el Divino creador del Universo los colme de prosperidad, salud y sabiduría.
¡Hosanna, hosanna en las alturas.
Bendito es el que viene en nombre del Señor.
A nacido el Rey de Reyes.
A nacido el Niño Dios!
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